La crisis económica.
España ocupa una posición de extrema debilidad en la crisis por su posición deudora internacional, resultado de:
a) la falta de liderazgo público en la economía durante las últimas décadas ya que no ha impulsado sectores competitivos (aunque no fuesen tan rentables a corto plazo) y ha permitido que la economía gastase la financiación externa en fomentar la construcción y el consumo,
b) y por la mala gestión de la crisis. En efecto, Zapatero, después de negar la crisis, apostó por medidas anticíclicas (sobre la hipótesis de una crisis de carácter cíclica y coyuntural), muchas de ellas con finalidad electoralista, provocando el mayor déficit de la historia de la hacienda española. Ante la alarma internacional, Zapatero ha tomado el camino justamente contrario: un ajuste igualmente sin precedente a costa de los sectores y territorios más débiles y vulnerables.
El paro ha alcanzado en el 2T el 20,09% (4.645.5000 m.). Basta comparar esta cifra de paro con otras que han creado desasosiego, como la griega o la de EEUU, para ver la magnitud del problema. Se avecina un año 2011 muy duro en España por los recortes de inversiones y gastos sociales y por la subida de impuestos: Mas paro, mas morosidad, aumento del gasto público en desempleo, con riesgo de una recesión en la recesión por la contracción de la demanda interna agregada (pública y privada), mientras que la externa está lastrada por los ajusten en la UE.
Todavía no se ha logrado que el crédito vuelva a fluir ya que, a pesar del respiro que han dado los test de stress, la banca española tiene muchas debilidades en el mercado interno. La deuda de la banca española con el BCE ha alcanzado un nuevo record (130.200 m) y se ha convertido en el mayor deudor del BCE, captando casi el 30% de los préstamos totales del BCE cuando pesa el 10% del eurosistema.
Hay un gran consenso en que es imprescindible reducir el déficit externo. Sin embargo, la alternativa que está impulsando el gobierno es una reforma laboral que abre la puerta al recorte de salarios (lo dice el propio BE) que a su vez suponga una bajada en el precio de los productos, es decir, competir mediante precio y no mediante calidad, aceptando una posición periférica dentro de la UE. Pero, además de la improvisación, no está acompañada de medidas efectivas que repartan los costes de esta opción ya que el enorme fraude fiscal (por las facilidades que da la globalización para el ocultamiento de los beneficios del capital financiero) impide siquiera localizar a los “ricos”. El gobierno no tiene un plan fiscal; sigue instalado en la confusión fiscal cuando va a aprobar la reforma laboral (es decir, el “gran impuesto” a los trabajadores).
La crisis política.
Lógicamente la crisis económica se está proyectando también en una crisis política y se proyectará en una crisis social, acentuada por las “reformas estructurales” que no van a lograr disminuir el paro y que sin embargo van a debilitar radicalmente el Estado social y a permitir una reestructuración del poder laboral restando poder de negociación de los sindicatos para alcanzar el objetivo de una bajada generalizada de salarios como ya hicieron en el sector público a través de Decreto Ley.
Esta alternativa antisocial de la crisis va unida a la visualización del declive del PSOE, que ya empieza a presentar signos de descohesión a nivel local e incluso a nivel regional como evidencia el desafío de Gómez, en Madrid, al propio Zapatero. El barómetro del CIS de julio (último publicado) mostraba que el PSOE había caído hasta el 34,9%, (el % mas bajo desde la transición) y que el PP le saca 6,3 puntos de ventaja (obtiene tiene el 41,2%).
Al mismo tiempo, ni Rajoy ni el PP despiertan confianza ni presentan medidas contra la crisis. El PP está inmerso en múltiples casos de corrupción que mas que episodios aislados parece que son una forma de entender la política para enriquecerse (Gürtel, Hércules, Tenerife, Brugal, Mallorca, etc.). El hecho de que Camps vuelva a ser candidato muestra la permisividad de su dirección con la corrupción.
La reestructuración del poder territorial y Andalucía.
Las medidas de recortes de los derechos sociales solo cuenta con el apoyo implícito de PNV y CIU, que se han abstenido reiteradamente en las votaciones decisivas permitiendo que salieran adelante. La debilidad parlamentaria del PSOE está poniendo al descubierto tanto el poder que significa para un territorio tener un grupo parlamentario propio en el Congreso o el Senado como la naturaleza “liberal” del PNV y CIU.
Cataluña ha monopolizado la iniciativa política en estos meses, tanto por la STC como por su fuerza en las Cortes Generales. Esta dinámica se acentuará en los próximos meses por la celebración de sus elecciones autonómicas. Las posiciones mayoritarias se sitúan en torno al confederalismo aunque las posiciones independentistas cobran fuerza. Las consecuencias de este protagonismo para el conjunto del Estado están siendo:
a) La tendencia a considerar el Estado español como un territorio formado por 4 naciones (cuatro lenguas, cuatro naciones) dada la “desaparición política” de Andalucía, que logró conjurar esta amenaza estructural el 28F, pero que desde entonces ha vivido un proceso de pérdida de identidad, crecimiento en falso y desestructuración política y territorial (elecciones conjuntas, gobierno ininterrumpido del PSOE y oposición mayoritaria del PP, desaparición parlamentaria del andalucismo, localismos, etc.)
b) Arrastrar al independentismo vasco hacia vías pacíficas y democráticas que a su vez presiona a ETA, en una situación de gran debilidad y aislamiento de ETA, para que opte por una tregua verificable.
El PNV, a pesar de no estar gobernando en el País Vasco, espera retomar una especial posición de fuerza en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, forzando al gobierno central a nuevos traspasos de competencias y facilidades financieras para que se aprecie su funcionalidad.
El comportamiento tan desigual ante la crisis entre el norte y el sur peninsular, tanto económica como políticamente, está fomentando implícitamente una ruptura territorial: comunidades ricas y con poder político que quieren consolidar sus privilegios (financiación en forma de conciertos) y comunidades pobres, con mucho paro, y sin poder político que cada vez son mas asimiladas a España (pérdida de identidad) y que carecen de una perspectiva propia.
Andalucía es sin duda la gran perdedora en esta crisis ya que ve como se han esfumado los aparentes logros de treinta años y cómo ha perdido las defensas propias y es pasto del bipartidismo: nos encontramos atenazados entre la amenaza de la derecha y la triste realidad del régimen socialista, en proceso de derrumbe, porque donde los nacionalistas no tienen fuerza, lo que hay es bipartidismo.
(Pintura de Estaban Ruíz)