Quien sea consciente de que el futuro de esta crisis no está escrito habrá cobrado ventaja para escribirlo. O lo escriben ellos (la ínfima minoría) o lo escribimos nosotros y nosotras (la inmensa mayoría). O lo escriben los que desahucian, mandan al paro y roban o lo escriben los desahuciados, las desempleadas, las expoliadas, los humillados. O lo escribe los de arriba o lo escriben las y los de abajo. Esa es la cuestión, no hay otra. Se podrá discutir, nosotros y nosotras no lo hacemos, la utilidad de una huelga pero lo que es indiscutible es la inutilidad de no hacerla. Ellos, los que están escribiendo el futuro, lo tienen muy claro: no quieren que la hagamos y van a hacer todo lo posible para que fracase. ¿Colaboraremos nosotras y nosotros, los de abajo, con lo que quieren ellos, los de arriba?
La huelga general europea y ciudadana del 14 de noviembre es una oportunidad de expresión de una opinión pública europea ignorada y ninguneada por las instituciones de la unión. En la actual configuración de la unión europea donde esta el poder político y económico real no está la democracia, ni la ciudadanía. Ojala esta huelga sea el comienzo de una opinión pública y de un pueblo europeo capaz de torcer la estrategia neoliberal que está destrozando a Europa.
Ellos, los de arriba, aman a las multitudes dispersas, a los individuos aislados, átomos sociales vulnerables y desesperados; ora víctimas del consumo compulsivo, ora víctima del castigo de la deuda. Nosotras y nosotros amamos a las multitudes inteligentes y solidarias, a los ciudadanos y ciudadanas responsables y cooperativas. Multitudes dispersas contra multitudes inteligentes, desesperación frente a cooperación, atomismo social frente a ciudadanía. Todos estos antagonismos están en combate el próximo 14 de noviembre. A la huelga, para escribir y gobernar nuestro futuro.