Para enfrentarnos a la crisis proponemos tres objetivos estratégicos: a) Impulsar un modelo productivo capaz de generar empleo, basado en la calidad y orientado hacia la transición a una economía postindustrial b) repartir solidariamente los costes de la crisis y hacer un ejercicio de austeridad y eficiencia c) ejercer nuestra propia capacidad de decisión para poder construir una salida en función de nuestra realidad singular.
El territorio andaluz apenas cuenta con recursos energéticos fósiles (petróleo, carbón, gas natural) pero sin embargo tiene unos recursos naturales excepcionales para producir energías renovables ya que dispone de una media de cerca de 2.900 horas de sol al año y de 1,100 km de litoral.
El proyecto para una Andalucía no dependiente tiene como eje básico realizar un extraordinario esfuerzo en favor de las energías renovables porque tenemos necesidades, recursos y capacidades comparativas y competitivas como para situar las energías verdes en el motor de nuestro progreso económico, tecnológico y medio ambiental.
La clave del nuevo modelo productivo son pues las energías renovables que podrían crear 250.000 empleos directos e indirectos mientras que si esta revolución no se pone en marcha el sector eléctrico dejará de crear 50.000 empleos.
Además, las renovables permiten un modelo de sociedad altamente descentralizado y seguro, opuesto precisamente a la concentración energética y al riesgo que representa el modelo nuclear. A tal efecto hay que recordar que el Parlamento andaluz, en su primera legislatura, declaró Andalucía como territorio libre de centrales nucleares a propuesta del grupo andalucista. Sin embargo, el anunciado pacto energético entre el PP y el PSOE puede ser una amenaza para imponer una política nuclear en el Estado española, empezando por impedir el cierre de la central de Garona, previsto para 2013 e impedir las movilizaciones ciudadanas contra la ubicación del almacén temporal centralizado (ATC).
Las energías fósiles suponen en Andalucía el 90% del consumo de energía primaria frente al 10% que aporta el conjunto de fuentes renovables, entre las que destaca de forma muy importante la biomasa seguida de la eólica (según datos de la agencia andaluza de energía para 2008).
A la vista de estos datos es fácil concluir que a pesar de nuestro potencial tenemos una fuertísima dependencia energética que genera además un porcentaje insostenible de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático, y un horizonte de vulnerabilidad por el progresivo agotamiento de los recursos abióticos, en especial del petróleo, que representa el 50% de nuestro consumo y, que según señalan los expertos internacionales, en el plazo de unos 30 años su demanda superará a la oferta.
Así un objetivo irrenunciable para impulsar un nuevo modelo productivo de transición es que las energías renovables alcancen al menos el 40% de nuestro consumo en los próximos 10 años y que la electricidad renovable para 2020 sea al menos de un 50%, como paso intermedio imprescindible para alcanzar el 100% renovable antes de 2050.
Para lograr este objetivo es necesario en primer lugar un marco legislativo estable diametralmente opuesto a las amenazas del Ministerio de Industria, contenidas en el borrador del Plan de Acción Nacional de Energías Renovables (PANER) que el Gobierno está dando a conocer en estos días,
de recortar las compensaciones a las instalaciones fotovoltaicas y eólicas, incluso con carácter retroactivo a las que realizaron la inversión contando con el marco jurídico establecido en el RD 661/2007. La materialización de esta amenaza sería inadmisible para los intereses generales de Andalucía.
Frente a los problemas aducidos de déficit presupuestario defendemos la propuesta de una tasa específica a las petroleras y a las empresas del gas, que se encargaría de cobrar la Comisión Nacional de la Energía (CNE), para poder liquidar las subvenciones verdes. Incluso la Comisión Europea ha criticado el “stop and go” propuesto por el Reino de España contra las renovables e incluso no descarta iniciar acciones legales en el caso de que el gobierno español desestabilice el apoyo comunitario al sector de energías renovables.
El mencionado pacto entre el PSOE y el PP también amenaza apuntalar este recorte y provocar el cierre de muchas empresas hasta el punto que los bancos que han financiado la mayoría de los huertos solares al 80% podrían quedarse con estos proyectos.
Pero el marco jurídico en ningún caso debe limitarse a las ayudas. Es necesario una planificación pública vinculante de naturaleza territorial y económica que fije objetivos comarcales, en función de las necesidades. El Parlamento debe aprobar mediante Ley, con el consenso de todos los grupos políticos y de los agentes sociales, un mapa para la implantación de las energías renovables, un modelo de gestión y una estrategia de plazos.
Andalucía es uno de los líderes mundiales en tecnología de generación de energía con fuentes renovables (en especial en eólicas, solar y biomasas). De hecho es el único sector tecnológico en el que Andalucía y España están en la “pull position” tecnológica. Tener una posición no subordinada ni dependiente en la producción de las tecnologías de generación renovable de energía, será una de la claves del futuro (ver Francisco Garrido en P36 “Reconversión ecológica de los astilleros de Cádiz” 20/01/10.). Precisamente por ello hay, mas aún en estas circunstancias, que potenciar la apuesta clave por la energía solar, tanto termoeléctrica (ya que es totalmente gestionable, es decir, permite adaptar su producción a las necesidades de la demanda y de las otras formas de generación variables) como fotovoltaica (gracias a la cual todos los edificios podrían ser autosuficientes en energía), y , sobre todo, por la eólica marina.
Contamos con la I+D+I acumulada en la plataforma solar de Almería; la presencia de empresas privadas muy activas en esta área. Además la energía eólica y fotovoltaica de conexión a la red pueden ser un sector en el que muchas empresas de la construcción diversifiquen su actividad ya que el crecimiento mundial es tan rápido que absorbe todo lo que se produce, para lo que urge aumentar la producción de células de cilicio que es la materia prima de las placas solares, como en el proyecto de Los Barrios.
Es necesario, al mismo tiempo, modernizar toda nuestra red eléctrica en manos de Sevillana – Endesa, que fue la principal empresa andaluza y que hoy sólo conserva de andaluza el habernos convertido en su mercado monopolístico, siendo precisamente uno de los símbolos de nuestra dependencia económica.
Igualmente, además de vigilar el cumplimiento del Código Técnico de la Edificación que obliga a instalar sistemas solares fotovoltaicos en edificios de grandes dimensiones centros comerciales, administrativos, hoteles, hospitales, etc) con una potencia mínima de 6.25 KWp, defendemos la obligación de las empresas energéticas de abastecer el 20% de las viviendas con energías renovables.
Pero no basta con permutar la naturaleza de la energía, sino que es imprescindible llevar adelante un programa de ahorro energético, con la colaboración de todos los municipios andaluces, con el objetivo de disminuir el consumo un 20%, meta que no será posible alcanzar si no se racionaliza territorialmente la economía, se gana en eficiencia y en conciencia ambiental.
El cambio energético es a su vez el elemento decisivo para combatir el cambio climático. Sólo de esta forma podremos alcanzar el objetivo de reducir un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020.
Andalucía ha tendido una mala posición durante un siglo XIX dominado por el carbón y durante el siglo XX dominado por petróleo. El fin de la era del petróleo puede marcar el renacer de Andalucía porque por vez primera tenemos los recursos naturales adecuados y podemos disponer de la tecnología adecuada. El cambio energético es la llave para cambio social, económico, político y medio ambiental.