Rafa Rodríguez
Las élites globales se han fracturado de la misma forma que la Pandemia ha fracturado las estructuras económicas mundiales, tal como estaban articuladas tras la crisis de la globalización que comenzó en 2018.
El COVID-19, ha mostrado la debilidad de una economía basada en cadenas globales de producción y ha puesto de relieve, por un lado, la necesidad de seguridad en la actividad económica, de forma que no haya una multidependencia en el suministro de los componentes industriales básicos y, por otra, el papel determinante de las estructuras estatales y de los servicios públicos en el aseguramiento de la población y de la economía.
El doble liderazgo de EE.UU. encarnado en Trump, tanto como potencia económica global y cómo por ser representativo de la opción adoptada por las élites globales ante la crisis de la globalización y el avance de la crisis ecológica, está fracasando.
EEUU está batiendo el record de contagios (cerca de dos millones) y de fallecimientos, seguido de Brasil (615.000) y Reino Unido 285.000), gobernados por esos emuladores de Trump como son Bolsonaro y Boris Johnson. Ellos han demostrado que su concepción de la sociedad es un peligro para los ciudadanos, a los que están poniendo en grave riesgo y los han dejado sin defensas sociales, pero también un peligro para la propia actividad económica
Las multitudinarias manifestaciones en EE.UU. ante el asesinato de George Floyd por la policía, alertan del enorme malestar y de la crisis que vive la sociedad norteamericana y ponen cuesta arriba la reelección de Trump, en noviembre de este año.
Mientras, China ha demostrado la capacidad que tiene un Estado fuerte con una población que ronda los 1.400 millones de personas, no solo para controlar la pandemia, sino también para poner las bases de la reconstrucción económica.
Las élites económicas de la Unión Europea están alejándose tanto del modelo de Trump como del modelo chino, que no deja de ser una dictadura, y parece que han optado por una salida socialmente pactada, con disposición para hacer frente a la reconstrucción económica y a la crisis ecológica, con políticas consensuadas basadas en un equilibrio entre lo público y la privado y en la protección social, alejadas tanto del darwinismo de Trump o Bolsonaro como del autoritarismo chino.
Eso explicaría el consenso en torno a la actuación del BCE como garantizador en última instancia de la solvencia de los Estados de la UE, las medidas adoptadas por el Consejo y el proyecto de reconstrucción económica propuesto por la Comisión, cuya suma supone un avance en la dinámica de federalización frente a la dinámica intergubernamental que se había impuesto hasta ahora.
Este cambio de marco para el post COVID-19, tanto económico como político, va a tener consecuencias de todo tipo en el conjunto de Estados, pero en particular en los de la UE. En el plano político puede implicar la decadencia de la extrema derecha, y de su discurso de enfrentamiento y odio, que pierde funcionalidad para los poderes económicos, y una potenciación de las opciones políticas democráticas.
En España, este cambio puede explicar el giro de Ciudadanos, con líderes como Garicano muy conectados con las élites económicas europeas, que está abandonando su alianza con la extrema derecha y la derecha extrema, para ocupar un espacio más dialogante, tal como lo ha escenificado en el apoyo a las últimas prórrogas del Estado de Alarma. A pesar de contar con tan solo diez diputados este cambio puede modificar toda la dinámica política en el conjunto del Estado.
Por un lado, le quita fuerza y capacidad de presión al independentismo catalán, en particular a ERC que ha estado zigzagueando en los apoyos a las prórrogas de los Estados de Alarma. Por otro, refuerza al gobierno de coalición al mismo tiempo que debilita las opciones del PP de Casado. A pesar del apoyo que tiene la estrategia de confrontación radical en los poderes fácticos españoles, el gobierno progresista, gracias al respaldo económico de la UE, ha podido desarrollar una estrategia eficaz contra la pandemia al mismo tiempo que proteger económicamente de forma inédita a la mayoría de la población.
Incluso, el giro de Ciudadanos, puede hacer peligrar los gobiernos de coalición entre el PP y Ciudadanos, apoyados por la extrema derecha de VOX, en Madrid, Andalucía, o Murcia, o el pacto PP – Ciudadanos en Castilla y León.
Si en algunas de estas comunidades presididas por el PP, el partido de Casado fuera desbancado por una moción de censura, el propio liderazgo de Casado estaría en cuestión, de forma que las consecuencias de la crisis, lejos de la pandemia de amenazar al gobierno, amenazarían al PP y a VOX.
Este escenario permitiría avanzar en todos los territorios en una reconstrucción económica basada en la autonomía estratégica de las bases económicas y en la transición ecológica, en sintonía con los últimos documentos aprobados por la Comisión Europea en estas claves, desde el pacto verde, la agenda digital, la estrategia industrial, el plan para la economía circular, la estrategia de biodiversidad y de la Granja a la Mesa (F2F), hasta el propio plan de Recuperación propuesto por la Comisión.
(*) Pequeño homenaje al pinto expresionista abstracto catalán Xavier Grau, fallecido recientemente.