Estamos viviendo una realidad política que nuestros marcos cognitivos rechazan porque han sido conformados sobre premisas implícitas que considerábamos inamovibles. Una de ellas es que los Estados europeos, miembros de la Unión Europea y de la Zona Euro, eran sólidos, inamovibles, pero algunos se están hundiendo. Incluso lo admitimos ya para casos como Grecia, pero aun no barajamos esta hipótesis para España. Sin embargo, si integramos los datos veremos una situación en la que el Estado español se está desfondando:
- Los niveles insoportables de paro alcanzados.
- La velocidad de crecimiento de la deuda pública.
- La insignificante disminución de la deuda privada.
- La incapacidad para reflotar el sistema productivo.
- El aumento vertiginoso de la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
- La corrupción que afecta a los núcleos más importantes de las élites económicas, políticas e institucionales: a dirigentes de la CEOE, de la banca y de las grandes empresas; al PP, PSOE y CIU; a la monarquía.
- El desprestigio de todo el sistema institucional.
- Las políticas del PP de privatización de los servicios públicos que además de ser un ataque a las clases medias y populares, debilita el esqueleto del Estado.
- El auge del independentismo catalán.
- El ataque contra el actual modelo territorial desde el centralismo de la clase dominante.
- El aumento de la desigualdad territorial.
- La inflexibilidad de las élites dominantes para afrontar un cambio político.
- La limitada capacidad operativa del Estado al haber perdido la soberanía monetaria.
- La crisis fiscal de las Administraciones Públicas.
Es en este contexto donde creo que hay que interpretar la crisis del gobierno del PP, y en particular de Rajoy, por el afloramiento de la financiación ilegal, por el enriquecimiento personal de sus dirigentes a través de mecanismos “irregulares” y por las componendas con los grandes empresarios a cambio de favores en los contratos y decisiones públicas que están en el origen del dinero que ha fluido hacia el PP.
Es la propia derecha la que parece que dispone de un plan B de carácter más radical (Aznar, Esperanza Aguirre, etc.) para aplicar sus recetas liberales, represoras y centralistas: un plan que pivotaría sobre la privatización masiva de los servicios públicos y la consiguiente recentralización del Estado (con la excepción de un nuevo status para Cataluña. La recentralización del Estado es el requisito imprescindible para la privatización de los servicios públicos ya que los mas importantes (educación, salud, etc) son competencia de las Comunidades Autónomas. Además existe sintonía en esta estrategia con los partidos nacionalistas de derecha, en especial con CIU.
Este plan B de la derecha más dura es posible ahora porque se dan nuevas circunstancias:
a) El fracaso de la gestión de la crisis por parte del PP, reconocido en el Consejo de Ministro de 19 de abril de este año, en el que cambiaron formalmente todas las previsiones de los presupuestos generales (aprobadas cuatro meses antes) hacia un horizonte mucho mas negativo. Ahora han vuelvo a cambiar de discurso e inciden de nuevo en lo de los “brotes verdes” ante la situación desesperada por la que atraviesa Rajoy y su gobierno.
b) La emergencia de UPD. Este es un elemento determinante porque a pesar de la dureza de su discurso sigue recogiendo votos de la derecha y la izquierda. Sería el brazo político ejecutor directo del ataque al Estado de las Autonomías.
c) El hundimiento del PSOE. El PSOE ha sido el partido que realmente ha sustentado el sistema político nacido de la transición española porque ha logrado por una parte integrar a las clases populares en un proyecto desarrollista y neoliberal al mismo tiempo que era un interlocutor privilegiado de los poderes fácticos económicos y financieros y por otro porque conectaba a través de su implantación los parlamentos autonómicos con el poder en Madrid. Su hundimiento es el hundimiento del Estado y viceversa.
d) El techo en el crecimiento de IU y la debilidad en la creación de una alternativa electoral de toda la izquierda (que necesariamente tiene que ser liderada por IU) capaz de conectar las movilizaciones sociales y un programa de gobierno que asegure la estabilidad del Estado en tanto Estado aunque para ello sea necesario una modificación radical del mismo, porque nunca el Estado, como espacio de la público frente a los mercados, ha sido tan importante para luchar contra la desigualdad, asegurar la medios de vida de la población y permitir el “gobierno de los pobres”, como algunas han definido a la democracia.
Andalucía tiene la llave para evitar el plan B de la derecha por varias razones:
a) Es la única Comunidad pluriprovincial con un gobierno de coalición de izquierda donde además se está produciendo un importante movimiento de renovación tanto en IU (con la elección del nuevo Coordinador, Antonio Maillo) como en el propio PSOE (con la “abdicación” de José Griñán).
b) Es la única Comunidad que tiene la legitimidad suficiente para impedir el proyecto de dualización del territorio del Estado entre las “Comunidades Históricas” que tendrían una relación confederal y el resto que volvería a ser territorio centralizado, ya que alcanzó el derecho a la Autonomía por la vía del artículo 151, mediante un referéndum épico el 28 de febrero de 1980.
c) Tiene el mayor peso electoral y territorial.
d) Sufrimos la mayor desigualdad territorial (10 puntos más en la tasa de paro que la media en el Estado y un distanciamiento vertiginoso – un punto por año desde que comenzó la crisis – en la renta per capita con respecto también a la media del Estado.
Por eso, la clave está en empoderar a Andalucía, desde todos los resortes posible:
- Andalucía tiene que identificarse con un proyecto de modelo de Estado, consensuado entre el gobierno andaluz y la sociedad andaluza,
- debería estar representada en los primeros puestos electorales en las listas de los partidos de izquierda,
- tiene que ser la primera en presionar para que se articule la unión y la renovación de la izquierda,
- y sobre todo tiene que volver a creer en si misma, reconociéndonos nuestra máxima identidad política como nación (el propio Estatuto de Autonomía comienza afirmando que Andalucía es una nacionalidad histórica) que puede contribuir de forma decisiva a refundar el Estado desde bases plurinacionales y federales mediante la profundización en la democracia participativa para la igualdad social y la transición económica sostenible.
Hay un detalle que falta aquí: Un Plan Económico para Andalucía. Si reclamamos una identidad propia, no podemos seguir repitiendo los lugares comunes de la competitividad, la «excelencia» y los programas de andalucia emprende.
Como pieza de la economía española-europea actual, ya vemos lo que nos toca.
Pero atreverse a apuntar hacia algo distinto de verdad casi da vertigo cuando se esta demasiado acostumbrado a vivir de las miserables migajas a cambio de la docilidad de la víctima.