Por Manuel Ángel Vázquez Medel.
Catedrático Universidad de Sevilla. Ex presidente Consejo Audiovisual de Andalucía.
Sebastián de la Obra.
Historiador. Ex adjunto Defensor del Pueblo Andaluz.
Nuestra sociedad ha sido y es diversa. Andalucía, en particular, ha sido y es paradigma de la diversidad. El marco constitucional y estatutario que nos hemos dotado asegura, protege y garantiza esa diversidad a través del reconocimiento del pluralismo político y del pluralismo cultural. En el primer caso, la Constitución sitúa en su artículo primero al pluralismo político como valor superior al mismo nivel que la libertad, la igualdad y la justicia. Igualmente el texto constitucional establece en su artículo sexto que los agentes que expresan el pluralismo político son los partidos políticos. Todos los partidos políticos reconocidos. Todos. No establece ninguna distinción o prelación en función del ámbito territorial, o del nivel de representación, o de la magnitud del voto. Todos los partidos políticos son la expresión del valor del pluralismo. Una vez reconocido el valor e identificados los agentes que lo expresan, el texto constitucional establece varios principios que aluden al ejercicio efectivo del pluralismo. Asegura el acceso a los medios de comunicación públicos. Asegura el ejercicio de la libertad comunicativa. Ampara la libre formación de la opinión pública. Es más en el art. Noveno se establece la obligación de los poderes públicos para promover las condiciones que hagan efectivo ese pluralismo y remover los obstáculos que lo dificulten. El desarrollo legislativo en materia electoral (desde la Ley orgánica hasta las disposiciones emanadas de la Junta electoral central) ha ido estableciendo una serie de criterios y normas que se podrían resumir en dos: en primer lugar todos los partidos deben ser escuchados y deben disponer de las mismas oportunidades en su presencia en los medios públicos y, en segundo lugar, durante los periodos electorales los medios de comunicación públicos garantizan la presencia de los partidos atribuyéndoles tiempos y presencia proporcionales a la representación obtenida en la última convocatoria electoral. Esto es así. A pesar de las numerosas críticas que este último aspecto ha recibido (desde los profesionales, los partidos minoritarios y los sindicatos de periodistas), esto es así y no es en esta ocasión el objeto de nuestra reflexión entrar en su cuestionamiento (y no por falta de argumentos)
En Sevilla una televisión municipal ha organizado un debate con tres representantes de partidos políticos. Los tres son candidatos en las próximas elecciones municipales. Dos de ellos ya son concejales. El tercero no. Los tres representan a los actuales partidos con presencia en el Ayuntamiento. Una candidata a la alcaldía, Pilar González, del Partido Andalucista, ha solicitado su presencia. Quiere estar en ese debate. Su voluntad de estar la ha hecho explícita dirigiéndose a ese medio público. Se le ha negado este derecho. La candidata quiere estar e insiste ante la asociación de la prensa, ante los organismos reguladores… Fundamenta su solicitud en la defensa del pluralismo político. Considera que el argumento de que su partido no tiene representación en la actual corporación municipal no se sostiene, dado que no estamos en campaña lectoral y por lo tanto no hay que recurrir a los mecanismos de la proporción. Es un debate político y ella quiere estar. Es más, los textos normativos reconocen “a los grupos sociales y políticos significativos” el acceso sin trabas ni impedimentos a los medios públicos de comunicación. No es suficientemente significativo que el partido de la candidata esté en el origen de la Autonomía, no es significativo que su partido haya gobernado la ciudad de Sevilla, no es significativo que sea la cuarta formación política en el territorio andaluz, no es significativo que los símbolos de Andalucía nos representen hoy en día porque esa fuerza política los restauró del olvido, no es significativo su explícita voluntad de querer estar. No es significativo que en una sociedad compuesta de forma casi igual por hombres y mujeres, y que aspira a la paridad como valor, esté una mujer debatiendo con tres hombres.
La televisión es una plataforma informativa y persuasiva de primera magnitud. La televisión pública es eso mismo y además un espacio donde la gestión del pluralismo político( y cultural) debe ser garantizado, ejercido y fomentado. Es legal que las grandes fuerzas políticas tengan garantizada su presencia. Nuestra democracia gana aun más si otras voces disfrutan del mismo derecho. Este derecho lo tiene Pilar González y todas aquellas voces que muestran realmente que somos y queremos ser una sociedad donde la diversidad y la diferencia no queden a la intemperie.
Un partido político andaluz, que tiene más de 500 alcaldes y concejales por toda Andalucía, no se merece este desprecio.