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Nuevo ciclo: es el tiempo de la ecología para transformar Andalucía

Rafa Rodríguez

La crisis estructural de la globalización se manifestó primero como una gran crisis financiera que provocó la crisis económica para dar paso a la crisis que estaba oculta, la crisis ecológica.

El fin del ciclo 2008 – 2019

En España, la crisis brutal de 2008 fue particularmente dura: el aumento del desempleo, llegó hasta el 26% en 2013 y la desigualdad creció en todas sus dimensiones, con consecuencias tan dramáticas como la multitud de desahucios que rompió la vida de miles de personas.

Esta crisis dejó al descubierto la debilidad de la institucionalidad organizada sobre el bipartidismo. El deterioro social se proyectó en una crisis del sistema político sustentado por una dinámica bipartidista, con altos índices de corrupción, provocó, por una parte, la desconfianza generalizada hacia los mediadores políticos y sociales, partidos y sindicatos, así como de rechazo a la Monarquía en la figura del Rey Juan Carlos I, y, por otra, la crisis territorial con el epicentro en Cataluña, pero al mismo tiempo mostró la enorme capacidad de movilización popular.

Desde entonces el paro ha ha bajado en el conjunto de España, hasta el 14,4%, aunque en Andalucía aún está en el 21,08%, y el PIB ha estado creciendo desde 2014 (en 2013 sufrió un descenso del -3,5% en tasas de variación interanual) situándose en el primer trimestre de 2019 en el 2,4%.

El ciclo 2008 – 2019, después de la emergencia de nuevos partidos, ha concluido con la hegemonía del PSOE de Pedro Sánchez, en el conjunto del sistema político, pero en particular en el bloque de la izquierda. El espacio socialdemócrata domina por completo el bloque de izquierda ya que Unidas Podemos ha ido evolucionando hacia una especia de socialdemocracia más radical que la del PSOE, pero del que solo se diferencia de forma cuantitativa y contra el que le resulta imposible competir.

El comienzo de un nuevo ciclo

La crisis ecológica ha provocado la emergencia de los partidos verdes en las últimas elecciones europeas en el centro y norte de Europa. Sin embargo, aún no ha habido resultados en el sur de Europa cuando paradójicamente es el territorio europeo más vulnerable al calentamiento global y al mismo tiempo quién dispone de más recursos para acometer la transición energética.

La crisis ecológica necesita un nuevo actor que ubicado en el bloque de izquierda despliegue toda la transversalidad que la propia naturaleza de la crisis demanda.

En España además este nuevo actor debe configurarse desde la pluralidad territorial asumiendo como una seña de identidad y de organización el federalismo.

Además, el federalismo no es solo la respuesta a la pluralidad territorial del Estado, sino el principio para articular la Unión Europea, que es la construcción política que de forma más eficiente puede hacer frente a la crisis ecológica.

La transversalidad de la alternativa verde no solo es electoral, sino que también implica una transversalidad en la alternativa del proyecto de innovación económica (cambio del modelo productivo, de infraestructuras, etc.), en la justicia social, el feminismo, el europeísmo, en el consumo y en la profundización de la democracia. Es decir, en el conjunto de valores que son la inversa de los que proclama la extrema derecha, el otro actor que, impulsado por Trump, quiere debilitar a los Estados europeos y sobre todo a la Unión Europea.

Andalucía necesita construir una potente fuerza verde articulada federalmente con otras fuerzas del resto del Estado, desde Más Madrid a Compromís y liderada por el movimiento social de los jóvenes que luchan contra el cambio climático, que ofrezca soluciones para la innovación de nuestro modelo económico y social, mediante una propuesta de transición ecológica que se apoye en nuestro capital cultural y aproveche los extraordinarios recursos humanos y naturales de que disponemos para superar la injusta desigualdad que sufrimos.

Andalucía está a la cola de todos los indicadores sociales y económicos. Entre los 11 municipios más pobres de España, se encuentran 10 andaluces. La desertización por el cambio climático avanza más rápida que en ningún otro territorio. Al mismo tiempo, la derecha y la extrema derecha gobiernan en la Junta de Andalucía y marcan una agenda retrógrada que constituye un enorme obstáculo para el proyecto del cambio que necesitamos estructurar en torno a la transición ecológica.

Es tiempo de conectar y articular la fuerza verde y federal que Andalucía necesita para ganar el presente y el futuro.

 

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