Mario Ortega / No me ha gustado nada de nada el conflicto de competencias planteado ante el TC por el gobierno de Rajoy que ha conducido a la paralización del procedimiento de apertura de la mina de Las Cruces en Aznalcóllar. Nada.
Como no me gustó nada de nada esta iniciativa minera, que no se circunscribe exclusivamente al ámbito de la llamada franja pirítica de Huelva, sino que forma parte de una estrategia andaluza impulsada por la propia presidenta y con el beneplácito de su socio de gobierno. Ustedes lo pueden comprobar aquí (1) y aquí (2) y aquí (3).
Entiendo que esta acción centralista del PP es la respuesta a las actuaciones de la Junta de Andalucía para blindar la protección de la finca La Almoraima, en la que el ministro Arias Cañete puso los ojos de la codicia. Parece demasiado prosaico, pero así lo veo.
La incoherencia del gobierno andaluz en materia de políticas ambientales y de construcción de un nuevo modelo productivo, con el apoyo de quienes ostentan el nombre Verdes en sus siglas, tiene como contrapartida la perfecta coherencia de la derecha ideológica española.
Para los primeros no hay más política que la del instante, una veces es Aznalcóllar y otras La Almoraima. Unas veces es la banca pública y otras el aceptar «que nos den» los del IBEX 35, unas veces es proteger el litoral y otras legalizar miles y miles de edificaciones ilegales, unas veces es el AVE y otras el carril bici, unas veces son los santos y las vírgenes y otras recuperar el control público de la Mezquita. En un pa´ca pa´lla de una incoherencia perfecta.
Para los segundos no, los segundos saben a qué juegan, juegan a desactivar el poco poder real andaluz, y lo hacen con una coherencia aplastante aprovechando todas las fisuras e instrumentos legales y políticos a su alcance, mientras aquí, nuestro gobierno sigue con su «lealtad institucional» aunque nos pisen el cuello.
La cuestión es la que vengo repitiendo desde hace tiempo, contra la poderosa ideología de la derecha sólo se está combatiendo con posiciones líquidas muy desideologizadas en el peor de los casos, y en el mejor con posiciones ideológicas ancladas, no en la memoria, sino en la tradición. Y para tradicionales ellos.
Mientras la derecha tiene un Norte claro, la izquierda no tiene ni siquiera un Sur. Y no confundan gobierno con proyecto de gobierno.
Esta incoherencia político-ideológica reduce a lo social el campo de lucha de la izquierda. Muy importante, sí, pero deslavazado de lo económico y lo ecológico, y en ocasiones hasta de las cuestiones de género (¿no es acaso la minería el modelo del hombre en el tajo y la mujer en casa?, no hace mucho hemos visto alimentado el mito de la hombría minera en las movilizaciones de las cuencas del carbón). Es decir, sin la construcción de un sustrato verdaderamente transformador del modelo de la desigualdad que actualmente impera.
La acción para paralizar Aznalcóllar del gobierno del PP hace más que alimentar las contradicciones de esta izquierda sin Sur. Y han sido, el gobierno andaluz en pleno, el sindicalismo de clase que tanto defiendo y un conjunto de alcaldes que reducen su ámbito de pensamiento al lugar por donde campan, los culpables. Porque al PP la culpabilidad ambiental, económica y social se la supongo.
Lo radicalmente peligroso de todo esto es que deja los marcos de construcción de la interpretación sobre lo que nos está ocurriendo en el lugar de la derecha. Así, el poder económico real, podrá seguir haciendo cualquier cosa con el chantaje del empleo (falso en la mayoría de las ocasiones), así podrá seguir alimentando la añoranza del ladrillo, el hormigón y el alquitrán frente a una nueva propuesta esperanzadora, así dejan a la ciudadanía de izquierdas envuelta en sus dudas e incertidumbres con la resignación de que no hay más salida que el pan para hoy y para mañana ya veremos.
Así seguiremos leyendo declaraciones de dirigentes de izquierdas ante proyectos agresivos que se apropian de lo común para beneficio exclusivo, como en el caso del resucitado teleférico a Sierra Nevada, del tipo «tengo serias dudas de su conveniencia» y «por principios estoy a favor de que se recurra la sentencia del TSJA.» Nula contundencia y escasa claridad para mi gusto.
Lectores, lectoras, las dudas para la ciencia y los principios para la moral. Para la política las ideas, ese terreno tan yermo hoy en la izquierda de partido.
@marioortega