La complejidad y la gravedad de la actual situación en Andalucía nos exigen un permanente esfuerzo para captar la realidad social de forma global, aunque sea a fuerza de condensar las innumerables señales que diariamente llegan a través de los medios o de los institutos especializados. Como personas comprometidas con Andalucía vemos con impotencia cómo se agrava la situación ante la pasividad de la Junta y del sistema político andaluz en general y cómo paralelamente aumenta la caída en la invisibilidad de miles de andaluzas y andaluces cubiertos por un manto de angustia y desesperación.
Desde hace tres largos años venimos avisando de que caminamos hacia un abismo si no hay un brusco e imaginativo cambio de dirección, es decir, si la política no asume el liderazgo que le corresponde en las actuales circunstancias de total emergencia. Detengamos por un momento en los datos de paro que ha publicado el INEM, porque es inaudito que con una tasa de paro del más del 27%, el paro lejos de descender siga creciendo. Es más, Andalucía aglutina más del 40 por ciento de los nuevos parados en España.
Durante el pasado mes de septiembre, el número de parados registrados en Andalucía en el INEM aumentó en 20.635 personas, lo que supone un 2,35% respecto al mes anterior. De esta forma, el número total de desempleados se sitúa en 897.645 trabajadores en paro registrados. Asimismo, en términos interanuales, el paro aumentó en 74.115 personas, lo que representa un incremento de un 9% respecto al mismo mes del año anterior.
El desempleo aumentó en septiembre en todas las provincias andaluzas, especialmente en Cádiz, con un incremento del 4,36% (+7.024); seguida de Huelva, con un 3,95% (+2.017); Granada, un 3,34% (+2.941); y Málaga, con el 3,32% (+5.585), Jaén, el 2,52% (+1.317); Córdoba, con un incremento del 1,85 por ciento (+1.458 parados); Almería, un 0,29 (+214 desempleados); y Sevilla, con un aumento del 0,04% (+79 desempleados)
En España el número de parados subió en 48.102 personas en septiembre. De esta forma, el total de desempleados al finalizar septiembre volvió a superar la barrera de los cuatro millones de personas, al situarse el volumen total de parados en 4.017.763. En cuanto a la contratación, se registraron un total de 1.390.283 contratos. De ellos, solo el 8,8% del total, fueron de carácter indefinido, un 4,9% menos sobre igual mes del año anterior.
La tasa de paro andaluza es el elemento diferencial cualitativo más importante de la crisis y por lo tanto el eje, junto al cambio climático, sobre el que debe estructurarse toda la política actual, en el difícil y amenazador contexto internacional.
Bajo el riesgo de un colapso económico internacional, por las consecuencias económicas del cambio climático y los desequilibrios entre la economía productiva y la economía financiera, las estrategias cada vez más individuales de los Estado frente a la crisis, en un contexto de anarquía internacional, amenazan con desencadenar una guerra monetaria e incluso una nueva crisis del Euro. La actual coyuntura de polarización de posiciones entre Estados acreedores, con fuertes crecimientos del PIB, frente a Estados deudores, en recesión o con crecimientos en torno al 0, solo puede producir una mayor competitividad (enfrentamiento): guerra de divisas e inyecciones de liquidez mediante la compra de duda pública por los propios bancos centrales. No hay que olvidar que entre estos últimos “danificados” se encuentra el propio EE.UU., cuyo liderazgo está ligado de forma intensa al origen y salida de este crisis, amenazado por la deflación y la dependencia de China “prestamista de último recurso” y acaparador de las fuentes de materias primar en el mundo, sobre todo en Sudamérica y África, cuyo régimen antidemocrático le permite mantener artificialmente bajo el yuan, los salarios de los trabajadores y eludir las políticas ambientales. EE.UU. afronta además unas elecciones decisivas en noviembre en las que si Obama pierde se paralizaría todo su programa de reformas hasta el 2013 e incluso podría agravarse la situación de déficit público (superior al 10%) ya que los conservadores impedirían cualquier subida de impuestos, parapetados en el implícito relato suicida de que los servicios públicos se pagan solos y que los impuestos son un atentado a las libertades individuales por parte de un Estado que se percibe como una amenaza y no como un garante de la cohesión social.
Este círculo viciosa puede provocar no solo conflictos territoriales sino nuevos fenómenos como la “biflación” como consecuencia directa de la interrelación de la crisis financiera y la climática, es decir, deflación para los productos manufacturados (inflación subyacente en términos generales) e inflación de los commodities (petróleo y materias primas).
Es necesario un papel activo de las grandes instituciones internacionales que tienen una mayor legitimidad como la ONU, margina por completo durante esta crisis y relegada a un papel de gendarme en los conflictos armados o a una especia de gran ONG. Frente a la anarquía internacional es imprescindible que la ONU se convierta en el centro de la confusa constelación de organismos internacionales y provoque una reacción cooperativa frente al sálvese quien pueda y con los medios que sea que parece imperar en esta noche oscura por el apagón de la ciencia económica clásica. Incluso, después de la II guerra mundial la competencia entre bloques imponía una lógica de cooperación regional que hoy día, paradójicamente, echamos de menos.