¿Podría ser que la buena nueva viene, más bien, y paradójicamente, de un viejo caminante de la industria hollywoodense, James Cameron, con su película “Avatar”?
En 1998, en “Un deseo de política” (en La Découverte), después de haber pasado del estatuto de ícono sesentayochero a inspirador de un capitalismo verde, Daniel Cohn-Bendit escribía esto:
“Lo que la izquierda debe hacer valer hoy, es que esta evolución tiene aspectos destructivos, ya que la producción amenaza con destruir el planeta. Hacer esta demostración no es fácil, pero se puede hacer en el mismo nombre de la economía de mercado, ya que estoy a favor del capitalismo y la economía de mercado. ”
No más que los ecologistas, Marx ya señalaba la contradicción Capital/Naturaleza
Volviéndose los cantantes de un capitalismo clorofílico y de una ecología política cloroformada, agitado el bosque político se incorporaron a las filas de una defensa consensualmente esterilizada de la naturaleza los Al Gore, Yann Arthus-Bertrand, Nicolas Hulot, Jean-Louis Borloo y otros.
Marx, para algunos fascinado por el productivismo industrial de su tiempo, no está exento de ambigüedades en cuanto a la relación capitalismo/naturaleza. No obstante, él había comenzado a percibir una de las contradicciones principales que desarrolla el capitalismo en interacción con la contradicción capital/trabajo: la contradicción capital/naturaleza.
Por eso, para Marx, la producción capitalista agota “las dos fuentes de donde brota toda riqueza: la tierra y el trabajador” (El Capital, libro I, 1867).
Para André Gorz, es imposible evitar la catástrofe sin una ruptura radical
André Gorz prolongó este análisis de Marx a nuestra entrada al siglo XXI: “La cuestión de la salida del capitalismo nunca ha sido más actual”, escribe en “Ecológica” (Ed. Galilea, 1998). Y añade por adelantado y contra una posible cohn-benditzación de la radicalidad ecologista: “Es imposible evitar una catástrofe climática sin romper radicalmente con los métodos y la lógica económica que se mantiene desde hace ciento cincuenta años.”
Es en esta perspectiva que recientemente se situó el periodista Hervé Kempf: “Para salvar el planeta, debemos salir del capitalismo” (Ed. du Seuil, 1999).
«Avatar»: ¿Hollywood en la galaxia anticapitalista?
Las denuncias izquierdistas al capitalismo hollywoodense son tan corrientes que los espíritus anticapitalistas tendrán dificultades en reconocer las potencialidades críticas en una de sus producciones. Y sin embargo…
A años-luz de la Tierra, el planeta Pandora está bajo la colonización occidental norteamericana. Un mineral raro suscita la codicia de una multinacional (“La Compañía”, como en la serie de “Aliens”), apoyada por tropas militares.
El argumento de la rentabilidad financiera (las ganancias de los accionistas se menciona directamente en la película) promueve la doble destrucción de la naturaleza y del pueblo Na’ vi. Ecocidio y genocidio constituyen aquí un doble horizonte de la lógica del beneficio.
Cameron pone de alguna forma en imágenes y en su forma más extrema la contradicción Capital/naturaleza. La trama narrativa de la ciencia ficción, reconfigurada con los nuevos efectos especiales y proyectada en 3D, ofrece una verdad ética y política propiamente cinematográfica en una composición ficticia.
Una crítica social, en un plano sensible e inteligible
Este dispositivo cinematográfico nos permite explorar lo más cerca posible de nuestras sensaciones otro mundo, el de Pandora y el de los Na’vis, jugando a la vez con el temor, la sorpresa o la alegría del descubrimiento. La crítica social se expresa a un doble nivel, sensible e inteligible.
Este universo extraño en 3D, que nos da en primer lugar temor y luego nos maravilla, constituye menos uno de los “otros mundos posibles” de los altermundistas que el reverso de nuestro propio mundo, un lugar imaginario que permite situar mejor las fallas de nuestra realidad diaria a la manera de la isla Utopía en Tomás Moro.
Ciertamente los Na’vis tienen cierto perfume New Age, arrastrando una visión estereotipada de la comunión de los seres “primitivos” y la naturaleza. Pero los conocimientos técnicos particulares de los autores más originales de las películas y series televisivas hollywoodenses consisten, precisamente, en tomar cierto apoyo en algunos estereotipos para cuestionar otros.
Somos llevados de la mano en la familiaridad de rutas estandarizadas, pero ahí mismo se abren sendas críticas, en un cóctel detonante de suaves evidencias y señalamientos picantes y vigorosos.
Sully vive una conversión existencial, como esos militantes anticapitalistas…
El anti capitalismo de “Avatar” es indisociablemente colectivo e individual. Desintoxicarse del imaginario capitalista pasa también por una transformación de sí mismo. Jake Sully (Sam Worthington, que ya había actuado en “Terminator 4”), antiguo marine inmovilizado en una silla de ruedas, se convierte en un “piloto” mental de un avatar (un cuerpo híbrido de ADN humano y Na’ vi), para luego sufrir una verdadera conversión: de infiltrado entre los Na’ vi a protector de su modo de vida, de soldado imperialista a eco-guerrero.
Sully tiene cierto parentesco con la figura de los “militantes existenciales” anticapitalistas, caracterizada “por un trabajo espiritual y político de cada uno nosotros sobre sí mismos, respaldada por las comunidades de vida”, promovida recientemente por el filósofo de la economía Christian Arnsperger en su estimulante trabajo “Ética de la existencia post capitalista” (Ed. du Cerf, 2009).
Esta revolución cultural personal toma los caminos de la fragilidad en “Avatar”: un minusválido de alma belicosa, fascinado al principio por las supuestas capacidades ilimitadas de su avatar, terminará por asumir sus debilidades de ser un humano mortal.
Una ecología radical, lejos de las tonterías de Borloo o Cohn-Bendit
Sin embargo, James Cameron no seguiría a Arnsperger en su elección de la conversión existencial contra la vía revolucionaria clásica de las relaciones de fuerzas.
En una coyuntura de amenaza extrema, “Avatar” justifica el recurso del combate y la fuerza. En algunas circunstancias, el anticapitalismo verde consecuente debe también saber tomar las armas (en el sentido metafórico, lo que no implica necesariamente el manejo del kalachnikov).
Esta ecología radical no tiene mucho que ver con las tonterías consensualistas del tipo Borloo/Cohn-Bendit. Más bien convoca a rupturas, conflictos, confrontaciones. La transformación personal y la acción colectiva contra las fuerzas dominantes aparecen asociadas y no opuestas.
Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=2706
Publicado en VientoSur
¿Alguien me puede explicar qué es ser algo/alguien anticapìtalista?
Vaya, como bonito y gustoso la cosa puede ser, pero, para la vida del día a día… ¿hay algo? ¿la cosa es lenguaje zapateril?
¿Me dais pistas?
(Eso sí, bonico queda)
Tras leer un par de veces por si se me había escapado el sarcasmo, veo que no. Que la izquierda anticapitalista marxista francesa (o al menos, el señor Corcuff) está en el desguace intelectual. No me extraña que no los voten ya ni en las encuestas.
Como soy sociólogo, pero no marxista, a quien he leído es a Karl Marx, no a Marxtradamus. Por eso me hace gracia gente que se traga un “fake” típico de las búsquedas de Google (¡voy a tener suerte!), como Cayo Lara, para el que Marx predijo lo dañinas que son para el proletariado las hipotecas y las cajas de ahorros.
O los que se han pasado a la cabalística y encuentran leyendo al revés letras alternas del manifiesto comunista las causas del terrorismo islamista, del ecologismo verdadero, o una receta de la Thermomix.
Marx es uno de los padres de la sociología. Su teoría política ha sido uno de los polos de la política occidental (e incluso global) desde hace más de un siglo. No necesita que se le inventen méritos para inflar el curriculum.
Lo peor de Marx son sus integristas, como casi siempre. Han demostrado que si se pone, el socialismo es tan capaz como el capitalismo de agotar a trabajadores y naturaleza. ¡O más!
Pero nada de esto como decir que James Cameron es el nuevo profeta del ecologismo verdadero. Ni Cohn-Bendit ni leches. James Cameron. Si lo lee, le da un patatús.
No he visto Avatar, a pesar de Sigourney Weaver (de todos modos saldrá poco y tuneada). Quizás lo haga, más que nada por sacar mi lado más freak y calzarme las gafas 3D e hincharme de palomitas. Desde luego, no será por la historia. Para eso, veo Pocahontas con mi sobrina. ¡Ey! Quizás fue Disney el verdadero profeta del ecologismo… a fin de cuentas, su héroe es un ratón, ha frustrado la vocación de millones de cazadores con la madre de Bambi y los abrigos de pieles son horteradas propias de Cruella de Ville. Por lo menos los de dálmata.
Queridos anticapitalistas, ¡bienvenidos al disneymarxismo!
Tras leer un par de veces por si se me había escapado el sarcasmo, veo que no. Que la izquierda anticapitalista marxista francesa (o al menos, el señor Corcuff) está en el desguace intelectual. No me extraña que no los voten ya ni en las encuestas.
Como soy sociólogo, pero no marxista, a quien he leído es a Karl Marx, no a Marxtradamus. Por eso me hace gracia gente que se traga un «fake» típico de las búsquedas de Google (¡voy a tener suerte!), como Cayo Lara, para el que Marx predijo lo dañinas que son para el proletariado las hipotecas y las cajas de ahorros.
O los que se han pasado a la cabalística y encuentran leyendo al revés letras alternas del manifiesto comunista las causas del terrorismo islamista, del ecologismo verdadero, o una receta de la Thermomix.
Marx es uno de los padres de la sociología. Su teoría política ha sido uno de los polos de la política occidental (e incluso global) desde hace más de un siglo. No necesita que se le inventen méritos para inflar el curriculum.
Lo peor de Marx son sus integristas, como casi siempre. Han demostrado que si se pone, el socialismo es tan capaz como el capitalismo de agotar a trabajadores y naturaleza. ¡O más!
Pero nada de esto como decir que James Cameron es el nuevo profeta del ecologismo verdadero. Ni Cohn-Bendit ni leches. James Cameron. Si lo lee, le da un patatús.
No he visto Avatar, a pesar de Sigourney Weaver (de todos modos saldrá poco y tuneada). Quizás lo haga, más que nada por sacar mi lado más freak y calzarme las gafas 3D e hincharme de palomitas. Desde luego, no será por la historia. Para eso, veo Pocahontas con mi sobrina. ¡Ey! Quizás fue Disney el verdadero profeta del ecologismo… a fin de cuentas, su héroe es un ratón, ha frustrado la vocación de millones de cazadores con la madre de Bambi y los abrigos de pieles son horteradas propias de Cruella de Ville. Por lo menos los de dálmata.
Queridos anticapitalistas, ¡bienvenidos al disneymarxismo!