Pepe Gabiño
El artículo que transcribo fue publicado como tribuna en el diario El País el o6/03/2001, la oportunidad de darlo a conocer de nuevo en P36 viene determinada por muy diversas razones, de las que solo voy a reseñar tres:
• La tramitación por parte de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, cuya Consejera actual fue la autora del artículo, de modificaciones sustanciales de la LOUA, aparte de su gestión para legalizar miles y miles de viviendas en suelo no urbanizable (véase la entrada de P36 “Como si de un adicto en fase terminal se tratara” del 24 de Nov.)
• El saludo entusiasta y jubiloso de un Alcalde de IU de la zona, al Plan de Ordenación del Territorio de La Janda, como si se tratara de una nueva versión de “Bienvenido M. Marshall” donde se plantea, ni mas ni menos, que la recalificación de 14 millones de metros cuadrado (Véase www.ecologistasenacción.org “Aprobación del POT de La Janda”
• La reciente declaración del líder en Andalucía de la derecha/derecha sin complejos -que cree rozar ya con la yema de sus dedos la Presidencia de la Junta de Andalucía- de la necesidad de agilizar los trámites en los Planes Urbanísticos para apostar decididamente por el turismo residencial como palanca para crear puesto de trabajo en Andalucía.
Y sin mas preámbulo, he aquí el artículo en cuestión:
¿Quiere ser Andalucía la segunda residencia de Europa?
España entró en la Unión Europea en 1986. Con 15 años recién cumplidos, en plena pubertad, pues, Andalucía se encuentra en un momento clave para decidir ‘qué quiere ser de mayor’ en el concierto de las regiones europeas, para decidir qué papel quiere jugar en la distribución de funciones y oficios que se asignan a los distintos territorios europeos; en fin, quizás sin saberlo o ser plenamente consciente de ello, Andalucía se encuentra en una encrucijada para decidir sobre su futuro o dejar que otros decidan por ella.
Desde distintos sectores económicos, particularmente los relacionados con el sector inmobiliario y el denominado turismo residencial, aunque también desde las valoraciones efectuadas por algunos expertos y especialistas económicos, se defiende la oportunidad de estimular la demanda de segunda residencia en Andalucía, tomando como base las magníficas expectativas que se presentan ante la implantación del euro como moneda única europea, la inestabilidad política de otros destinos turísticos que podrían competir con nosotros, como sería todo el norte de África y el Oriente Próximo, o el agotamiento de los destinos considerados tradicionales en los mercados europeos, que incluso están autolimitando su crecimiento, como son los casos de Canarias y Baleares.
Las cifras manejadas pueden resultar espectaculares para algunos: las inversiones extranjeras en turismo residencial en España alcanzaron, sólo el año pasado, los 400.000 millones de pesetas, de los que la Costa del Sol facturó 100.000 millones. En torno a 225.000 familias extranjeras han invertido ya en una segunda residencia en Andalucía y se prevé que 800.000 nuevas familias lo hagan en los próximos años. Así, en los últimos 40 años, se ha construido más que en los 150 años anteriores y se pronostica que en los próximos 30 años el mercado construya más que en toda su historia. Un parque inmobiliario, pues, de más de un millón de viviendas para residentes europeos, teniendo como marco de referencia que el número de viviendas de primera residencia en Andalucía se sitúa actualmente en torno a los dos millones. Una opción de estas características significa un cambio drástico en la ocupación y en el modelo de ordenación de nuestro territorio.
Sin cuestionar, en principio, los beneficios económicos que podrían derivarse de la instalación en Andalucía de una población con un nivel adquisitivo medio-alto, bastantes de ellos jubilados, que disfrutarían de una larga estancia en esta segunda residencia y que superarían en cualquier caso la limitada estacionalidad veraniega, desde una visión territorial, pública y estratégica del medio-largo plazo otros factores han de ser puestos en la balanza a la hora de apostar por esta opción económica.
En primer lugar, deben ser valorados y sopesados los beneficios y las cargas que se derivan de un desarrollo de estas características. Pues la actividad inmobiliaria genera, en principio, más beneficios privados que públicos, mientras que la demanda de nuevas infraestructuras, servicios y equipamientos, que necesariamente conlleva la instalación de estos nuevos residentes en nuestro territorio, ocasiona en principio más cargas al sector público que al privado.
Los beneficios que se deriven para el sector inmobiliario y el sector público son cuantificables en el corto plazo, los beneficios para otros sectores económicos se manifiestan en el corto y en el medio plazo, pero las cargas que sobre el sector público ocasiona la implantación de esta actividad permanecen en el largo plazo. En consecuencia, sólo a partir de una ponderada valoración de todos estos factores puede evaluarse la rentabilidad de tal opción económica.
En segundo lugar, y desde una perspectiva habitualmente no contemplada como es la perspectiva territorial, la residencia secundaria es una actividad altamente consumidora de recursos naturales, algunos de ellos renovables, pero otros no; y de todos ellos el recurso que en mayor medida consume es el recurso suelo, por definición recurso no renovable, y en sentido más amplio el recurso territorio, entendiendo por el mismo el conjunto de recursos naturales, ambientales, culturales y paisajísticos. Con la paradoja, además, de que el turista europeo cada vez en mayor medida exige calidad ambiental, cultural y paisajística. Y con el añadido, también, de que las decisiones que se toman sobre la implantación de usos sobre el territorio son en la inmensa mayoría de los casos irreversibles; es decir, de difícil vuelta atrás y de permanencia en el tiempo y en el espacio.
Podría argumentarse que Andalucía ‘tiene margen de crecimiento’, que en Andalucía aún no se ha alcanzado el grado de ocupación, saturación, ni mucho menos deterioro, de otros destinos turísticos mediterráneos, que la densidad media de ocupación de Andalucía es dos o tres veces menor que la media europea…; pero tampoco debe olvidarse que esta presión, o demanda, se ejerce sobre todo sobre la banda litoral o su inmediata retaguardia, cuyo nivel de ocupación sí se encuentra próximo al de saturación, con el consiguiente riesgo de deterioro y pérdida de competitividad en el propio mercado turístico.
En suma, es necesario mantener la cabeza fría ante posibles cantos de sirena, fundados en estrategias exógenas de corto plazo y más corto alcance, y tomar nuestras propias decisiones, fundadas en nuestros propios intereses y en nuestras propias estrategias.
Josefina Cruz Villalón.
El País, 06/03/2001
NOS LO HABREMOS GANADO A PULSO. POR HABER CONSENTIDO ESTA FARSA DE «DEMOCRACIA» DONDE LOS CIUDADANOS NO CONTROLAN A UNOS POLITICASTROS REHENES DE LOS BANCOS, VAMOS HACIA UN ABISMO DEL QUE PARA SALIR NECESITAREMOS GENERACIONES ENTERAS:
http://www.kaosenlared.net/noticia/bancos-relajan-lucha-contra-blanqueo-dinero-crisis