Mario Ortega | La dignidad recibió a la dignidad. Lo vivimos a corazón abierto. Aplausos, jaleos, vivas, preguntas, cánticos, respeto, alegría.
El pueblo de Madrid, estuvo en la calle recibiendo a los pueblos de España. El oso vistió la bandera republicana y en el madroño estalló la primavera. Una primavera con banderas de todos los colores, de todos los lugares y puntos cardinales, de todas las causas justas.
El viento era fresco y dulce, ni mucho ni poco. Marzo sopló en Madrid con la precisión de los besos.
Hermoso día para las banderas. Para la libertad. Miles y miles de banderas con la geografía de los sueños. Banderas de acá, banderas de allá, banderas que desplegaban «un ala de delicia.» Banderas que gritaban, banderas que cantaban, nuestras banderas. Las banderas de nuestra clase, la clase de la dignidad.
Banderas como flores y personas como pétalos. Pétalos de las mareas de la sanidad, de la educación, de los servicios sociales. Pétalos de los campos, de las oficinas, de las fábricas. Pétalos de la España de Miguel Hernández.
Banderas que el pueblo de Madrid alentó como el que más. Es muy evidente que ni Aguirre, ni González ni Cifuentes representan a ese pueblo.
Quede aquí mi homenaje a quienes nos recibieron como ese viento fresco y dulce de marzo.
——
Esta escena es real, no es una invención, cualquier parecido con la realidad es cierto:
El grupo de ciegos y ciegas, con la estampa de Novecento, caminan el sábado 22 de marzo de 2014 rodeados de una multitud de consignas y banderas.
La mano del camarada sobre el hombro contrario, el perro guía, el bastón preciso, la silla de ruedas, la muleta, la cojera, el roce del codo que une las conciencias. Ni un síntoma de ostentación.
En la punta de la flecha la ciega canta romances del pueblo con un megáfono a pilas, los ciegos y ciegas le hacen el coro. Marcan los tiempos a golpe de gesto. Quienes los miran sienten la fuerza gravitacional en los pies.
Color.
En la acera, al acecho, los policías más pertrechados que jamás los ciegos vieran. Un cuadro cubista con chalecos antibalas, munición de reglamento y posición de atentos para el combate.
Blanco y negro.
La ciega canta viejos romances del pueblo, el coro de los ciegos marcha alegre y decidido.
Color.
Hay ciegos que lo ven todo y videntes que no ven ni las sombras. La dignidad, ese lugar donde nacen los sueños.