Rafa Rodríguez
1. Democracia: consenso y conflicto
La democracia es inescindible del conflicto social, entendido este como la lucha de grupos sociales por el poder de decidir qué se produce, cómo se produce, de qué forma se distribuyen los recursos y los beneficios y cómo es la institucionalidad que regula el metabolismo social.
La democracia es la creación social que aporta reglas e instituciones (consenso) para que el conflicto social se desarrolle a través de la política, como alternativa a cualquier tipo de violencia (conflicto o competición política). Pero, la democracia no sólo constituye un marco para el conflicto social sino que tiene efectos performativos sobre estos:
- Saca a la “superficie” todos los conflictos sociales que produce un sistema económico desigual (capitalismo).
- Transforma gran parte del conflicto social en conflicto político.
- Los conflictos sociales (económicos y de cualquier otra naturaleza) conservan o adquieren cierto grado de autonomía en interrelación directa o indirecta con el conflicto político institucionalizado.
2. Características
La democracia tal como la conocemos en los dos últimos siglos, posee, entre otras, estas características determinantes:
- Tiene como núcleo el poder del Estado y es el Estado quien a su vez aporta el marco territorial en el que dilucida el conflicto político, aunque la realidad económica sea ya global.
- La competición política le proporciona a los conflictos sociales una lógica holística, una lógica integral en la que el resultado es cualitativamente distinto a la suma de las partes.
- El conflicto político difumina la correspondencia entre representantes (partidos políticos) y representados (en el sentido de bloques sociales en conflictos) al transformar a los representantes en mediadores (los dota de gran autonomía), frente a la correspondencia más ajustada que se da entre representantes y representados en los conflictos sociales.
- Requiere y produce una subjetivación de la realidad social. Requiere subjetivación porque necesita que las partes reconozcan la legitimidad de todo adversario para defender sus intereses pero también produce subjetivación porque coloca la creación de una opinión pública mayoritaria en el centro de la competición política porque a ella le corresponde el juicio sobre la victoria o la derrota (temporal) del conflicto político.
3. Los imaginarios sociales
Que el conflicto político tenga una lógica integral, que su objetico fundamental se establezca por el control (temporal) del poder público, que haya una gran autonomía entre representantes y representados y una difuminación entre los intereses directos y la gestión de los mismos y que el decisor se construya permanentemente a través procesos para ensamblar las opiniones de la ciudadanía (muy segmentadas) en una opinión pública que opta mayoritariamente por la elección de determinados representantes, produce campos subjetivos específicamente propios de conflicto político.
Las partes que protagonizan el conflicto político ganan o pierden en función de si dominan o no estos campos subjetivos, por eso, de forma más o menos consciente, pugnan por generar marcos cognitivos colectivos que determinen el sentido común compartido y las agendas que resumen las preocupaciones mayoritarias, mediante la creación de imaginarios sociales que son el lenguaje del conflicto político a través del cual se dota de sentido a la actuación de sus actores.
4. La idea de país
Entre estos marcos hay uno que es determinante, precisamente porque el marco del sistema es el territorio del Estado que se justifica por la existencia de una determinada forma de comunidad social: la idea compartida de país.