Por Pedro González de Molina Soler. Profesor de Historia
Para sorpresa de propios y ajenos. Sánchez ha ganado las primarias del PSOE con una cómoda ventaja sobre Susana Díaz de un poco más de un 10% de votos y 14.836 votos, sumando incluso unos pocos centenares de votos más que la suma de Patxi y Susana juntos. Esto supone una derrota severa del aparato del PSOE, que se volcó en su gran mayoría (salvo alguna CCAA menor y Cataluña) con Susana Díaz, de las viejas glorias (Felipe, Zapatero, Rubalcaba, etc.), de los poderes mediáticos y del IBEX35, que no le perdonaron a Sánchez que les traicionase y no quisiese abstenerse para dar el gobierno a Rajoy tratando de explorar una vía alternativa de gobierno tras el 26J. El primer susto se lo llevaron con los avales, donde Susana esperaba arrasar con la presión que podía ejercer el aparato sobre los militantes, que no acabó saliendo bien. La estrategia de presentar a Patxi como “tapado” para restar votos de militantes y apoyos orgánicos a Sánchez acabó por salir mal, ya que restó mucho más voto a Susana. Y la estrategia de alargar el Congreso y gobernar con la Gestora para sostener a Rajoy en el poder mientras se esperaba que Sánchez se acabase de desinflar acabó en otro desastre al dar tiempo a Sánchez a recoger el descontento del partido contra su aparato a lo largo de estos meses mientras la Gestora se quemaba en el proceso. Esto significa que a pesar del poder del aparato, éste no siempre gana (ya perdió contra Borrell también).
De hecho, el PSOE ha dado una lección democrática al resto de partidos, a pesar del atávico y antidemocrático sistema de avales. Siguiendo el modelo clásico de voto en urna, y de voto en un sólo día, logró un porcentaje de participación alto (casi votaron 150.000 militantes de unos 180.000 censados) que benefició a Sánchez. Además, éste ha ganado en todas las CCAA menos en Andalucía (Susana) y el País Vasco (Patxi), con lo que su apoyo está distribuido por todo el país.
Como novedad, en este proceso se ha producido un escoramiento hacia la izquierda de numerosos militantes sanchistas, como del propio Sánchez que ha sustituido a su anterior equipo social-liberal (que lo traicionó) por dirigentes socialdemócratas (muchos venidos de IS, viejos guerristas, etc.). Una de las claves es que es la primera vez desde la época de Felipe contra Guerra donde dentro del partido se discute de política y las propuestas de una de las candidaturas han marcado el debate. Esto significa que en este proceso en el que muchos militantes del PSOE han participado y se han escorado a posiciones más a la izquierda supone un contrapeso al aparato (que no está muerto) y son el apoyo del nuevo Secretario General, pero, a su vez, son también quienes van a estar vigilantes conque el Secretario General cumpla, lo que pone límites a los acuerdos que pueda tener con el aparato. Aún así, hay que recordar que el aparato no está muerto, aunque Susana probablemente si, intentarán moderar lo que pueda hacer Sánchez en el Congreso, y si éste va muy lejos intentarán hacerle la vida imposible como a Corbyn (aunque dudo de que lo haga el grupo parlamentario, ya que no tenemos esa tradición en España).
Lo importante aquí no es tanto el pasado de Sánchez, o lo que hiciese cuando fue Secretario General y estaba maniatado por el Comité Federal (que en el fondo buscaba que se quemase dando el gobierno a Rajoy), lo importante es que se ha visto obligado por las circunstancias a asumir un papel más a la izquierda, más cercano a la socialdemocracia clásica y con un equipo de veteranos socialdemócratas a su alrededor. Esa es la novedad ya que colisiona directamente con los intereses de Felipe González, de la UE y del Establishment, y va a obligar al nuevo Secretario General a responder a las grandes contradicciones entre lo que se hace en la UE, política neoliberal, y la política en España. Va a tener que elegir sino quiere acabar siguiendo la deriva del resto de la socialdemocracia europea devenida en social-liberal. Pensar que una persona no puede cambiar de opinión y cambiar de posición política hacia una más progresista es olvidar lo que le pasó a Mario Soares en su vejez, al ex-Secretario General de AP (Vestrynge) o a Largo Caballero (que pasó de moderado colaborador con la Dictadura de Primo de Rivera, a Ministro de Trabajo en la República y acabó como “el Lenin español”), sin querer comparar a Sánchez con la trayectoria de estos tres ejemplos.
En el fondo, no se puede «educar» a votantes y militantes durante 30 años en el que el enemigo es el PP y luego justificar la abstención para dejar gobernar al PP con Rajoy el «recortador» como presidente. A Sánchez lo convirtieron en un mártir de la “izquierda” al deponerlo para darle el gobierno regalado al PP sin contrapartidas. Eso iba a tener un coste y lo ha tenido.
En el plano externo, la victoria de Sánchez abre la posibilidad de desalojar a Rajoy antes de que acabe la legislatura y abre un panorama parecido al de Portugal, donde se pueda formar un «gobierno de progreso», cerrando (de momento) la «gran coalición en diferido» a la española, que representaba Susana. Esto puede provocar una moderación de la austeridad en nuestro país y la recuperación de parte del terreno perdido si ese gobierno “progresista” se llega a materializar, donde se podría construir un flanco Sur dentro de la UE contra la austeridad (Portugal, Grecia y España) que dependerá de la correlación de fuerzas y cómo estén los diversos países de la UE podrá ser viable o no.
En cualquier caso, esto va a suponer una mayor inestabilidad en el gobierno de Rajoy, el cuál va a necesitar “encajar” los apoyos de los nacionalistas (PNV, PdCAT, CC y NC) para poder sustentarse, haciendo un difícil equilibrio con Ciudadanos por un lado, y con “la amenaza independentista catalana” por el otro, que pueden llevar a la parálisis al gobierno. Este revés amenaza la hoja de ruta de la oligarquía en nuestro país y veremos pronto que va a hacer para rehacerse del golpe e intentar lograr imponer el programa contrarreformista neoliberal.
Es muy posible que la victoria de Sánchez, salvo giros inexplicados posteriores, pueda cerrar el grifo del voto socialista a UP y recupere una parte de los votantes que se pasaron a Podemos. Esto obligará a UP a dejar de esperar (como hizo IU con Cayo Lara) a que los votos vayan a caer sobre su cazo y le va a obligar a recuperar voto de la abstención (junto a la exclusión social), nuevos votantes y votantes desencantados de todo. Seguir empeñado en «pasokizar» al PSOE es un error de bulto importante. Las relaciones con el PSOE deberían de ser un poco más fraternas y menos basadas en la confrontación directa como hasta ahora, por supuesto marcando perfil diferenciado y criticando cuando sea necesario. La línea de que UP va a ser la única «alternativa y oposición de izquierdas» está muerta y mientras antes se acepte mejor. El PSOE también tendrá que aceptar que UP no va a desaparecer y que no va a recuperar la mayor parte del voto perdido, lo que significa que «la casa común de la izquierda» no va a volver y tendrá que hacer el mismo ejercicio que UP. PSOE y UP son dos proyectos autónomos condenados a entenderse si se quiere cambiar el gobierno y la vida de los ciudadanos y ciudadanas a mejor.
No hay que olvidar que esta «recomposición de la izquierda» que se está produciendo en España no está exenta de numerosas contradicciones. El PSOE vivirá en un estado de excepción durante mucho tiempo mientras resuelve las contradicciones que atraviesa a la socialdemocracia europea, y que su resolución de una manera o de otra marcará la supervivencia del proyecto socialdemócrata.
The time is changing. Que interesante se ha puesto la política española.