En la edición de hoy, 16 de abril de 2018, eldiario.es publica una entrevista a Rafael Correa, expresidente de Ecuador donde, además de explicar que ha pasado para que vuelva a la escena política, pone de manifiesto sus ideas sobre los últimos acontecimientos que vienen ocurriendo en América Latina y las causas y la consecuencias de todo ello.
Creemos que por su interés es importante su publicación en la página web de Paralelo 36.
En este enlace pueden leer la publicación antes mencionada.
A continuación transcribimos la totalidad de la entrevista.
Rafael Correa (Guayaquil, 1963) vive en Bruselas, a 9.500 kilómetros de Quito. El expresidente ecuatoriano prometió a su esposa, Anne Malherbe, belga, apartarse de la política para instalarse en su país. Pero después de 11 meses fuera de la presidencia, Correa no es un político en retirada. Las leyes le impiden volver a ser candidato presidencia, y él asegura que su actividad política no es «electoral», pero la «persecución» que dice estar sufriendo por parte del Gobierno encabezado por su antiguo vicepresidente, Lenín Moreno, le están llevando a impulsar un nuevo movimiento político, Revolución Ciudadana, al margen del gobernante Alianza PAIS, que él mismo fundó en 2006.
Correa llega a Madrid para un viaje de unos días por diferentes ciudades españolas en las que compagina reuniones con la comunidad ecuatoriana, actos públicos y reuniones privadas con dirigentes políticos españoles.
Ha venido a España con una intensa agenda, vive en Bruselas, ¿qué planes políticos tiene?
Mis planes eran retirarme durante varios años de la política. Lo anuncié hace años y dije que no me iba a presentar en 2017. Es fastidioso cómo se miente y cómo dicen que me quiero presentar por las encuestas, pero ellos saben que si me presentara les ganaba en una sola vuelta. En 2014 ya dije que no me iba a presentar en 2017 y que iba a vivir en Bélgica porque mi esposa es belga y mis hijos tienen doble nacionalidad. Ya llevábamos 25 años viviendo en Ecuador y era justo vivir unos años en Bélgica. Quería retirarme temporalmente de la política, quizá de forma definitiva.
La opción política la tomas tú, pero involucra a tus seres queridos y hay familias a las que les encanta. Hay a quien le encanta ser primera dama, figuretear… Pero mi esposa siguió siendo durante diez años profesora de primaria. Y esto te altera la vida familiar, la privacidad, la seguridad, la reputación. La gente es mala, y de repente en las redes te saca un Ferrari de mi hija, cuando no sabe ni andar en bicicleta. Esto perturba la vida familiar, y debía estos años a mi familia. Por eso anuncié que me retiraba temporalmente y quizá de forma definitiva.
Pero he tenido que regresar porque sucedió lo imposible: que ganando todo, perdimos todo. Hemos sido perseguidos, difamados, y hay que tener presencia en estos casos.
¿Hasta dónde va a llegar esa presencia?
No me voy a involucrar en cuestiones electorales, pero yo creo que esto va a estallar. El Gobierno ha demostrado una ineptitud total. El primer mes puedes decir que es culpa de Correa; el segundo mes, es culpa de Correa; el sexto mes, es culpa de Correa; llevan casi un año y sigue siendo culpa de Correa. Nadie lo cree, por más que tenga la complicidad de los medios de comunicación de Ecuador.
Es un desgobierno total. Hay problemas de seguridad que no veíamos hace una década, tienen el barril de petróleo a 65 dólares cuando lo teníamos a 42; dijeron que estábamos en crisis económica, pero ya se verificó que la cifra de crecimiento, como siempre dijimos, es el 3%. Y tienen problemas de liquidez. Pura ineptitud.
¿Quién te va a invertir en un país en el que el presidente lo único que ha hecho en 11 meses es decir que hay crisis, corrupción? ¿Quién te va a invertir? Teníamos 6.000 millones en inversiones planificadas en el sector minero, pero por congraciarse con movimientos extremistas indígenas ha desaparecido esa inversión.
Este tipo [el presidente, Lenín Moreno] está gobernando para tres meses, no para tres años. Esto va a estallar, el problema es hacia dónde estalla. No sabemos qué traerá el futuro, pero personalmente mi decisión es no involucrarme en política a nivel electoral. Sí tendré que defender a mi gobierno, a la revolución ciudadana. No puedes ausentarte totalmente, pero involucrarme como candidato en el nuevo movimiento que estamos haciendo, en principio no.
El movimiento Revolución Ciudadana nace de Alianza PAÍS, que usted lideró y ahora sigue en el Gobierno. ¿Cuáles son las banderas de esa revolución ciudadana?
¿Por qué América del Norte se desarrolla y América del Sur no? Es uno de los grandes enigmas del desarrollo, y es mi especialidad. Las respuestas son múltiples y complejas. Pero una de las respuestas es la clase de élite que nos ha dominado. El desarrollo es básicamente un programa político; quién gobierna. Y a nosotros nos han gobernado quienes siempre excluyeron a las grandes mayorías de los beneficios del progreso.
Lo que la gente no entiende es que las escuelas para los pobres, los hospitales, son fruto de durante diez años en el poder estuvo representada la gran mayoría de ecuatorianos. Un Estado realmente popular, para todos.
Eso volvió a cambiar, volvieron los del pasado, los banqueros, las cámaras de producción, los medios, gobernando para unas élites.
La revolución ciudadana se puede definir como el cambio radical, profundo y rápido de las estructuras vigentes en función de la mayoría. Y eso pasa por el cambio en las relaciones de poder. Esas relaciones de poder volvieron a ser favorables a las élites de siempre, y esa es la lucha política.
¿Cómo se consiguen mantener estos procesos revolucionarios?
Una de las grandes desilusiones que he tenido es ver lo frágil que ha sido lo que hemos construido. El Estado de derecho, la independencia judicial… Latinoamérica es como un juego irracional. El que piensa pierde, el que hace lo correcto pierde. Nos acusaron de haber roto la independencia de la justicia, e hicimos exactamente lo contrario. Hicimos una reforma profunda en 2011 para liberar a la justicia de influencias políticas y las élites.
A tal punto, que han logrado someterme a la justicia, y si nosotros hubiéramos controlado la justicia no estaríamos perseguidos. Y ahora nos persiguen. Lo que sorprende es lo frágil que fue el Estado de derecho, la institucionalidad que construimos.
¿Y cómo se hace para perdurar?
Fuimos muy ingenuos, tal vez. Creíamos que era suficiente ganar elecciones e institucionalizar nuestros países. Pero se requiere mucha más conciencia, organización popular… Es fácil decirlo, e intentamos hacerlo. Pero tal vez debimos poner más el acento en todo aquello, porque es insuficiente jugar con las reglas de la burguesía. Después de ganar todas las elecciones utilizan el poder mediático para destruir tu reputación y el poder judicial para perseguirte. Y como hacen con Lula, tiene delito, porque saben que les gana todas las elecciones. Lo mismo a mí, a Cristina.
¿Estos procesos van vinculados a movimientos e incluso a personas?
Lo que se vivió en América Latina fue un tiempo único, mágico. Diez años que les ganamos todo, diez años que se consiguieron líderes históricos. En los 90, no sólo fue la crisis económica por el neoliberalismo –quebraron Ecuador y Argentina–; no sólo fue una crisis democrática –podías proponer las cosas más lindas, llegabas y hacías lo mismo de siempre porque el Banco Central tenía una política monetaria ortodoxa– por las reformas del consenso de Washington; también fue una crisis de líderes. Acuérdate de los payasos que teníamos: Menem, Collor de Melo, Fujimori, Endara en Panamá, Salinas de Gortari en México. Fue una crisis de ideas: aceptamos pasivamente las recetas del consenso de Washington y le llamaban consenso a algo en que ni siquiera nos tomaron en cuenta, cuando antes al menos hubo la escuela estructuralista latinoamericana. Y todo eso cambió de forma espectacular en el siglo XXI, y de 10 países de América del Sur teníamos 8 gobiernos de izquierdas.
Fernando Lugo en Paraguay, Cristina Fernández en Argentina, Mujica en Uruguay, Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador. Era algo único en la historia. Y los gringos pueden ser todo menos tontos, y eso les cambió el equilibrio geopolítico. Por fin hubo soberanía, dignidad, independencia sobre América del Sur. Pero no nos lo van a permitir de nuevo, y van a utilizar todos los mecanismos en contubernio con las élites nacionales que están ligadas a las élites y el capital transnacional. Por eso hubo un golpe de Estado en Brasil, y el mundo miró para otro lado.
Si nosotros hubiéramos hecho eso, imaginen lo que habría pasado. Y por eso meten preso a Lula, para inhabilitarlo; y por eso me meten todos los procesos penales contra mí, para inhabilitarme. Ya me tratan de inhabilitar como candidato a la presidencia pero también quieren inhabilitarme como concejal con una sentencia por corrupción que llaman ellos por «oferta de tráfico de influencias». ¿Cómo lo pruebas? Con un testigo falso. Quiero aniquilar a mis adversarios políticos, llamo a Juanito y dice que éste te ofreció intermediar por tu mujer.
No van a permitir nuestra élite y los países hegemónicos que se repita esa época de oro en América Latina, y será por todos los medios, encerrando a Lula, encerrándome a mí, inhabilitando a Cristina Fernández, desestabilizando a Venezuela, impidiendo la reelección de Evo Morales.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, estuvo hace poco en Argentina y habló de su aprendizaje en América Latina. ¿Qué lecciones cree que ha dado América Latina?
Lo que se vivió en América Latina en lo económico, democrático y político, a nivel de ideas, el socialismo del buen vivir, las nuevas nociones de desarrollo, la armonía con la naturaleza, los seres humanos y las culturas… América Latina creció muchísimo entre 2002 y 2014, cuando empieza una recesión aprovechada por la derecha para decir que habían fracasado las políticas cuando son factores externos. Sacamos a 92 millones de latinoamericanos de la pobreza. Fue la única región del mundo donde disminuía la desigualdad, la participación ciudadana, la cantidad de procesos electorales… A Chávez le llamaban dictador porque les ganó todas las elecciones; a mí me llamaban autoritario porque les gané todas las elecciones. ¿Sabes cuántas elecciones ganamos? 14.
Fue un ejemplo en lo social, cómo avanzamos; en dignidad, en soberanía… Qué país, España, que no ha logrado expulsar las bases extranjeras de su suelo. Yo lo logré, sacamos la base de Manta, base estadounidense en el suelo patrio. Fue un ejemplo de soberanía para el mundo entero. A eso se refiere Pablo.
Él habla también del concepto de soberanía y del concepto de patria, que en España cuesta más pronunciar para la izquierda.
Si no hay ningún problema en tener una base extranjera en Ecuador, perfecto, yo les dije eso a los gringos: yo les mantengo la base de Manta si me permiten poner una base ecuatoriana en Miami. No hay problema. Pero esa imagen, de los gringos saliendo con sus mochilas cabizbajos para montarse en un avión de carga para salir del país eso jamás te lo van a perdonar los gringos. Jamás.
Otra cosa de estos procesos ha sido la incorporación a la política a sectores de población que se encontraban fuera no ya de la política, sino del propio sistema y de la ciudadanía.
Cuando se me pregunta cuál es el mayor éxito de la revolución ciudadana, hay cosas increíbles. Duplicamos el tamaño de la economía. En la época neoliberal, los ricos vieron aumentar sus ingresos un 112%, y los pobres, un 20%. En la época de la revolución ciudadana fue al revés: los pobres aumentaron su ingreso un 112% y los ricos, un 40%. Todos ganaron, pero ganaron mucho más los pobres, lo que significa disminuir desigualdad. De hecho, fuimos el país que más disminuyó la brecha entre ricos y pobres, que más aumentó el ingreso de los pobres.
Logramos cosas extraordinarias, de las peores infraestructuras, las mejores; de importadores de energía, a exportadores… Pero cuando me preguntan cuál es el mayor logro, es el cambio de la actitud del ecuatoriano. Recuperar la autoestima. Me encontré un país desmoralizado, desmotivado, te dicen que somos los más corruptos, los más perezosos, que no servimos para nada… Y así inmovilizas a la gente. Pero esa actitud cambió: la gente volvió a interesarse por la política, formamos muchos cuadros jóvenes; se interesaron en política.
Eso sucedió también en Argentina, en Brasil, en Venezuela, en Bolivia. Logramos incorporar sectores siempre marginados de la política, los indígenas, los afros, los montubios… Ese fue nuestro mayor logro, la gente volvió a interesarse en política, los jóvenes se involucraron en política, se recuperó la autoestima, la fe en nosotros mismos, descubrir que podemos hacer las cosas, que gran parte de lo que sucede es nuestra responsabilidad y podemos cambiar. No hay un destino manifiesto. Y en todo eso se está retrocediendo.
Usted es un católico reconocido, y a veces se dice que el papa Francisco es uno de los principales líderes progresistas. ¿Comparte esa idea?
Yo creo que el papa Francisco fue un vendaval de frescura, no sólo para la Iglesia, sino para Latinoamérica y el mundo entero. Más allá de si es progresista o no, por fin se escucha a un papa, a lo que dice un papa. Y habla claro y contundentemente. Y habla no sólo es verticalidad, sino horizontalidad. La cuestión social, ecológica, que no se afrontaba en la Iglesia católica, son las cuestiones morales de nuestro tiempo.
Hablaba de la importancia de los medios de comunicación en los procesos políticos. ¿Qué importancia tienen los medios?
Fundamental. ¿eldiario.es a quién pertenece?
A los periodistas.
Qué bueno. Hay una contradicción cuando son grandes negocios que proveen un derecho. Cuando entran en conflicto los intereses de un gran negocio económico y político con el derecho.
La televisión nunca ha sido pública, era privada, nosotros hicimos la televisión pública. Cuando llegué al gobierno, de 7 canales nacionales, cinco eran de los banqueros. La estrategia era hacer el emporio económico y luego comprar o crear medios de comunicación y televisiones no para informar, sino para defender el emporio.
No se entiende a veces en Europa, porque aquí tienen televisiones públicas, profesionalismo, cierta ética. En Latinoamérica no importa nada, profesionalmente no contrastan las noticias, esparcen rumores.
Cuando volví a Ecuador en noviembre para la convención del nuevo movimiento político, los periodistas de oposición tenían la consigna de no cubrir la noticia de Correa. Es una falta de ética grave, porque les caiga bien o mal soy noticia. Es un blindaje y una manipulación total.
El principal partido que nosotros hemos enfrentado es el partido mediático, en colusión, sin profesionalismo, sin ética, descaradamente involucrado en política para defender el estatu quo. Es lo que no se entiende en Europa.
Ellos se definen como cuarto poder, per todo poder debe tener un contrapoder. Y si no tienes contrapoder, debes tener control social. Ese control social se llama ley. Hicimos leyes de comunicación que además da derechos a los periodistas, que eran los más explotados, salarios mínimos. Había periodistas pagados por el Estado. Pero no quieren ningún control, se sienten por encima del bien y del mal. Le llaman atentado a la libertad de prensa, pero es regulación social a un poder fáctico como toda democracia debe tener.
Ustedes no tienen leyes de comunicación, pero tienen sistemas juidiciales mucho más ágiles. Eso no funcionaba en Latinoamérica, por eso hay leyes de comunicación específicas.