Hoy han publicado la EPA correspondiente al segundo trimestre de 2009, y desde el gobierno y algunos medios de comunicación dicen que el dato no es tan malo. Admiten que crece el desempleo, 127.000 personas en España en un trimestre (hasta superar los 4.100.000), y 55.000 en Andalucía, dejándonos en el millón. Malo mais non plus, porque crece menos que el trimestre pasado (fueron 803.000 parados más en España, y 94.000 en Andalucía). Podrían llegar a decir incluso que supone un cambio de tendencia, porque por primera vez se frena la velocidad de crecimiento del desempleo interanual (comparando de un trimestre a otro de cada año, para evitar los efectos estacionales, como el inicio de las vacaciones, el fin de la campaña agrícola, etcétera).
Es la metáfora del paro como un tren: su velocidad era de 5.030 parados al día en España (1.050 en Andalucía); ahora de 4.810 (1.040 andaluces). Da la tranquilidad de que el tren no se desboca, que desacelera. Poco, de acuerdo, pero está frenando. Es un brote verde pequeñito, que casi no se ve… como el “bichito” de la colza, que si se cae al suelo se muere; como los hilillos de plastilina del Prestige. Por eso el gobierno no quiere pesimismo: ¡no vaya a ser que asustamos a los brotes y se nos mueran!
Hay dos problemas en esta interpretación. El primero, que frenar un poco no es suficiente cuando los datos son acumulativos: son más parados, que se suman a los que había; aunque este trimestre se sumen menos que el pasado, ¡los que había no han desaparecido! En total, 4.138.000 en España, 999.000 en Andalucía. Si vas en un tren y la vía se acaba, no basta con desacelerar: ¡hay que parar antes de despeñarse! Segundo, y lo realmente importante, que los datos son muy malos, no indican ningún cambio de tendencia.
El paro no se ha reducido. Y siendo intelectualmente honestos, tampoco se ha reducido la “tasa” de deterioro del mercado laboral. En teoría, políticos y periodistas entienden la estacionalidad del mercado laboral. Que el segundo y tercer trimestre son sistemática, estructuralmente mejores que el primero y cuarto, por el impacto de semana santa y verano. En la práctica lo olvidan, y empiezan con la cantinela del cambio de tendencia comparando datos intertrimestrales. Casi me avergüenza insistir en tales obviedades, ¡pero es el “análisis” de los representantes del gobierno y de muchos periodistas!
Un paso más allá, algunos dicen que ha “mejorado” (en realidad, que ha empeorado menos) el dato interanual, el que compara el segundo trimestre de 2009 con el de 2008. El paro sigue avanzando, pero a menor ritmo. El problema es que tampoco es así; para verlo tenemos que saber qué significa estadísticamente estar en paro.
Una persona está en paro cuando, estando en disposición y teniendo la voluntad de trabajar, no lo hace. Por eso hay dos formas de reducir el paro: o que haya más gente trabajando o que haya menos gente dispuesta a trabajar (sin entrar en redefiniciones legales o administrativas, que no se han hecho en los últimos años). Es decir, que el paro es el resultado de restar a la población con posibilidad y voluntad de trabajar (activa) los que efectivamente trabajan (ocupados).
En el último año, según la EPA, el paro ha crecido en 1.760.000 personas en España. Hace tres meses, el crecimiento anual del paro era peor: 1.840.000 personas. Por tanto, ¡se desacelera el ritmo de generación de desempleo! Sólo un 4,4%, pero algo es algo… El problema es la letra pequeña. En el primer trimestre, el paro aumentaba porque se destruían 1.310.000 empleos y 530.000 personas se incorporaban al mercado laboral. En el segundo, se destruían muchos más empleos, 1.480.000, y si el total de paro crecía menos era porque sólo se incorporaban 280.000 personas a la población activa. El paro se desacelera, pero se pierden más empleos que antes. ¿En qué sentido puede ser un “brote verde” cuando se destruye más empleo?
¿Qué está sucediendo? Probablemente la población se está adaptando a la crisis. El crecimiento de la población activa ha caído a la mitad: del 2,3% anual a principios de año al 1,2% ahora. El motivo puede estar en menores tasas de inmigración, y sobre todo en el comportamiento de los jóvenes: los menores de 25 años eran 2.400.000 en el mercado laboral hace un año (parados y ocupados); ahora son menos, 2.240.000. Hay menos jóvenes dispuestos a trabajar, una caída del 6,7%. Hay motivos demográficos (la caída de la natalidad desde los ochenta), pero algunos hacen de necesidad virtud y lo consideran positivo porque indicaría también que siguen estudiando, se forman más y mejoran su cualificación. El problema es que son los mismos que no hace tanto pedían menos licenciados y más ebanistas, fontaneros y electricistas. No han cambiado su criterio: sigue siendo el mismo hoy que ayer, o sea, ninguno. Es lo que tiene creer más en la magia que en la ciencia, y pensar en el mercado como en una ouija (¡dice que ahora hacen falta licenciados! ¿Seguro que no has sido tú el que ha movido el vaso?).
En Andalucía el paro ha crecido mucho, más que en el resto de España. 380.000 más en un año, hasta rozar el millón. El 25,4%. Hablar de “desaceleración” cuando hace tres meses era del 24,0%… En su descargo, alguien en la Junta dirá que nuestra población activa crece más que la media española (aquí al 3,5%, en España al 1,2%). Algunos pretenderán explicar así las cosas. El problema es que el otro elemento de la ecuación (la población ocupada) también cae más que en el resto de España: en el último año, se han destruido 250.000 empleos aquí. Un 7,8% en un año. Peor aún que en España (7,2%). Y peor que hace tres meses (7,5%): la destrucción del empleo se sigue acelerando en Andalucía.
Por tanto, si el paro sigue creciendo, más por la vía de la destrucción de empleo que por el aumento de la población activa; si el empleo se destruye en Andalucía más que en el resto de España, y se acelera, porque lo hace a una tasa mayor que el pasado… ¿dónde está la desaceleración de la crisis? ¿Dónde ve esta gente los brotes verdes?
Escuchando tantas voces buscando brotes verdes como la señal del principio del fin de la crisis, me viene a la cabeza una frase de Churchill. Durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas inglesas derrotaron a los alemanes comandados por Rommel en el Norte de África, en la batalla de El Alamein. Exaltados, algunos de sus compatriotas hablaban del principio del fin de la guerra. Churchill, prudente, les dijo que en todo caso se encontraban en el fin del principio. Creo que aún ni hemos llegado a El Alamein.