Rafa Rodríguez
1. Situación económica y social
El año 2015 es el último año de la X legislatura, la legislatura de la mayoría absoluta de Rajoy. El PIB creció ese año el 3% (a precios de mercado); el precio del petróleo cayó hasta los 33,67$ en diciembre y en ese mismo mes la prima de riesgo se situó en los 150 puntos básicos. El déficit también bajó hasta -5,3% aunque la deuda pública casi alcanzó el 100% del PIB (99,4%). La mejora económica en parte había sido provocada por factores exógenos como la bajada del Euro y del petróleo y la mayor liquidez proporcionada por el Banco Central Europeo.
El porcentaje de paro estaba en España en el 20,9% durante el último trimestre y en Andalucía en el 29,83%. Las ejecuciones hipotecarias bajaron con respecto al año anterior pero aún alcanzaron la enorme cifra de 60.032 (iniciadas e inscritas en el registro de la propiedad sobre fincas rústicas y urbanas) y la desigualdad apenas varió con respecto al año anterior: 31,6% en el índice de Gini y 19,5% de personas en riesgo de pobreza. La movilización social descendió por tercer año consecutivo registrándose 32.904 manifestaciones autorizadas y 1.482 no autorizadas.
2. La ruptura del pacto PSOE – IU en el gobierno andaluz
Desde la perspectiva política el año comenzó con la ruptura del pacto en el gobierno andaluz. Aprobados los presupuestos, Susana Díaz desplegó una batería de acoso contra IU. En diciembre, los dos sectores de Izquierda Unida –el partidario del gobierno de coalición y el partidario de la ruptura– habían alcanzado el acuerdo de celebrar un referéndum después de las municipales acerca de la permanencia en el gobierno andaluz. En enero, Susana Díaz consideró la celebración de ese referéndum como una deslealtad y un motivo para romper el pacto. Y una segunda excusa, un viaje programado y rutinario de Valderas a los campamentos saharauis, se convirtió en un ultimátum para romper el pacto. A continuación, Susana Díaz disolvió el Parlamento en enero 2015 y convocó elecciones.
3. Las elecciones andaluzas del 22 marzo
Las elecciones andaluzas de la X legislatura se celebraron el 22 marzo 2015, con una participación del 63.94%. El PSOE andaluz mantuvo los mismos 47 parlamentarios, pero con 114.423 votos menos, alcanzando 1.411.278 y el 35,41 de los votos. Susana Díaz había ganado con los peores resultados históricos del PSOE en Andalucía.
El gran derrotado fue el Partido Popular con Juan Manuel Moreno de cabeza de lista que con 33 escaños perdía 17 y 503.039 votos, llegando a 1.065.685 y al 26,74 de los votos. El Partido Popular comenzaba a ver lejos la perspectiva de mantener su mayoría absoluta, con estos resultados, en las próximas elecciones generales.
La mayoría de estaos votos fueron a Ciudadanos, cuya candidatura encabezada por Juan Marín, entró por vez primera en el parlamento andaluz con 9 escaños y 369.896 y el 9,28% de los votos.
IU, con Antonio Maillo de candidato, perdió 163.488 votos y 7 diputados, sacando 5 escaños y 274.426 y el 6,89% de los votos.
Podemos también irrumpió por vez primera en el parlamento andaluz con Teresa Rodríguez de candidata, obteniendo 15 escaños, 592.133 votos y el 14,86%. A pesar de este comienzo espectacular, el resultado se quedó por debajo de sus expectativas.
Con estos resultados Andalucía inauguraba el fin del equilibrio bipartidista y una nueva época en torno al multipartidismo con la entrada decisiva de dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, con lo que se había generado un escenario mucho más representativo que el encorsetamiento bipartidista, pero que implicaría también dificultades para alcanzar acuerdos de gobierno.
Susana Díaz, tras las elecciones, selló un pacto de legislatura con Ciudadanos, el partido que hacía gala de su centralismo y neoliberalismo. Con este acuerdo Susana Díaz se situaba en la posición más derechista del PSOE, enfrentada a Pedro Sánchez.
4. Las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo
Dos meses más tardes se celebraron las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo. La participación fue del 64,91% en las elecciones municipales y unas décimas menos en las autonómicas.
En las elecciones municipales, el PP fue la fuerza más votada con 6.070.176 y el 27,06 de los votos, seguido del PSOE con 5.613.733 y el 25,02% de los votos. En tercer lugar. Ciudadanos con 1.469.875 y el 6,55%.
Podemos renunció a presentar candidaturas municipales con sus siglas y entró a formar parte de candidaturas autodenominadas de unidad popular con otras formaciones y movimientos políticos, sociales y ciudadanos agrupados, en un principio, bajo la marca Ganemos. En estas elecciones hubo un giro importante hacia posiciones progresistas en el gobierno de las instituciones autonómicas y municipales de la mayor parte del país, poniendo de manifiesto la demanda de un cambio profundo en la orientación de las políticas realizadas por los anteriores ayuntamientos, caracterizadas en su mayoría por las privatizaciones y el debilitamiento de los servicios públicos. Los más novedoso fue la constitución de los “ayuntamientos del cambio”, en muchas de las ciudades más importante del país tales como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, La Coruña o Cádiz, la mayoría mediante pactos con el PSOE y otros partidos que dieron la alcaldía a Manuela Carmena, Ada Colau, Joan Ribó, Pedro Santisteve, Xulio Ferreiro o José María González ‘Kichi’.
En las elecciones autonómicas, el gran beneficiado fue el PSOE que consiguió la presidencia de 5 comunidades que anteriormente gobernaba el PP (Aragón, Baleares, Castilla la Mancha, Valencia y Extremadura) y mantuvo la de Asturias.
El PP siguió gobernado, tras estas elecciones, en Madrid, Castilla y León, Murcia, La Rioja, Ceuta y Melilla.
Geroa Bai consiguió la presidencia de Navarra desplazando a UPN y Coalición Canaria mantuvo la presidencia de la Comunidad Autónoma.
5. Las elecciones catalanas del 27 de septiembre
El 27 de septiembre se celebraron las elecciones catalanas que adquirieron, por la presión soberanista, las características de unas elecciones plebiscitarias, de hecho, Artur Mas definió las elecciones como la «consulta definitiva», hubo una participación del 74,95% sobre el censo, 7,2% más que en las anteriores elecciones, con la Diada como arranque de la campaña.
JxSi, la coalición de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) y Esquerra Republicana (ERC) encabezada por Artur Mas, obtuvo 62 diputados, 9 menos que la suma de las organizaciones que la integraban, en las anteriores elecciones, con 1.628.714 y el 39,59% de los votos.
Ciudadanos, liderada por Inés Arrimada, fue quien más creció, alcanzando 25 diputados, 16 más que en las anteriores elecciones, con 736.364 y el 17,9% de los votos.
El PSC – PSOE de Miquel Iceta consiguió 16 escaños, 4 menos que en las anteriores elecciones, con 523.283 y el 12,72 % de los votos.
CSQP, la coalición compuesta por ICV, Podemos, EUIA y EQUO, encabezada por lluis Rabell, obtuvo 11 escaños, 2 menos que la suma de esas organizaciones había alcanzado en las anteriores elecciones, con 367.613 y el 8,94%.
El PP con Xavier García Albiol de candidato solo consiguió 11 escaños, 8 menos que en las anteriores elecciones, obteniendo 349.193 y el 8,48% de los votos.
La CUP – CC, liderada por Antonio Baños, pasó de 3 diputados a 10, con 337.794 y el 8,21%.
La evidencia fue que el independentismo perdió el plebiscito ya que la suma de los votos de Junt Pel Sí y CUP no superaron el 50% de los votos ejercidos (47.78%).
6. Las elecciones generales del 20 de diciembre
El 20 diciembre se celebraron las elecciones generales, que trajeron el mayor cambio en unos resultados entre elecciones generales, desde el inicio de la democracia.
El PP obtuvo 123 escaños con 7.236.965 y el 28,71% de los votos, lo que implicaba una pérdida de 3.630 votos y 63 escaños. El PSOE sacó 90 escaños con 5.545.315 y el 22% de los votos, con una pérdida de 1.458 mil votos y 20 diputados.
PP y PSOE perdían así, con respecto a las anteriores elecciones, 83 escaños y 5 millones de votos que iban a parar a los nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos y sus aliados. Ciudadanos irrumpía con 40 diputados y 3.514.525, el 13,94% de los votos. Podemos con 42 diputados (3.198.584 y el 12,67%); En Comú Podem con 12 diputados (929.880 y el 3,69%); Compromís con 9 escaños, 673.549 votos – el 2,67%- (8 más que en las anteriores elecciones) y En Marea con 6 diputados, 410.698 votos y el 1,63%, sumaban 71 escaños, 6.139.494 votos y el 24,34% de los votos emitidos.
IU solo consiguió 2 diputados con 926.783 votos, el 3,68% (9 menos que en las anteriores elecciones, con una pérdida de 759.257 votos.
En el ámbito nacionalista subestatal, Democracia i Libertat (la nueva marca de Convergencia democrática) obtenía 8 escaños (8 menos que en las anteriores elecciones) con 567.253 y el 2,25% de los votos. ERC ganaba en cambio 6 nuevos diputados obteniendo 9 escaños y 601.782 votos (el 2,39%). El PNV ganaba un escaño, obteniendo 6 parlamentarios con 302.316 y el 1,2% de los votos, mientras que EH Bildu perdía 5 escaños, obteniendo 2 parlamentarios y 219.125 votos. Coalición Canarias obtuvo un diputado (en las anteriores había obtenido 2) con 81.917 votos (el 0,32%).
Por vez primera, la suma de la izquierda del PSOE superaba al PSOE en votos, aunque no en escaños, tanto por la fuerza de Podemos y sus aliados como por el descenso del PSOE que, por vez primera, bajaba de los 100 diputados.
El resultado electoral del 20D supuso, ante todo, una severa corrección del bipartidismo al escindirse el bloque de izquierda y el de derechas, tanto por el triunfo de Podemos y sus aliados y en menor medida de Ciudadanos, como por la gestión de la crisis por el PSOE y el PP. El sistema bipartidista se había transformado en un sistema multipartidista, tras siete años de crisis.
A pesar de la hemorragia de votos y la pérdida de escaños, el PP fue el ganador de las elecciones, demostrando que tenía un electorado ideológicamente muy fiel a su marco conservador (catolicismo tradicional; monarquía; liberalismo económico), mientras que Ciudadanos evidenciaba las dificultades de viabilidad que tienen los partidos liberales en los estados de la Europa mediterránea en el que la derecha está muy vinculada a los valores tradicionales, enredándose con mensajes machistas y antiabortistas.
El PSOE había perdido la hegemonía en la izquierda por el ascenso de Podemos (que se nutría de votos del PSOE, de IU y de bases de los nacionalismos subestatales progresistas) que se situó incluso en mejor posicionado para articular los distintos subsistemas políticos por sus resultados en Cataluña (1ª fuerza); País Vasco (1ª); Navarra (2ª) y Galicia (2ª), que son los territorios que presentan subsistemas políticos más diferenciados, además de ser la segunda fuerza política en Madrid, Valencia y Baleares.
Una de las razones de este éxito fue el triunfo de las coaliciones municipales que proporcionaron seguridad al electorado sobre la capacidad para llevar a cabo una gestión diferente por parte de los municipios del cambio.
Por último, reseñar la crisis política que sufrieron IU y de UPD al perder su posición de alternativa al bipartidismo ya que el electorado los había visto como complemento del sistema bipartidista. IU no consiguió renovarse en las decisivas elecciones europeas que marcaron el cambio de tendencia y fueron obligados a salir del gobierno de Andalucía. UPD, tal vez por el perfil autoritario de Rosa Díez, no fue capaz de sumarse al proyecto Ciudadanos y desapareció materialmente como partido político.
La transformación del sistema político del bipartidismo al multipartidismo se efectuó a dos velocidades. Por una parte, el multipartidismo triunfó en el País Vasco, Cataluña, Navarra, Baleares, Valencia, Madrid, Galicia y Canarias. Por otra el bipartidismo seguiá fuerte en Extremadura, Castilla la Mancha, La Rioja, Castilla León, Murcia, Andalucía, Cantabria, Aragón y Asturias. Es decir, en las Comunidades con un sistema político más plural por la presencia de partidos nacionalistas subestatales, Podemos y sus aliados había conseguido muy buenos resultados, a los que se sumaban los obtenidos en territorios tradicionalmente bipartidistas como Baleares, Valencia y Madrid.
La exigua victoria del PP y la fragmentación del sistema político inauguraban una tercera etapa del ciclo 2008 – 2019, tras los gobiernos de mayorías absolutas de Rodríguez Zapatero y Rajoy, caracterizada por la debilidad parlamentaria de la victoria del PP y un giro a la izquierda en el conjunto del bloque de izquierda tanto por la dirección que imprimía Pedro Sánchez en el PSOE como por la amplitud de la irrupción electoral de Podemos y sus aliados.
7. Un nuevo rumbo en la agenda internacional
El año 2015 marcó un nuevo rumbo en la agenda internacional y un cambio en la percepción de los retos globales por la coincidencia de tres acontecimientos de particular relevancia: la COP21 de París sobre cambio climático, la Conferencia de Addis Abeba sobre financiación del desarrollo y la Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, que lanzaba los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los resultados de la conferencia de cambio climático fueron presentados como un éxito por unos, y negativamente por otros. La visión negativa estaba justificada porque no había compromisos vinculantes inmediatos de reducción de emisiones, y tampoco en la práctica se había reconocido la deuda climática que tienen históricamente los países industrializados. Además, los compromisos adquiridos no garantizaban que en un periodo razonable que se consiguiera estar por debajo de dos grados respecto a los niveles preindustriales. El éxito estaba en que los representantes de cerca de 200 países adoptaron el primer acuerdo global para atajar el calentamiento desencadenado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Con este acuerdo, los representantes de los 195 países reunidos en París no solo admitían que el problema del cambio climático existe, sino que reconocían que el aumento de la temperatura es responsabilidad de la especie humana. El acuerdo de París debe entrar en vigor en 2020.
En la Conferencia de Addis Abeba sobre financiación del desarrollo, celebrada en julio, los 193 estados miembros de la ONU acordaron generar recursos para garantizar la nueva Agenda del Desarrollo Global Sostenible que se aprobó en septiembre en Nueva York y planteó los 17 nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para conseguir acabar con la pobreza extrema, la desigualdad y el cambio climático antes del año 2030.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Mundiales, son un llamamiento universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad.
Estos 17 Objetivos, aunque basados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluían nuevas esferas como el cambio climático, la desigualdad económica, la innovación, el consumo sostenible y la paz y la justicia, entre otras prioridades. Los Objetivos están interrelacionados ya que con frecuencia la clave del éxito de uno involucrará las cuestiones más frecuentemente vinculadas con otro.
Los ODS conllevan un espíritu de colaboración y pragmatismo para elegir las mejores opciones con el fin de mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras. Proporcionan orientaciones y metas claras para su adopción por todos los países en conformidad con sus propias prioridades y los desafíos ambientales del mundo en general. Los ODS son una agenda inclusiva. Erradicar la pobreza está en el corazón de la Agenda 2030 por eso abordan las causas fundamentales de la pobreza para lograr un cambio positivo en beneficio de las personas y el planeta, con el compromiso de no dejar a nadie atrás.
(*) Imagen de Louis Carreon (mural en Los Ángeles)