Antonio Baños. Una radiografía del baile de siglas de fuerzas progresistas que concurren el 20N
Para mí, la unidad de la izquierda es como el mercado libre o la resurrección de los muertos; lugares utópicos en los que no estoy muy seguro de si me gustaría pasar una tarde de domingo. La izquierda debe estar conformada por las izquierdas, por la pluralidad. Porque sus propias ambiciones de emancipación y autonomía así lo mandan. Sin temor al baile de siglas, vamos a dar un garbeo por el hemisferio izquierdo.
Antes de empezar, ya se nos impone una decisión compleja: ¿Es el PSOE de izquierdas? Ellos dicen que sí, aunque encontraríamos rápidamente a más de dos o tres personas que negarían esta arrogación. Lo cierto es que el PSOE es un partido progresista, de la misma manera que lo eran el SPD de Schröder o el Labour de Blair. Lo que no está nada claro es que el progresismo y la izquierda sean hoy la misma cosa.
El progresismo se ha dedicado, básicamente, a la reforma de las costumbres más que del sistema. Se trataba de endulzar la globalización. «El Ejecutivo del Estado moderno»- se decía en el Manifiesto comunista- «no es sino un comité para arreglar los asuntos comunes de toda la burguesía» (me disculparán lo viejuno de la cita.) Así que, vamos a pensar que el PSOE de RbCb, por mucho que le haya dado un apretón antifinanciero, no sería la izquierda a la que nos referimos cuando hablamos de izquierda.
A los camaradas de la sinistra les sentó fatal eso de la burbuja. Anclados en el paradigma y el discurso produccionista, los grandes sindicatos y la izquierda parlamentaria no se atrevieron a criticar el subidón porque, por muy especulativo que fuera, daba trabajo. De esa época de confusión, aún colea José María Fidalgo, que suena a ministro del PP. La crisis pilló a muchos con los viejos libros sobre lucha obrera embalados en cajas, tras haber redecorado el imaginario socialista con estanterías suecas. Por ser irónico podríamos decir que los cuadros y mandos de la izquierda precrash sufrían de aquello que Tzvetan Todorov llamó «aislamiento de la vanguardia revolucionaria».
Cuando ICV mandaba
Y cuesta recuperar la movilidad del pie izquierdo. No hace tanto, en Catalunya «disfrutábamos» de Joan Saura, líder de ICV, ordenando a los Mossos -de los que era jefe- que sacudieran a los estudiantes en lucha contra el Plan Bolonia. Y fíjate ahora, el bueno de Joan Herrera ya está dando sus primeros pasitos como anticapitalista.
Tras la IX Asamblea Federal en 2008, IU se embarcó en la llamada Refundación de la Izquierda, que tuvo su hype en la elección de Cayo Lara como coordinador general. Alguna vez les he comentado el persistente olor a Cuéntame que sale de la oferta electoral. En ese sentido, Lara es un ejemplo paradigmático. Una versión encarnada del Juan Echanove de la serie. Un comunista de campo. Un hombre enfrentado, en el western de Ciudad Real, al salvaje poder de los cuatreros inmobiliarios. IU debe estar al tanto de una doble dinámica: la de una masa indignada en busca de su conciencia política y la de su propia transformación en la línea de lo que John Holloway llama el marxismo abierto. Marxismo, como teoría que pone en valor el poder de los que no tienen poder.
Y con 30 años de retraso con respecto a Alemania, se presenta por fin en España un partido verde con horizonte parlamentario: Equo. Es cierto que su nombre nos remite al estante de los lácteos con bífidus, pero su estreno debe ser saludado con alegría. Cuanto más seamos, menos reirán. Muy interesante y alentadora es también la experiencia de Compromís. Ser izquierdista en tierras de Santiago Calatrava y sus dinosaurios de hormigón público es algo heroico.
En la guerra de 1870, los prusianos entendieron que la nueva tecnología del momento, el ferrocarril, les permitía mayor velocidad y autonomía de despliegue frente a unos franceses que aún creían en la movilización masiva de tropas. El general Von Moltke, vencedor de la batalla de Sedan, acuñó por aquel entonces una doctrina para sus tropas que hoy, ante los temores de fragmentación y la esperanza de la indignación, nos podría ser útil: «Marchad separados, atacad juntos».