Justicia Social, Nuevos Empleos y Protección Climática
La emergencia acelerada de una crisis civilizatoria sin precedentes en la era capitalista que ha sido negada primero, minimizada después, abrupta en su desenlace y gobernada por el mismo liberalismo económico que la causó, convirtiendo sus planteamientos ideológicos en religión de culto en todos los púlpitos mediáticos al uso, nos obliga a asumir la responsabilidad de definir una estrategia política de confrontación radical con los actores que actualmente ejercen el poder fáctico, sea institucional, social o económico. Actores que consideran Andalucía un territorio subordinado útil para continuar el expolio de capital humano, ambiental y financiero.
En el ruido del bipartidismo más encarnizado que se haya vivido, no se distinguen aportaciones de fondo, acciones legislativas contundentes para afrontar el drama social que vive Andalucía. Hasta tal punto se hace difícil discernir entre propuestas políticas e imposturas o creencias, que las mismas recetas económicas que han incrementado la desigualdad y el desempleo, la pobreza y la exclusión social, que han destruido los recursos naturales y que han creado espacios especulativos que funcionan como santuarios de culto se presentan como la panacea para “salir de la crisis.” Algunas de estas máximas fracasadas son incluso asumidas por sindicatos o partidos que se dicen de izquierdas, “es necesario crecer al 3 % en PIB para generar empleo” se afirma, “es necesario apoyar sectores insostenibles como la agricultura intensiva, la industria del automóvil o el sector de la construcción y la obra pública, la industria militar, las grandes superficies comerciales o el modelo turístico al uso,” se repiten sin rubor y sin matices. «Es necesario generar condiciones de competitividad para los inversores» (capital extranjero sin mayor adscripción territorial que su domicilio societario).
Sigamos regalando más territorio, más aire, más espacios naturales, más agua, más recursos agrarios endógenos, más empleo miserable, más servicios públicos y el pueblo andaluz habrá perdido por completo su capacidad de autogobierno suplantada totalmente por las directrices del libre mercado.
Reducción y contención de salarios, aumento de la edad de jubilación, flexibilización del mercado laboral (¿se puede flexibilizar más?, sí, auque estamos cerca de parámetros de esclavitud), incremento de impuestos directos, reducciones presupuestarias para políticas de igualdad y genero, entrega progresiva de la sanidad a instituciones privadas, cesión del control de la educación a la iglesia católica amparada por los déficit de personal e inversiones en la enseñanza pública, vuelta a políticas de gestión de la oferta en energía y agua, entrega de la gestión de servicios básicos a corporaciones y monopolios, entramado de empresas públicas y concesiones de servicios que funcionan como administración pública paralela en manos privadas, etc.
En el momento actual incluso la engrasada maquinaria de marketing político que el PSOE ha manejado a la perfección durante más de 25 años se revela ya impotente para encubrir su acción legislativa de derechas. La percepción que se tiene del partido que gobierna el Estado y Andalucía ha pasado de ser la de un barco que navega al pairo a la de un submarino gobernado por el FMI, el Banco Mundial, la OCDE y los respectivos G8 y G20, organismos que utilizan la configuración actual de la UE tras el tratado de Lisboa, la Comisión y el Consejo, como instrumento institucional para imponer menos Estado y más apropiación de lo público.
Pero cuando hablamos de crisis civilizatoria, hablamos de retroceso en derechos, independientemente de que estos estén recogidos en la Constitución o el Estatuto, hablamos de crisis de representatividad política, hablamos de déficits democráticos y de mecanismos sutiles y menos sutiles de coerción de las libertades civiles, hablamos de deslegitimación de la política (de los políticos dicen las encuestas).
Todo ello en el marco de una crisis ambiental revelada en múltiples escalas territoriales y un Cambio Climático al borde de convertirse en irreversible y cuyas consecuencias ecológicas, sociales y económicas se ponen de manifiesto a diario demandando actuar con urgencia.
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Ilustración de El Niño de las Pinturas
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