Los andalucistas queremos mostrar nuestro apoyo al juez Baltasar Garzón ante la querella por prevaricación presentada por Falange Española de las JONS y el pseudosindicato “Manos Limpias” además de rechazar los ataques que está sufriendo de la extrema derecha ante los que no se puede ser conniventes ni responder con un silencio cómplice.
El resultado de esta querella puede finalizar con la inhabilitación del titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional por un período de hasta 20 años, poniendo fin así a una carrera judicial dedicada a la persecución de los crímenes de terroristas y dictadores, controvertida en lo político pero comprometida con la defensa de los derechos humanos, contra el autoritarismo, el terrorismo, la corrupción y los enemigos de la democracia en todo el mundo.
Bajo el principio de Justicia Universal, el juez Garzón intentó procesar al ex dictador chileno Augusto Pinochet, ha llevado casos contra terroristas de ETA y de Al Qaeda, procesado a dictadores de América Latina y matones de la mafia rusa. Sin embargo la preconstitucional Ley de Amnistía española ha evitado hasta ahora que ni él ni nadie investigue la muerte y desaparición de las víctimas del régimen franquista.
Falange Española de las JONS y Manos Limpias intentan volver a “echar tierra encima” a las 114.266 detenciones ilegales de desaparecidos del franquismo, y cuyos familiares aún buscan para poder rescatar de fosas comunes y reparar su memoria tras una vida truncada por el golpe de estado fascista que denominaron “alzamiento nacional”
Es una triste paradoja que quiénes buscan ahora amparo en el estado de derecho y en la Ley de Amnistía de 1977 sienten en el banquillo al único magistrado que ha investigado los crímenes del franquismo en lugar de a los autores de gravísimos delitos que, a diferencia de lo ocurrido con los regímenes autoritarios en otras partes de Europa, nunca se han enfrentado a un juicio ni han asumido sus responsabilidades penales.
El principal argumento de la querella presentada es la imposibilidad de investigar los hechos, pero La Ley de Amnistía de 1977 se refiere sólo a delitos políticos, pues los tribunales internacionales han declarado reiteradamente la falta de validez de las normas de punto final y la perseguibilidad en todo caso de los crímenes contra la humanidad.
Los andalucistas manifestamos nuestro respeto por las decisiones judiciales y el imperio de la ley en un estado de derecho en el que nadie se sitúa por encima de esta. Pero con la misma intensidad reclamamos el archivo de la causa instruida contra el juez Garzón como consecuencia de la querella de quienes siguen teniendo en el yugo y las flechas su símbolo y en la culata de cuya pistola aún se reconocen las muescas por las muertes de Blas Infante y Federico García Lorca.
Es irrelevante que el instructor del juicio a Garzón expulse por una formalidad a Falange de la querella o mantenga a la formación fascista en la acusación popular, ya que las víctimas de esta formación desde hace más de 70 años aún no han encontrado el descanso que otorga la justicia.
Este proceso está sirviendo para dejar claro quién ampara a las víctimas y quién a sus verdugos. Sin embargo la derecha y la extrema derecha no nos confundirán con el ruido de su pretendida defensa de la democracia. Los andalucistas no podemos tolerar que los mismos que son investigados por la trama Gürtel aleguen una defensa del sistema democrático para justificar su ataque a la libertad de expresión y nos intente fijar una mordaza a quienes no estamos de acuerdo en que nadie siente en el banquillo acusado de investigar los crímenes franquistas.
El carácter universal que Blas Infante supo recoger del alma andaluza y plasmó en el himno andaluz, es el mismo que sostiene el principio de Justicia Universal y el Tribunal Penal Internacional en el que el juez Garzón ha fundamentado su lucha contra las dictaduras y sus crímenes.
El lema de Blas Infante “Sea por Andalucía Libre, los pueblos y la humanidad” incluye también a una humanidad que no solo reclama justicia por los crímenes que sufre, sino que ve con estupor la fuerza de una extrema derecha que ha sentado al juez Garzón en el banquillo de los acusados, en vez de ser la democracia quien los acuse a ellos de ser una amenaza contra la convivencia pacífica.
¡Enhorabuena¡ magnífico texto