Rafa Rodríguez
En Andalucía, a pesar de que las derechas y la ultraderecha han sumado el suficiente apoyo parlamentaria para constituir un gobierno del PP y Ciudadanos en la Junta de Andalucía, la derecha es socialmente minoritaria. Ni sus políticas ni sus valores representan a la mayoría de las andaluzas y andaluces. Ha sido un triunfo coyuntural debido a múltiples factores como el desgaste del PSOE tras más de 35 años gobernando en la Junta, agudizado por el escándalo de los Eres y la errática política de alianzas de Susana Díaz, así como por el descenso en votos de Adelante Andalucía que pierde apoyos por su sectarismo.
Esta coyuntura que dio mayoría parlamentaria a las derechas está cambiando por las consecuencias de la nueva correlación de fuerzas que ha provocado los resultados de las últimas elecciones generales, la formación del gobierno de coalición progresista y por la pésima gestión del gobierno de la derecha en la Junta.
La composición de los pesos de los partidos de la derecha se está alterando, lo que trasmite una alta inestabilidad a sus pactos. El tremendo descenso electoral de Ciudadanos en las elecciones generales, la subida de la ultraderecha y el escoramiento del PP hacia la ultraderecha, está sacudiendo al ejecutivo andaluz,
La decisión de Ciudadanos de convertirse en la muleta del Partido Popular y de participar en gobiernos autonómicos y municipales con el apoyo de Vox, lo ha sumido en la total irrelevancia política, al estar tan contaminado por la ultraderecha.
Casado ha entregado el Partido Popular a la ultraderecha, incorporando el discurso de ésta, así como la agenda que le marca Vox, lo que le está restando la escasa credibilidad democrática que tenía. Además, la desaparición de Ciudadanos y la subida de Vox, convierten al PP en un rehén de éste, ya que sólo podrá gobernar en alianza con ese partido lo que estrechará su base electoral, condenándose a ser un partido que solo despliega una oposición destructiva.
La subida de Vox sin tener una organización preparada por ese nivel de representación, le está generando múltiples problemas. En el grupo parlamentario andaluz de Vox aparecen grietas hasta el punto de que una parlamentaria de esa formación se ha pasado al grupo mixto tras graves acusaciones de acoso de su grupo parlamentario.
Este proceso de inestabilidad que afecta al ejecutivo andaluz, no vislumbraría un horizonte de cambio si no se estuvieran produciendo también cambios sustantivos en los partidos de la izquierda andaluza, que apuntan en una dirección de mayor colaboración, al igual que en el gobierno de coalición del Estado central, una vez que las dos líderes del PSOE y Adelante Andalucía están siendo muy cuestionadas por su sectarismo y por su incapacidad para hacer una oposición eficaz al gobierno de la derecha en la Junta.
En la izquierda, tanto el PSOE andaluz como Podemos Andalucía tienen la perspectiva de celebrar procesos congresuales este año, en donde podrían sustituirse los liderazgos tanto de Susana Díaz como de Teresa Rodríguez, lo que provocaría un cambio sustantivo en la forma de relacionarse entre ellos y, por lo tanto, en el tipo de oposición que desplegarían frente al gobierno derechista de la Junta.
En el PSOE, la beligerante oposición que Susana Díaz empleó contra Pedro Sánchez, su opción por pactar con Ciudadanos y su mala gestión como Presidenta de la Junta, le está pasando factura y ya han empezado movimientos internos en forma de dimisiones en la ejecutiva provincial de Sevilla, así como a postulase candidatos alternativos como el Alcalde de Sevilla, Juan Espadas.
El proyecto de los anticapitalistas de convertir a Adelante Andalucía en un organización más sectaria que la actual, una especie de CUP andaluza, en la que se conjugaría la desafección con el gobierno de coalición progresista con la incorporación de un discurso soberanista de naturaleza esencialista, está poniendo en cuestión a Teresa Rodríguez, tanto desde IU como desde amplios sectores de Podemos, sobre todo después de que los inscritos de Unidas Podemos en Andalucía hayan votado de forma casi unánime por el apoyo al gobierno de coalición entre el PSOE y UP.
La debilidad, incluso la crisis de las derechas que gobiernan en la Junta de Andalucía, y la perspectiva de que PSOE y Unidas Podemos en Andalucía comiencen una nueva etapa de colaboración con nuevas personas al frente que pasen página de los sectarismos, está trayendo vientos de cambio para Andalucía.
Las movilizaciones ciudadanas contra los recortes en los servicios públicos y las políticas antipopulares de la Junta, ya están comenzando, como las que el próximo domingo, 26 de enero, convoca la Marea Blanca reivindicando una sanidad pública y de calidad, que recoge un creciente malestar en la opinión pública andaluza por la gestión de las derechas en la Junta.
Al mismo tiempo, iniciativas ciudadanas como la recientemente creada Plataforma de Apoyo al Gobierno Progresista, son exponentes de las demandas de cooperación política y social para apoyar un programa progresista y frenar la amenaza involucionista de las derechas.
El cambio ha comenzado por el gobierno central, pero se va a consolidar cuando en Andalucía haya más pronto que tarde también un gobierno progresista.
Un gobierno progresista en la Junta de Andalucía no sólo es imprescindible para que Andalucía no retroceda, sino que reequilibraría el debate territorial en España y al mismo tiempo sería un importante apoyo para el gobierno de coalición progresista en el Estado.
En esta perspectiva habrá tiempo para acometer las reformas estructurales que el país necesita, desde la transición ecológica hasta la federalización del Estado y el avance en los derechos sociales, laborales y de género, mientras que la derecha por el camino que ha tomado se verá marginada a ser una oposición que solo sirve para meter ruido y soliviantar a los sectores menos democráticos de la ciudadanía.