Si el sistema seriado de producción fordista responde a una necesidad de elevar la capacidad compradora de la clase trabajadora, y la diversificación del toyotismo a una exigencia de satisfacción de deseos inmediatos, los nuevos modelos de fabricación distribuída apuntan a que las leyes del mercado pueden ser condicionadas por los propios consumidores. Es el paso del consumidor al prosumidor: un consumidor que deja de serlo para transformarse en productor.
Para hablarnos de estas nuevas formas de producción, su historia, desarrollo y posibilidades, así como para entender cómo esta emancipación de los objetos del sistema industrial de producción supone un paso fundamental para la autoinstitución colectiva, es que la asociación Alabs organizó una charla-taller impartida por Coleoptero, de la Comunidad Clone Wars, el pasado lunes 8 de enero en El Patio Maravillas.
Esta comunidad nace en la Universidad Carlos III con Juan González, Obijuan, profesor de robótica cuyos alumnos no tenían tiempo de fabricar los prototipos que necesitaban para desarrollar sus proyectos. Obijuan asistió a un taller impartido por Adrian Bowyer (Rep Rap) al que también asistió Zach Smith, uno de los fundadores en enero de la 2009 de la compañía Makerbot de máquinas de fabricación aditiva de material, llamadas coloquialmente impresoras 3D.
Tras conocer de primera mano las posibilidades de la impresión 3D, Obijuan consigue que la Universidad se haga con una Maker Bot Think o Matic. La montan en un día, la bautizan como «la madre» y pronto empieza a parir piezas. El proceso del prototipado se acelera. En la Universidad se difunde la noticia de la nueva adquisición y todo el mundo quiere imprimir sus diseños. La producción no para y la máquina se rompe. No importa, imprimen la pieza rota y la máquina tarda poco en ser reparada: «¿Por qué no imprimimos una impresora?».
Cada réplica tarda cerca de 20 horas en imprimirse, y existen en su traspaso códigos de buena conducta: donación, préstamo, trueque… Nace con ello la comunidad Clone Wars. El 27 de diciembre de ese mismo año, 2011, nace el primer Clon, R2D2, impresora 3D modelo Prusa Mendel y primer hijo de R1, de la dinastía R que llega ya hasta la cuarta generación. Y esta es sólo una de ellas en menos de un año. Se expanden como la pólvora y ya han salido del ámbito universitario para llegar a los institutos.
Cada réplica tarda cerca de 20 horas en imprimirse, según el modelo, y existen en sus traspasos códigos de buena conducta: donación, si aceptas una clonación debes clonar, préstamo, devuelves las piezas y algo más, venta, regalo, trueque…
Para la Comunidad Clone Wars, al igual que otras vinculadas a los sistemas de producción distribuídos, las impresoras 3D no son sólo máquinas de prototipado rápido. Las posibilidades de poder producir objetos sin depender de la industria abren un nuevo paradigma en el que todo está por imaginar y las convierte en comunidades de entusiasmo. «Una vez que te haces con una impresora, el mundo es imprimible», comentaba Coleóptero en el taller, como queriendo decir que ya no era capaz de pensar las cosas bajo el viejo paradigma.
Ya sea en impresión por termoplastia (ABS), que no sólo permite volver a refundir si no que se permite reciclar la basura que producimos como materia prima, o el PDA, otro material derivado del maíz que funde más rápido, o extrusores que se usan con chocolate, sirope, harina o arcilla, las posibilidades, además de infinitas, parece que no dejan de abrir la puerta a la realidad a conceptos venidos de la ciencia ficción. Como el teletransporte, donde robots libres e imprimibles se telecopian. Si tienes un diseño, se puede estar replicando por el mundo y volver mejorado. La ruptura es radical. Incluso los sistemas de patentes y la obsolescencia programada: ya hay empresas que han puesto en repositorios todas las piezas de sus máquinas antiguas.
Ante tanta potencia ¿cuál puede ser nuestra baza tecnopolítica ante un paradigma que algunas llaman ya la III Revolución industrial? Se deben concretar mecanismos de actuación sobre los previsibles efectos que los objetos libres provocarán en el sistema de patentes y lobbys
Sobre esto y más se tendrán que buscar y apoyar los espacios de discusión que vayan concretando mecanismos de actuación sobre los previsibles efectos que los objetos libres provocarán en el sistema de patentes y lobbys Aunque le echen la culpa al peligro que tiene que alguien se pueda fabricar sus propias armas en casa, un debate que ya existe en EE UU.
De momento, en lo local, parece que existe la intención de hacer un nuevo taller para aprender a autoconstruir impresoras, y que es posible que El Patio Maravillas tenga pronto una replicante para el barrio. Esperemos poder contar pronto con ese Maker Space.
Estén atentas a la web de Alabs. En breve tendrán información sobre las fechas del nuevo tallER.
Publicado en: .https://www.diagonalperiodico.net/saberes/atencion-objetos-son-libres-defendamos-replicantes.html