Rafa Rodríguez
Nuestro andalucismo entiende a Andalucía como una comunidad emocional en torno a lo común, como un instrumento útil contra la marginación y la desigualdad. Por eso es antiesencialista, abiertamente constructivista y federalista.
Sentir a Andalucía como nuestro marco político fundamental implica entenderla como un espacio público de interacción social, como un espacio común de solidaridad, que requiere de instituciones representativas de autogobierno. Un sentimiento en el que coinciden, de forma más o menos conscientes, la mayoría de la ciudadanía andaluza, sin que implique oposición a otros sentimientos de pertenencia, al contrario, suele ser compatible y expresarse en múltiples lealtades compartidas, lo que refleja su raíz democrática.
También significa que Andalucía es el espacio político desde el que miramos al mundo de una forma singular, y esa singularidad genera un efecto espejo que nos devuelve una imagen útil, referenciada, para interpretarnos a nosotros mismos como comunidad social. Nuestro andalucismo es cosmopolita porque defiende valores universales y no particulares. No decimos Andalucía lo primero, sino Andalucía por si, para una España y una Unión Europea federal, y para toda la humanidad y el planeta.
Miramos al mundo desde Andalucía, desde el aquí y el ahora, para comprender los grandes problemas de naturaleza global (pandemia del COVID – 19, crisis ecológica, transformación digital, desigualdad estructural, precarización del trabajo, machismos, autoritarismos, inestabilidad económica, etc.), que nos afectan que de una forma específica. Para intentar comprender el mundo necesitamos, al mismo tiempo, anclar nuestra mirada en este espacio político que es Andalucía, donde esos problemas se proyectan de forma concreta y se suman a nuestros problemas específicos (desigualdad territorial, modelo económico ineficaz y extractivo, paro y pobreza, centralismo, crisis política y territorial, gobierno de la derecha apoyado en la ultraderecha, etc.).
Es una dinámica de ida y vuelta que nos proporciona las dosis de realidad imprescindible para impulsar un proyecto de transformación de Andalucía y también nuestra cuota para un proyecto de transformación global, ya que el avance en la solución de los problemas de Andalucía es también la vía para avanzar en la solución de los problemas globales y viceversa. En definitiva, en una dinámica general para la construcción de una sociedad más justa.
Junto a esta forma de entender el espacio político, también el andalucismo nos proporciona una forma de entender el tiempo social. Nos conecta con nuestra genealogía política, con nuestras raíces sociales y culturales, valorando todas las aportaciones que, a lo largo de los siglos, nos han legado un extenso patrimonio cultural de bienes y objetos productos de una cultura mestiza e integradora que forma parte de los valores universales de justicia, igualdad y solidaridad. Un pasado que reconocemos de forma unitaria, sin exclusiones, negándonos, incluso por respeto, a convertirlo en una mitología, cuyos efectos, cuando sea realiza cualquier manipulación sobre la historia, suelen ser además alienantes con respecto a la realidad del presente.
Pero, sobre todo, miramos el futuro, y lo hacemos sin necesidad de echar mano de utopías, pero tampoco de catástrofes, porque concebimos el mañana como una dinámica conflictual, abierta, que va a depender de múltiples decisiones sociales y sobre la que queremos aportar nuestro compromiso con Andalucía para impulsar un proyecto de transformación que implica un nuevo modelo de Estado, de economía y de sociedad.
Andalucía es hoy una sociedad abierta, moderna, compleja y plural con un enorme dinamismo y diversidad. No vemos a Andalucía en blanco y negro sino con una extraordinaria paleta de colores, verde de esperanza y de ecología, blanco de paz, rojo y violeta de igualdad y sobre todo vemos a una sociedad que, mayoritariamente, ha convertido a alegría de vivir en una ética (recordando a Espinoza) para las relaciones sociales.
Por eso, no creemos en el andalucismo de la impugnación a todo lo existente, sino en el que aporta soluciones viables a partir de lo existente. Soluciones posibles que pueden ser compartidas por la inmensa mayoría.
Por primera vez en la historia tenemos un enorme potencial en el desarrollo energético a través de las energías renovables, tenemos una Autonomía consolidada, infraestructuras y potencial humano. Andalucía es hoy uno de los mejores lugares del mundo para vivir, pero tenemos problemas estructurales muy importantes: tasas de desigualdad, precariedad y pobreza insoportables, machismos, un sistema productivo ineficaz, seguimos padeciendo el centralismo y nuestro territorio es especialmente vulnerable a la crisis ecológica, en especial al cambio climático
La crisis del coronavirus ha obligado a paralizar la economía para salvar vidas y ahora el mundo post COVID – 19, va a implicar un acontecimiento de reconstrucción, pero también de cambio de rumbo. Necesitamos un proyecto político ampliamente apoyado en la ciudadanía en el que reconstrucción, transición ecológica, revolución digital y justicia social deben ir de la mano. Pero este proceso no será posible sin un cambio en las relaciones de poder, cuyo elemento básico son las relaciones entre el poder político democrático y el económico, en sus complejas interrelaciones en las distintas escalas, lo que conlleva una transformación del modelo de Estado, de las relaciones de producción y un cambio social y cultural.
Para fortalecer las instituciones públicas frente a los poderes económicos globales no democráticos, defendemos un modelo de Estado federal en el que los Estatutos de la Comunidades Autónomas tengan plenamente naturaleza constitucional con mecanismos de participación y codecisión de las Comunidades Autónomas en el gobierno del Estado y de la Unión Europea, en el contexto de nuestra realidad plurinacional con una cultura de respeto y tolerancia hacia todas las formas democráticas en los sentimientos de pertenencia nacionales.
La Unión Europea prepara un histórico programa de reconstrucción basado en la agenda digital y el pacto verde con una financiación en torno a los 750.000 millones de euros. El gobierno progresista del Estado también prepara una estrategia que quedará plasmada, además de en diversas leyes y planes, en los presupuestos generales para 2021.
La prioridad es impedir que la actual mayoría parlamentaria que sostiene al gobierno reaccionario en la Junta de Andalucía frustre la incorporación de Andalucía a una transición ecológica y social, como ya ha comenzado a hacerlo con la designación de VOX para presidir la comisión parlamentaria para la reconstrucción. Es la hora de que los partidos progresistas y las organizaciones sociales articulen un foro para la reconstrucción y la transformación de Andalucía que impulse la solución para nuestros problemas estructurales.
(*) Imagen de Michael Pinsky