Rafa Rodríguez
UNA NUEVA ECONOMÍA PÚBLICA PARA LA UNIÓN EUROPEA
(CONSTRUYENDO EL PACTO EUROPEO, SOCIAL, VERDE Y FEMINISTA)
Para un nuevo proyecto europeo basado en un contrato social y verde que proteja, redistribuya y ofrezca certidumbre a la ciudadanía europea, necesitamos una nueva economía pública que ofrezca un horizonte de orden y de certidumbre.
1. REFORMAR EL SISTEMA MONETARIO EUROPEO
a) Avanzar para hacer del euro una moneda completa
Tal como hemos analizado, el euro es una moneda incompleta. Para que sea una moneda plenamente eficaz tiene que avanzar hacia una moneda federal en una Europa federal porque toda área monetaria necesita un poder legítimo para resolver las tensiones entre acreedores y deudores y, si esas tensiones son transnacionales, se necesita una estructura de naturaleza estatal supranacional. Además, la UE necesita fortalecer el euro, dándole un respaldo político e institucional, para que deje de depender del dólar y avance como moneda vehicular. Con la estructura actual, el progreso del euro como moneda vehicular y de reserva en la escena global es muy escaso. Su distancia respecto al dólar apenas se ha reducido en estos años. Además, el entorno global es más adverso que el existente a finales del siglo pasado, por lo que hoy aún es más necesario una moneda que comparta con el dólar la condición de reserva mundial,
b) El euro tiene que experimentar avances significativos
El euro tiene que experimentar avances significativos en su construcción si se queremos una Europa eficiente capaz de emprender la transición ecológica, vencer a la extrema derecha, superar las políticas de austeridad y poner en práctica la agenda social.
Unos deben ser de contenido institucional como la creación de un ministro de finanzas y economía para la eurozona y reforzar las competencias del Parlamento Europeo como controlador de los ministros de economía, otros implican dotarse de mecanismos financieros y fiscales comunes como elaborar un procedimiento de impago de los Estados o la creación de una agencia pública de rating justa y objetiva y desde luego reformar el BCE.
c) Las dificultades para avanzar
Sin embargo, la lentitud en los avances es desalentadora. Los Estados de la moneda única cerraron 2018 con una reforma que dota de un respaldo fiscal al fondo de resolución bancaria y da nuevas funciones al Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), que tendrá nuevas herramientas, como líneas de crédito para países con apuros puntuales, pero sigue sin haber avances en una hoja de ruta para poner en marcha el fondo de garantía de depósitos comunitario, que la Comisión considera una pieza clave para la Unión Bancaria. Es preciso una senda para fortalecer la unión monetaria reforzando los acuerdos de Mesemberg, firmados en junio entre Francia y Alemania (19 de junio de 2018), y la declaración de Madrid de 26 de julio de 2018 entre Pedro Sánchez y Macron.
d) La creación de un presupuesto europeo
El euro necesita el respaldo de un presupuesto europeo acorde con el PIB europeo para poder disponer de respaldo y de una función estabilizadora para la gestión del ciclo económico, que además permita la emisión de un activo libre de riesgo y financiar las propuestas de la agenda social como el seguro de desempleo y las inversiones para la transición ecológica de la economía (Fondo de estabilización e inversión).
Sin embargo, solo se ha logrado el compromiso de tener preparado para junio el diseño de un presupuesto para la zona euro anclado dentro de las cuentas de la UE. Aun así, los Estados del norte de Europa países lo condicionan a que solo sirva para promover la convergencia y la competitividad, dejando al margen la función estabilizadora en tiempos de crisis.
e) Modificar los estatutos y la política del BCE
La sucesión de Mario Draghi al frente del BCE el 1 de noviembre de 2019 será un hito importante. La persona que lo sustituya debe tener el deber estatutario de asegurar no solamente la estabilidad de precios en la zona euro sino el crecimiento económico y del empleo. Hoy el peligro no está en la inflación sino en la deflación por eso es necesario no hacer un mito del tope del 2% de inflación.
El BCE debe comprar deuda de los Estados para evitar la acción especulativa de los mercados con el objetivo de promover la estabilidad financiera. También debe poder comprar deuda de entidades subestatales, como la de las comunidades autónomas en el caso de España, y acciones de empresas públicas si tienen un rating suficiente, así como poder emitir eurobonos para la mutualización de la deuda pública de los Estados.
En todo caso el control del BCE debe incluir el banking shadow.
f) Culminar la unión bancaria
El documento elaborado por Bruegel (firmado por Guntram Wolff, André Sapir y Maria Demertzi) traza las medidas que deberían debatir los Estados para aproximar sus economías. El informe considera que las diferencias en los costes de financiación de países y empresas suponen ya un primer freno, por lo que urgen a culminar la arquitectura de la Unión Bancaria que las reduzca.
La unión bancaria es imprescindible porque mientras que el sistema bancario sea de naturaleza sólo estatal, el crédito también será eminentemente de ámbito estatal. Necesitamos una unión bancaria que incorpore un cortafuego en caso de quiebras bancarias (fondo de resolución y liquidación bancaria), la creación de un fondo de garantía de depósitos común y un sistema de respaldo financiero «de último recurso» (backstop) de los instrumentos de reaseguramiento privado (Fondo de Resolución y del futuro Fondo de Depósitos).
g) Un tesoro europeo
Un tesoro europeo es el sustentador de todo el proceso de federalización económica. En este campo es donde ha habido algún avance significativo en la perspectiva de transformación del actual Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en un Fondo Monetario Europeo, integrado en el sistema comunitario, y no intergubernamental como ahora, ampliando el mecanismo a todos los Estados de la zona euro y no solo a los rescatados para prevenir futuras crisis.
2. ACABAR CON LAS POLÍTICAS NEOLIBERALES DE AUSTERIDAD
Los mercados cumplen un papel muy importante siempre que limitados a su función económica a corto plazo, pero no puede resolver los problemas políticos, sociales, ecológicos ni los económicos a largo plazo. Las políticas neoliberales europeas han supuesto la degradación de la democracia social y la regresión de las políticas públicas.
La política de austeridad ha causado mucho daño sobre todo a las economías y a los ciudadanos del Sur de Europa. Su legado ha supuesto la pérdida del carácter social en la construcción europea. No habrá recuperación europea, y por tanto futuro de Europa, sin que la política esté por encima de la economía y el poder público mande sobre los poderes financieras, para garantizar los derechos de la ciudadanía.
Para aumentar la demanda agregada en una economía abierta debe haber una estrategia expansiva de inversión, como palanca esencial para expandir el crecimiento económico. En un entorno de tipos de interés en torno a 0, la política monetaria debe forzar un cambio de paradigma, porque los actuales tipos de interés suponen que la mayoría de las inversiones realizadas por las entidades financieras están exentas de riesgo, independientemente de dónde inviertan ese capital.
Con Europa atrapada entre los planes de inversión de China y Estados Unidos para avanzar hacia la economía 5.0, La UE no puede ignorar la importancia de los planes de inversión pública, sin que ello penalice las cuentas de cada Estado de la Unión.
La Comisión Europea acaba de admitir la necesidad de una política fiscal más expansiva para la eurozona. Lo ha plasmado en un documento, (Towards a positive fiscal stance for the finance) que defiende la inversión pública porque en estos momentos es difícilmente comprensible postergar el fortalecimiento del capital físico y tecnológico de una economía, cuando los costes de su financiación son prácticamente nulos.
La UE tiene que fortalecer el mercado único, la economía digital (Industria 4.0, 5G, Nube pública europea, mercado único digital europeo) y la transición energética para la nueva industria, territorialmente equilibrada, con un plan de inversiones que priorice el gasto en I+D, recuperar el liderazgo en las universidades y diseñar una estrategia real sobre Inteligencia Artificial (IA) para convertirse en líder de la innovación y la adopción de las nuevas tecnologías. Y para ello se necesitan inversiones, investigación y educación.
Pisani-Ferry, ha defendido recientemente que la UE debe abordar una reforma que permita a los Estados miembros elevar su déficit más allá del 3% del PIB, siempre que esté respaldado por un aumento de la inversión pública y el gasto productivo, la transición ecológica, la inversión dedicada a preparar a la economía europea para el mundo digital. Además, partidas como la educación o la investigación y el desarrollo deberían ser consideradas inversiones y no gasto público para el Pacto de Estabilidad. y no deberían contabilizar como déficit.
Al impacto favorable que tendrían esas inversiones sobre el crecimiento, el empleo, y la eficiencia empresarial, habría que añadir la contribución a reducir la importancia relativa de la deuda pública. No solo porque el denominador, el valor del PIB, sería mayor, sino porque el aumento de las rentas también impulsaría la recaudación tributaria. Del aumento de la inversión pública se obtendría un retorno adicional hoy no menos relevante:
Urgen paquetes inversores superiores a los establecidos en el Plan Juncker, para que impacten de manera más contundente en los multiplicadores fiscales. La institución básica para esta actuación puede ser, desde la óptica europea, el Banco Europeo de Inversiones.
3. REFORMAR EL SISTEMA FISCAL
El mercado único ha provocado que las grandes compañías y fortunas hayan hallado más recovecos para rebajar su factura fiscal. Por ello, el avance de la UE requiere capacidad política para que las grandes empresas multinacionales, especialmente las tecnológicas, contribuyan fiscalmente en la medida justa a la transformación económica, social y ecológica de Europa, con impuestos como la tasa sobre transacciones financieras y el impuesto europeo sobre las grandes tecnológicas, asegurando la capacidad impositiva sobre los flujos transnacionales de capital y sobre los paraísos fiscales.
Es necesario unificar la base tributaria de las empresas, de manera que se unifiquen las reglas fiscales que se aplican a las compañías en toda la Unión y se tenga en cuenta la economía digital. Introducir el concepto de “presencia digital” en el sistema tributario, de forma que, aunque la sede fiscal de una empresa esté en un país, la actividad a través de Internet de la compañía en otro país tribute allí donde se produce y se eviten prácticas actuales de trasladar sus sedes a jurisdicciones con baja fiscalidad.
Hay que implantar un sistema fiscal verde que desincentive el empleo de tecnologías contaminantes y ayude a financiar la transición ecológica, empezando por un impuesto sobre el CO2, tal como describe el estudio sobre “El Tributo Ambiental: Aplicación y efectividad sobre el medio” de la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Es imprescindible abordar la armonización fiscal en impuestos como el Impuesto de Sucesiones mediante un reglamento comunitario y una horquilla de tipos, y, especialmente, acabar con los paraísos fiscales.
Además, la ONG Oxfam ha publicado recientemente un informe en el que denuncia que nueve países que deberían ser considerados paraísos fiscales se quedarán fuera de la lista negra de la Unión Europea (UE) en 2019, entre ellos Panamá o Bermudas, pese a haber estado en el centro de varios escándalos y no haber acabado con sus malas prácticas fiscales.
(*) Obra de Cristina Iglesias (Serie de artistas plásticos europeos contemporáneos)