Mario Ortega | En Austria se están dando al mismo tiempo todos los efectos político – institucionales de la crisis sistémica que el capitalismo ha trasladado a las instituciones. Es una clara prueba de lo que la ecología política venía anunciando antes de que estallara la burbuja financiera y se manifestasen los efectos destructores del choque entre el modelo del crecimiento infinito y los límites biofísicos planetarios.
A un tiempo se dan en Austria las más intensas movilizaciones contra el TTIP -el tratado que retira la soberanía a los Estados y crea las condiciones para convertir todo en mercancía (hasta el aire que respiras)- de todos los países de la Unión Europea y la victoria electoral en las elecciones presidenciales de la ultraderecha nacionalxenófoba. Y a un tiempo el bipartidismo de gran coalición se desmorona ocupando el Partido Verde el espacio que ocupaba la socialdemocracia.
Estos cuatro hechos son producto del mismo contexto histórico. Frente al poder global de las grandes corporaciones y su intención de apropiarse de todo lo que de material y servicios participa en la economía, y de sus procedimientos jurídioco/ideológicos de defensa de la propiedad y el sistema de mercado capitalista, mediante el TTIP, se conforman simultáneamente movimientos de cierre sobre el viejo nacionalismo de estado para concentrar el poder, cerrar fronteras, restringir derechos y enaltecer la patria ante todo lo externo considerado como enemigo, y movimientos alternativos de carácter ecologista y cooperativo.
Se representan en Austria los efectos de la crisis del capitalismo global como crisis del estado-nación y sus dos salidas la autoritaria y la democrática. La primera está llamada con seguridad al fracaso, pues es imposible una economía «nacional» aislada del mundo en competencia con el gran ogro financiero del capital. La segunda, fracase o no, es la única que propone la cooperación frente a la competencia, la equidad frente a la desigualdad, o sea, la democracia y sus derechos humanos.
Mirar lo que pasa en Austria es ver como ha eclosionado, otra vez en Europa, el huevo de la serpiente, al tiempo que se artículan movimientos de resistencia y cambio para sustituir lo que un día representó la socialdemocracia de postguerra.
Igual que aquí pero de forma nítida.
@MarioOrtega