Tras 56 días desde que lo detuviesen en la pasada huelga general del 14-N y lo encarcelasen bajo el régimen FIES 5, el más duro, aplicado a terroristas, narcotraficantes, Alfonso Fernandez, ‘Alfon’, ya está en casa.
Sorprendentemente, ha sido liberado con las mismas razones que le encarcelaron: ninguna. Pero ya está con su gente. Y su gente, pese al retrato de radical antisistema ajeno a la sociedad que han intentado hacer los saqueadores de lo público, que intentan hacer de cualquiera que se oponga a la destrucción del estado de bienestar o los derechos del pueblo, no es ninguna banda de delincuentes que va sembrando el terror por las calles de Madrid entre bomba y bomba. Su gente es una entrañable familia trabajadora, una tierna novia y un grupo de amigos de barrio que esta segunda noche fuera le estaban arropando en su acogedor piso de Vallecas. Tras mil protestas capitaneadas por su valiente madre coraje, la gran Elena Ortega, tuve el honor de ser recibido en esa casa para ver cómo vive un símbolo de la izquierda. Porque este encierro le ha convertido en un símbolo de la izquierda. Pero, ante todo, lo que encontré es a un chaval de 21 años deseoso de recuperar su libertad, sus mimos con su novia, y a su cariñosa familia. Un chico de lo más ejemplar, vamos. Aunque Alfon sacrifique esa cotidianeidad por una conciencia social rara en estos tiempos, es un chico corriente con una vida corriente. Eso me quedó claro tras conocer a su novia Daira, a su encantador padre, a su lúcida hermana Paz y a su magnífica madre coraje. Y mucho más tras entrevistarle en su cuarto que preside un retrato de Lenin que Alfon muestra con orgullo. El cuarto de un chico corriente que ha vivido una odisea que le ha puesto en el punto de mira de la derecha más represora y la izquierda más deseosa de encontrar el camino. Y el camino, el símbolo y, porque no, el héroe, es Alfon.
SU DETENCIÓN
Lo primero que quiero que me cuentes es qué ocurrió aquél 14-N. Tú estás aquí con tu novia, quedáis el día de la huelga general que vais a ir con un piquete informativo, pasas el patio de tu casa, sales a la puerta y…
Y voy a casa de mi tío, que habíamos quedado con él para ir al piquete. Mi madre mientras estaba duchándose. Había más gente por la calle que iba a diferentes piquetes y de repente nos para la policía.
«No soy un héroe. Lo son los jóvenes que salen cada día a la calle a cambiar esta sociedad injusta y este sistema económico y político»¿Al llegar al final de la calle?
Sí, en la esquina con Villalobos. Nos para la policía y nos da el alto y entregamos nuestra documentación. Y nos dicen quién es el que se ha ido corriendo…
¿Pero porque teníais alguna pinta especial o porque con eso de la huelga ya estaban nerviosos?
No, no. Nos dieron el alto y ya está. Yo tengo más experiencia en huelgas y en una de ellas me pidieron identificarme 18 veces en una noche. Porque los días de huelga en general hay toque de queda en Vallecas. A partir de cierta edad no se puede estar en la calle desde la doce de la noche hasta el día siguiente. Nos pararon como hacen siempre, rutinario como ellos dicen. Sacamos el DNI…
¿Cuántos policías eran?
Tres policías de paisano. Nos estamos identificando y uno de ellos de repente saca una bolsa de no sé dónde y nos dice «¿qué es esto, esta bolsa?» Yo en un principio miré y vi que era una bolsa con unos espráis de pintura y, por supuesto, le digo no sé qué es esa bolsa, que eso no es mío. Pero el policía insiste y me dice otra vez: «Pero, ¿qué es esto?», con acento gallego, porque recuerdo que era gallego. Y yo le repito que no sé de lo que me habla. Y entonces empieza sacar los espráis y a decirme que si estoy colgado, que qué iba a hacer yo con eso… yo le digo que no es mío, que será suyo o de otro pero que, desde luego, mío no es.
¿Tú con quién ibas? ¿Se os había unido alguien?
No. Yo iba con Daira, mi compañera. Pero junto a nosotros había bastante gente que iba a los piquetes y unos que estaban al lado, al escuchar a la policía preguntarnos, salen corriendo. Pero los policías ni les miran. No les identificaron. Seguían preguntándonos que esa bolsa qué era y yo contestando que no sabía nada de la bolsa. Entonces, de repente, empiezan a aparecer coches y un montón de policías de paisano y entonces nos comunican que Daira y yo estamos detenidos.
«Cuando nos pararon, un policía dijo que éramos unos malditos comunistas, unos parásitos que no valen para nada y que no han trabajado en su vida» ¿Os ponen esposas?
Sí, nos ponen las esposas y nos suben a un coche y nos llevan a la comisaría de Moratalaz.
¿Y cuando os detienen qué os dicen?, ¿Os señalan la bolsa y tú insistes en que esa mochila no era tuya? Porque han insistido mucho en la mochila…
No era una mochila, era una bolsa negra de estas normales de plástico… Claro, le digo que no, que no. Pero entonces llega uno que es un mando y nos dice que Daira y yo estamos detenidos. Nos llevan a Moratalaz, nos meten en el edificio…
¿Alguno hizo algún gesto de conocerte de antes?
No lo sé. Y si lo hizo yo no me di cuenta. Nos llevan al edificio de la comisaría de Moratalaz donde tienen allí las oficinas, donde se encuentran los despachos de las brigadas, de las diferentes secciones y nos suben al edificio y entregan la bolsa a un tipo con unos guantes, todo muy espectacular, todo muy peliculero, y ya nos bajan a los calabozos. Y donde ya sí empezó la película verdadera fue a las 16 o 17 horas de la detención…
¿Y cuando le dicen a Daira que se vaya?
No, no, nos detienen a los dos. Aunque luego nos separan y nos meten en diferentes calabozos. Y pasamos.
¿Te amenazan?
No. Simplemente nos meten a cada uno en un calabozo y allí pasamos 16 o 17 horas. Entonces es cuando nos sacan las huellas dactilares un montón de veces. Yo diría cuatro veces.
¿Y os decían que las huellas eran para identificarlas en la bolsa?
No. Te sacan las huellas. Siempre que te detienen te sacan las huellas.
«Nosotros no tenemos bienes materiales para usarlos como armas, a diferencia de ellos. Nuestras armas son nuestras mentes» ¿A ti te han detenido más veces?
Yo había tenido un problema que pasó en Vallecas y que fue que le pegaron una paliza a mi tía entre 12 policías. Ese es el único problema.
Sí, me lo han contado antes y me han enseñado las fotos de los moratones, los huesos del pie rotos y la cara destrozada. Me han explicado que todo fue porque iba en coche con tu tío, que lleva rastas, que os pararon en un control, les dijeron que no saliesen del coche y tu tía salió a pedirle explicaciones al policía. Entonces este le arreó con la porra en la pierna y cuando ella le empujó instintivamente para apartarle la cogieron entre varios y se la llevaron al callejón. Claro, tú estabas viendo cómo le pegaban a tu tía…
No. Yo no la veía porque se la llevaron a un callejón y yo gritaba y me agarraban para impedirme ir a auxiliar a mi tía. Y luego me detuvieron por atentado a la autoridad.
Y volviendo a la detención…
Llevábamos 17 horas… nos sacaron de la celda y nos dijeron: «vaya a dónde está ese hombre» y giré, vi a un encapuchado y me dijo que pasase a una salita, a su izquierda. Pasé y allí había tres o cuatro encapuchados más o cinco, en todo momento encapuchados sin vérsele el rostro. Y me dicen que colabore con el asunto y que si no me voy a comer yo un marrón muy grande por «hijo de puta» y que ellos se van a alegrar. Yo les dije que se estaban equivocando de persona y que yo no iba a declarar sin presencia de magistrado. Eso a ellos les solivianta.
Ellos querían que dijeses que la bolsa era tuya…
Sí, claro. Pero yo les repetía que no y que sin mi abogado no iba a declarar nada. Entonces estos encapuchados me sacan las llaves de mi casa y la de mi compañera y me dicen que van a hacer un registro en ambas viviendas. Entonces me suben a un coche y desde ese coche veo que en otro está subida Daria. Posiblemente ése fue uno de los momentos más duros, cuando vi que ella estaba en el otro coche con los otros encapuchados y que ella estuviese pasando todo esto y que le estuviesen haciendo pasar por algo así… Y fuimos primero a su casa. Allí estuvieron media hora arriba y se llevaron su ordenador y su móvil. Y vinieron luego aquí y en ese momento no estaba el ordenador porque se lo había llevado mi hermana que lo necesitaba para hacer sus trabajos de clase y estaba en casa de los abuelos y entonces se llevaron mi móvil.
¿Y en esos momentos estabas con Daira?
No. Estábamos en distintos coches. Ellos me repetían que lo que le estaba pasando a Daira era por mi culpa. Que era un maricón, un cabrón, que no la quería…
¿Pero ellos qué querían sacarte? ¿Te pidieron en algún momento que incriminases a otros?
Sí, claro. Sobre todo que incriminase al colectivo Bukanero. Porque al poco de tenerme detenido ya me habían dicho que habían descubierto que yo era de los Bukaneros y que nos tenían ganas… De hecho, desde allí nos fuimos a la sede de Bukaneros y allí echaron la puerta abajo con un ariete y armados y entraron a registrar. Que sólo salieron con unas banderas y diciendo que habían hecho un muy buen trabajo, de lo que habían encontrado… que en verdad no habían encontrado nada…
«El único problema que he tenido ha sido que le pegaron a mi tía una paliza entre 12 policías… y luego me detuvieron por atentado a la autoridad»¿Y cómo identificaron que eras de los bukaneros? ¿Tenéis algún carnet de socio o un fichero público al que pueda acceder cualquiera?
No. Ni nosotros llevamos quién es amigo de bukaneros. Pero ellos deben infiltrarse o hacer fotos de quién es quien. Me di cuenta porque uno de los policías al entrar en la sede dijo «con esta, yo ya he estado cuatro veces aquí», así que deben infiltrarse y hacerse pasar por seguidores del Rayo y amigos para controlarnos. Yo soy un joven que se organiza dentro de este barrio como tantos y como más haría falta y eso es lo que a ellos les da rabia. Y por eso tienen informes de todos nosotros
¿Y cómo saben todo eso? ¿Es por ser de izquierdas?
Ellos tienen los informes de cualquiera que se mueva mínimamente y alce la voz. En sus ordenadores tienen informes de miles de personas que se organizan e intentan cambiar… Ya te he dicho que en la última huelga me identificaron 18 veces. En este barrio sobre todo. Vivimos en un estado policial que en pocos sitios he visto. Porque aquí una patrulla de policía te la encuentras cada tres minutos, cada cinco tienes una… y claro yo estoy acostumbrado, aquí cualquier joven está acostumbrado a ver identificaciones policiales o cacheos.
¿Oíste algún comentario del tipo «sois antisistema»?
Sí, hubo un policía que dijo que éramos «malditos comunistas, unos parásitos que no valéis para nada, que no habéis trabajado en vuestra vida».
¿Y cuándo ves a tu abogado?
Pues no pude verle hasta el segundo día. Aunque antes de verle sufrimos los dos interrogatorios sin abogado.
¿Es que el abogado no había podido llegar antes?
Es que no le dejaron. Me contó que en la puerta llevaban dos días mi madre y él y le decían que no podía verme hasta que encontrasen un papel… (su madre confirma que estuvo dos días intentando y no les dejaban). A mi abogado no le dejaron hasta el día siguiente. Me detuvieron el 14 y no hubo presencia de magistrado hasta el 15.
Y encima diciéndote cosas para hacerte sentir mal como eso de hablarte de Daria
Sí claro. Ahí hubo toda una guerra psicológica que tienes que soportar porque no te queda otra. Y claro que llegan momentos en que te hacen hundirte. Y te hacen sentirte como ellos quieren que sientas.
«Ellos me repetían que lo que le estaba pasando a Daira era por mi culpa. Que era un maricón, un cabrón, que no la quería…»¿Y mencionaron a tu madre?
No, con quien sí hablaron fue con mi padre en aquel registro para que «hablase» o «dijese algo». (Interviene su madre y le dice que eso lo escuchó ella. Cómo le dijeron «Si usted dice quién llevaba la bolsa su hijo se queda aquí». A lo que Alfon replica enfadado) Es que hay que saber cómo funciona esta gente. Si papá hubiese dicho algo se lo llevan detenido.
Eso lo único que demuestra, y es importante, es que ellos no saben de quién es la bolsa. Que se confirma porque no consiguieron encontrar tus huellas dactilares en la bolsa ni llevabas guantes. Y tenían que encontrar un culpable para la bolsa.
Exactamente.
¿Cuándo te llevan a prisión?
El día 16 nos llevaron a los juzgados de Plaza de Castilla. Mientras a mí me llevaron a hablar con Erlantz (su abogado), a Daira la volvían a sacar para otro interrogatorio. Para que hablase de mí. Todo un poco absurdo. Y entonces me dicen que estaban esperando un informe policial y que hasta que no llegase ese informe no podía la juez decidir si me daba libertad. Y a los 56 días todavía no había llegado el informe policial, pero la jueza decidió que no podía retener más a una persona a expensas de que la policía estuviese reteniendo ese informe. De ahí me llevan a Soto del Real.
¿Dentro, cómo vives eso tan terrible? ¿Cómo te enteras de que estás en el régimen FIES?
Pues el primer mes estuve más o menos bien. Asumí la correspondencia que sólo podía escribir ocho cartas y las llamadas, que iban a grabarme todo, que cuando fuese a ver a mi familia me iban a poner en una cabina especial cerrado con llave. Entonces lo asumí. En el módulo de menores estuve allí bien. Tuve mi círculo de amistades, me hice al sitio. Empecé hasta un curso de agricultura ecológica y luego uno de filosofía… Bueno, sí, la verdad es que allí estaba bien. Pero de repente me llaman y me dicen que me cambian de módulo. Primero me dicen que a uno, luego que no, luego que sí, que me cambian pero a otro módulo. Y de estar en un módulo con 97 chavales de mi edad pasé a un modulo con 54 hombres de una media de edad de la de mi padre. Entré allí desorientado, como volviendo a empezar, otra vez todo, con todas mis cosas y me metieron en una celda, al día siguiente me dijeron que no podía estar en esa celda porque era FIES y tenía que estar en la planta de arriba. Otra vez a recoger todas mis cosas. Y así pasé unos días malos en el nuevo módulo porque no encajaba con nadie. Había gente de mi barrio y medio mantuve amistad esos días. La verdad es que fue un mazazo grande. Y me empecé a hacer a la idea de que esto del FIES era así: que me olvidase de la correspondencia, que las llamadas me las iban a cortar de repente, que me iban a estar cambiando constantemente
¿En estos dos meses, los guardias te han hecho comentarios dentro de la cárcel?
Sí. Que qué hace un niño como yo jugando con explosivos, que tuviese cuidado con los explosivos, comentarios burlones. Y veían mi nombre en la pizarra con lo del FIES, porque lo marcaban, y me llamaban para ver quién era el FIES… Sí, muchas tardes: «¿has ido a algún lado esta mañana?» «No». Al día siguiente: «¿has ido a algún lado esta mañana?» (Ante mis exclamaciones de «¿Y a dónde ibas a ir en la cárcel?») Un poco para hacerme ir, que me viesen y que yo me sintiese que me estaban controlando.
¿Tú dentro te fuiste enterando de lo que estaba pasando fuera?
Sí, lo que me decía mi madre y un colega me había dicho que había visto algo en la tele en el chabolo (celda). Que había visto en La Sexta lo del 28 de diciembre. La concentración en Sol. Y la verdad es que me animó.
¿Cuando saliste y te encontraste todo el apoyo y el movimiento de Alfon Libertad, qué sentiste?
Pues todavía estoy un poco asumiéndolo, abrumado. Porque comparado con lo que he vivido allí que allí, de lado al mundo, el tiempo se para, salir y ver todo el revuelo y a la gente y la solidaridad que he recibido… la verdad es que se te pone la carne de gallina.
«Los días de huelga, en general, hay toque de queda en Vallecas»¿Tú eres consciente de que te has convertido en un símbolo de la izquierda?
Pues no sé. No sabría cómo asumir eso todavía. Supongo que hay que tener mucha cabeza ahora mismo, porque nosotros no tenemos bienes materiales para usarlos como armas a diferencia de ellos. Nuestras armas son nuestras mentes. Y tiene que estar equilibrada en todo momento y saber cómo asumir cualquier situación y el momento o el papel que te toque jugar en un momento de la historia. Entonces tomarlo con equilibrio. El equilibrio de nuestras mentes es lo único que tenemos para enfrentarnos a ellos.
¿Tú cómo ves la izquierda ahora?
La izquierda ha tenido muchas capas y muchas bases, pero lo que es la izquierda revolucionaria, la izquierda de la lucha de clases, la veo que está empezando a despertar. La gente se está empezando a dar cuenta de que no se ha acabado la sociedad clasista, donde sigue el «tanto tienes tanto vales». Sigue imperando ese modelo de sociedad. Y la gente se empieza a dar cuenta y empieza otra vez a organizarse. De ahí que tomen estas medidas los que tienen el poder y los que forjan leyes. Tenemos que unirnos. Unión.
¿Y no crees que la gente se había acomodado y había olvidado esta lucha?
Sí, claro. Eso lo he pensado dentro. Cuando mi madre me contaba que alguna gente lloraba cuando sabía mi caso y se quedaban impactada, he pensado que algunos lloraban porque me conocían desde pequeño, pero otra gente no me conocía de nada y lloraba, y creo que era porque en mí veían reflejado, en mi situación de estar preso, que se había derrumbado del sistema, del estado de bienestar en el que no había clases sociales y en el que todos teníamos los mismos derechos y oportunidades que habíamos conseguido… y creo que la gente se está empezando a dar cuenta y por eso hay esa tristeza en el ambiente.
«De estar en un módulo en prisión con 97 chavales de mi edad pasé a otro con 54 hombres de la edad de mi padre» Alfon, ¿qué tienes que decir sobre las surrealistas acusaciones del diario ABC de que tienes un historial de «robos, agresiones sexuales y drogas»?
Pues, por supuesto, que es completamente falso y que ya se encontrarán la respuesta. Nada más. No voy a darles pistas.
¿Y crees que tiene algo que ver que seas de Vallecas, un barrio rojo, con lo que te ha pasado?
Hombre, en Vallecas siempre ha habido un movimiento vecinal y movimientos sociales increíbles. Siempre lo han intentado desmovilizar mediante droga y criminalización. Muchas veces lo han conseguido y otras no porque los que vamos a luchar aquí seguimos.
No quiero acabar sin hacer un recuerdo para un amigo tuyo que luchó y fue asesinado por ello que es Carlos Palomino. ¿Has pensado en él?
Sí, siempre pienso en él. No por estar en la cárcel. Pienso en qué estaría haciendo él o cómo se habría tomado lo que está pasando estos dos últimos años. Pero él era decidido, era arrojado, era valiente… era un buen amigo.
¿Y a la gente joven que ahora mismo ven en ti un héroe y un ejemplo de una persona que ha sido injustamente castigado por un sistema represor?
Que héroe no. Que héroe es cada uno de los jóvenes que salen cada día a la calle a organizarse a cambiar esta sociedad injusta y este sistema económico, político. Y se organizan, se defienden… Que no teman, que el miedo va a cambiar de bando