Por primera vez en la historia reciente desde las aulas de preescolar a los seminarios de doctorado millones de profesores y de profesoras, de estudiantes han ido hoy a la huelga. El motivo va más allá de la lógica protesta contra los recortes salariales, esta vez el problema es mucho más grave: la educación pública está en peligro. La portavoz parlamentaria del PP lo ha dicho claro; no se trata sólo de la crisis, el objetivo es acabar con un modelo educativo que, según ella, ha fracasado. El gobierno del PP no habla de sacrificios puntuales, habla de cambio de modelo. La crisis es sólo la oportunidad para una política que ha estado siempre en el programa oculto de la derecha: la privatización de los servicios básicos del Estado.
Dice el gobierno que el sistema educativo hay que cambiarlo por qué ha fracasado. Por el contrario el mismo gobierno justifica los cambios en la sanidad pública, por qué es económicamente insostenible. En ambos casos los argumentos son falsos. Todo esto no es sino un ataque contra el avance en la igualdad que los sistemas públicos de educación y salud han supuesto para millones de personas. Un ataque de clase donde se busca, al mismo tiempo, ocupar el suculento pastel del mercado privado de la salud y la educación, en un momento en que los nuevos mercados escasean para una clase empresarial tan poco innovadora como la española.
La respuesta de los trabajadores y de los estudiantes ha sido espectacular. Las movilizaciones no terminaran con esta jornada. Los estudiantes de la universidad de Sevilla han aprobado un paro académico de quince días por medio de un modélico ejercicio de democracia deliberativa, donde se ha combinado la centralidad de las asambleas y la coordinación de los representantes. No queda otra salida, no queda otra esperanza que la autoorgainzación democrática de la sociedad civil. La educación y la sanidad, esos “dos brazos izquierdos del Estado” según Bourdieu, no sólo están en el punto de mira de la ofensiva criminal de la derecha sino que también están, después de hoy, al frente de la resistencia.
A mí lo que me revienta es que parezca que, como Sísifo subiendo la roca a la montaña una y otra vez, toda legítima acción ciudadana contra la injusticia se vea condenada por el bucle del bipartidismo: algunos de los que ahora con cinismo se situan tras la pancarta reivindicativa, al llegar al poder volverán a traicional a sus electores.
Estamos ya hartxs de elegir a los mismos perros con distinto collar. ¿Cuándo lxs andalucxs conoceremos realmente una Democracia?
Los peperos clerical€s opu$inos tratan de desmontar el estado de bienestar para adoctrinar a las masas en sus creencias apostólicas neoliberales, donde los «emprendedores» serán los amos de los esclavizados trabajadores. Es que manda cojones darle al PP la mayoría absoluta, es como poner a la garduña a guardar gallinas! Saludos Andalusí.