Según los gurús de las finanzas, La Fed (Reserva Federal) subirá tres o cuatro veces el interés del bono durante este año.
Con el recorte millonario de impuestos y el aumento espectacular del presupuesto aprobado por la administración Trump, el Imperio necesitará financiación a toda costa para enjugar el déficit record de 1.6 billones de dólares que se producirá al final del 2018 y mantener los siguientes, que vendrán uno tras otro.
La idea es mantener el precio del dólar bastante por debajo del precio del euro (ganando sí competitividad internacional) y a la vez, hacer subir el bono tanto como se pueda sin que influya negativamente en el dólar, de forma que los flujos monetarios se generen en los USA y vuelva a él vía bonos o lo que es lo mismo, acaparar inversiones del mercado de acciones para la financiación pública aunque esto represente una corrección a la baja de los mercados de valores (que por otra parte, llevan ya 2 años consecutivos de subidas). Como tampoco se prevé la creación de alguna burbuja importante, esta medida será gratamente saludada por los inversores que simplemente cambiarán su cartera de variable a fija, amparadas por el potencial de fuego de Estados Unidos. Con la creciente volatibilidad del mercado variable y la baja rentabilidad que producen los productos financieros seguros, no haría ni falta una subida brusca para convencer a los atribulados inversores que andan perdidos desentrañando los arcanos.
No nos olvidemos que la verdadera burbuja, la madre de todas las burbujas empezó hace ya 30 años, cuando el binomio Reagan-Thatcher deshizo todo lo acordado en Bretton Woods en 1944 para evitar colapsos como los del 29, de forma que a partir de la era neoliberal, se obligaba a los Estados a crear masas monetarias enormes y sin respaldo aparente, crisis tras crisis, para ayudar a reflotar bancos y empresas, hasta llegar al desmesurado crecimiento actual de la m4 (derivados financieros). Y es del pinchazo de esta megaburbuja de los que estamos hablando con el cambio de tendencia. Los resultados de las dos últimas reuniones de Davos nos indican que vamos hacia el anarco-liberalismo, dando las élites financieras como amortizado totalmente al Estado Social y de Derecho tal y como lo concebimos. La democracia ya no es un “must” para ellos. Además, hasta los economistas mas ortodoxos están ya poniendo de manifiesto el problema tan grave que tenemos con la inflación oculta, aquella que grava los bienes y servicios no trasladables (sanidad, educación, etc ) y que mantiene el engaño de los bajos precios de las commodities y de los bienes y servicios de consumo inmediato. La inflación oculta tarde o temprano acabará contando para las estadísticas y serán otra excusa mas para convencer a los debilitados gobiernos de que la era del dinero barato debe acabarse.
El nombramiento de la quizás, segunda persona menos adecuada para ser gobernador de la Fed, Jerome Powell (un halcón de las finanzas) y que bajo un manto de “continuidad” va a empezar a retirar los estímulos de la Fed (4,5 billones del “banco malo” resultante de la crisis del 2008) y a empezar con la escalada en el tipo de interés, está muy relacionada con el nombramiento de De Guindos, ya que el sucesor de Draghi al mando del BCE va ser impuesto por Merkel como contrapartida. Los años del riego monetario van a ir tocando a su fin. El desinflado de la burbuja es una prioridad para las élites.
Si la Fed empieza a subir el tipo de interés, repercutirá en el BCE y su tipo de interés (tan criticado ése «tipo negativo» por los bancos) subirá también en la UE que además, empezará a recortar los estímulos financieros, como la compra de bonos a empresas que se acerca a los 2 billones de euros). Estas dos medidas que ya están sobre la mesa del Bundesbank, acabarían con los años de financiación gratis y lluvia de millones con lo que la administración Draghi intentó, con poco éxito, superar la tormenta destada hace ya la friolera de 10 años.
Para España, con un nivel de endeudamiento cercano a los 4,5 billones de euros, cada subida de un 0.25% puede suponer un incremento en el gasto de intereses de la deuda (del estado, de empresas y de familias) en torno a 1.100 millones de euros y la pregunta del millón, ya que hablamos de estas cifras, es la siguiente ; ¿está España preparada para un cambio en la política monetaria de la zona euro?, es mas ¿ están los países del sur de Europa preparados para una nueva crisis de deuda soberana ?
Vicente Algarín.