(Artículo publicado originariamente en Paradigma)
Ángel B. Gómez Puerto.
La gente quiere que los poderes públicos ofrezcan soluciones a sus problemas, que no son pocos. Los efectos sociales de la crisis económica y del robo masivo al patrimonio común siguen intactos. Desempleo y pobreza que se ceba con las clases más humildes. Observo con bastante cansancio los debates de muchos de nuestros representantes políticos, que olvidan lo más importante de su función, conseguir justicia social, hacer realidad la igualdad y la dignidad.
Muchas, muchas personas ya no ven útil ir a votar. Es una tendencia que no es nueva. Ni mucho menos participar en la actividad política. Es responsabilidad de los diferentes poderes públicos llevar a cabo políticas que llenen de contenido las obligaciones constitucionales del Estado social. En la medida en que veamos útiles la función de nuestros representantes en las instituciones, será un elemento motivador al voto y a la participación en la vida política, y para ello se han de abandonar prácticas partidarias de mero enfrentamiento y olvido de los problemas reales de los que somos administrados, representados en el sistema de representación política.
Pienso que una de las formas de ilusionar a muchas personas que hace tiempo dejaron de creer en la política como solución y la situaron como problema (este dato aparece sistemáticamente en los estudios sociológicos), puede ser que desde los poderes públicos se centren esencialmente en trabajar por las mayorías sociales que padecemos los efectos de crisis económicas y la destrucción de servicios públicos, únicos garantes de la igualdad real.
Y muy importante también, que desde la representación política no se fomente la división entre las personas, que se expresen con moderación, pues vemos en los medios y en las instituciones enfrentamientos que en la calle no existen. La vida cotidiana ya es suficientemente complicada para lo que no estamos en las instituciones como para esperar que nuestros representantes destilen calma y serenidad, trabajo comprometido con los muchos problemas. Son debates estériles con efectos muy perversos en términos de opciones electorales.
Empleo, sanidad, educación, apoyo a la dependencia, cuidado del medio ambiente, igualdad, libertad de expresión, vivienda, acceso a la cultura, y tantos derechos que tenemos que hacer realidad. Sin participación no hay democracia, por eso es tan importante motivar con hechos, con políticas sociales, la participación electoral, como elemento mínimo, y la implicación mayor a en la vida política. Por eso es esencial llenar de contenido social a nuestra Democracia. Si no lo hacemos la gente del común, lo harán otros bajo parámetros no precisamente democráticos. Hagamos memoria de lo que costó que en España hubiera Democracia y derechos y el esfuerzo por conseguir la paz entre la ciudadanía en este país. Que no se rompan esas conquistas. Exijamos mas Estado social, única garantía de nuestra Democracia.
(*) Profesor de la Universidad de Córdoba (Departamento de Derecho Público y Económico).http://gomezpuerto.blogspot.com