La obra de Blas Infante no se resume en su propia biografía y mucho menos en la imagen del personaje histórico que se ha ido transmitiendo de él. No es tampoco un “padre de la patria” al uso del nacionalismo decimonónico. Infante no fue un uniformizador sino un sincrético, no desplegó el antagonismo sino que reivindico el pluralismo, no soñó con ningún Estado diferente sino con la diferencia como estado.
La actualidad y la utilidad del pensamiento de Blas Infante tienen planos diversos que se superponen sobre una base común de radical modernidad. Asuntos que en su momento fueron considerados anacrónicos o extemporáneos como la multiculturalidad , la necesidad de establecer puentes de diálogo entre civilizaciones o la separación entre nación (sociedad ) y Estado ; son hoy de un actualidad sobrecogedora. El Infante que propugna una “nacionalismo antinacionalista” presiente y denuncia las trágicas y dolorosa consecuencias del nacionalismo estatalista y etnicista del siglo XX.
Repensar a Blas Infante hoy es superar la reducción de su obra a la metáfora castradora del padre para recuperar al pensador y al activista político en toda su potencialidad crítica e innovadora. El hombre que murió fusilado en la carretera de Carmona no murió para ser venerado fríamente en fríos y escondidos actos oficiales sino para ayudar cual matrona al nacimiento de una nación cuyo nombre era para el sinónimo de humanidad: la nación andaluza.