Ya somos 8.370.975 los ciudadano/as que residimos oficialmente en Andalucía. En el conjunto del Estado un total de 47.021.031. Los andaluces representamos el 17,8% del conjunto de la población española. Constituimos una Comunidad Autónoma que objetivamente podría tener un peso muy importante en la configuración política e institucional del Estado. Del total de 350 diputadas y diputados del Congreso, 61 son en representación de la población andaluza (el 17,42%). Tenemos un potencial político significativo para determinar decisiones importantes. Además, el pueblo de Andalucía se ganó a pulso su autonomía en un proceso plagado de dificultades jurídicas y políticas.
Pero la realidad es otra. No somos determinantes, decidimos pocas cosas. Lo cierto es que los partidos conservadores periféricos (PNV y CiU), o como los denominaba nuestro maestro de Derecho Constitucional José Acosta “la burguesía periférica”, son los que están determinando grandes decisiones de Estado a favor de sus territorios. En concreto, los seis diputados nacionales del PNV, a pesar de haber sido desalojado del poder autonómico por un pacto entre Partido Socialista de Euskadi (PSE) y PP, ha conseguido importantes partidas presupuestarias para el País Vasco (2.178.339 ciudadanos, 4,6 del total nacional), entre otras cuestiones, para políticas sensibles como la investigación (I+D+i) o infraestructuras importantes (tren de alta velocidad, la llamada “Y vasca”, o la posible construcción de un “nuevo Guggenheim”) , además de los 472 millones de euros anuales para las políticas activas de empleo, a cambio de aprobar los Presupuestos Generales del Estado de los últimos ejercicios.
Nuestros representantes, de PSOE de Andalucía y PP de Andalucía no se destacan. Son disciplinados con las decisiones de los órganos centrales de dirección de sus respectivas formaciones políticas. Se rompe el principio de representación: desconexión entre representantes y representados. Andalucía necesita ahora que su voz se escuche con fuerza en Madrid. Tenemos un grave problema de desarrollo económico, hemos sufrido de manera especial las consecuencias de la crisis económica, los ciudadanos andaluces se han debilitado especialmente (desempleo, desprotección social).
Las instituciones de Andalucía (Parlamento Andaluz, Defensor del Pueblo Andaluz, Diputadas y Diputados de Andalucía en el Congreso, Senadores y Senadoras, Federación Andaluza de Municipios y Provincias, …) han de levantar su voz y reivindicar el Poder Andaluz para contribuir al bienestar de la ciudadanía andaluza. Conseguirían el respaldo ciudadano y podrían contribuir a mejorar sus condiciones de vida y a su felicidad.
casi un millón…
No debemos olvidarnos nunca, nunca, nunca, que cuando hablamos de andaluces también incluimos a los residentes más allá de despeñaperros… ¿Cuántos parados somos?
Esa burguesía periférica, es la que distorsiona el panorama político, esto esta totalmente desvirtuado, aquí se aprueban leyes con el apoyo de esta burguesía solo para sus intereses regionales sin importar nada más, como permitimos esto.
¿Y los andaluces del exilio económico, político o racista…? ¿No cuentan los deportados? ¿Los de la diáspora careen de raíces e identidad de sus antepasados? ¿Qué somos, clones de una amorfa oveja castellana sin conciencia ni memoria, únicamente válidos a efectos estadísticos o para el consumo?
Mas escuchad, oid el eco inmortal que las balas o la represión no han conseguido acallar, atraviesa generaciones y continentes, pletórico de fuerza, el de Blas Infante: «¡Andaluces, no emigréis, combatid!»