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Incluso para los mercados lo que provoca más desconfianza sobre una economía es que se haya instalado en el paro estructural y no se vislumbre cómo mejorar la situación.

Capacidad de presión para conseguir que el objetivo sea la lucha contra el paro (2 de 2)

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La actual política consistente sólo en centrarse en el déficit y la deuda pública olvida concientemente que éstos no han sido el origen de la crisis. La causa de nuestra crisis diferencial estaba en el volumen de deuda privada externa no de deuda pública. La deuda externa privada en el año 2007 estaba en torno a 1.250.000 millones de € (un 125% del PIB) mientras que la deuda pública total ese mismo año era de 350.000 millones de € (un 36% del PIB).

La deuda privada externa estaba originada a su vez por un déficit estructural de la Balanza de Pagos, es decir que comprábamos al exterior más de lo que vendíamos porque la estructura económica no era la suficientemente productiva como para hacer frente al nivel de demanda. Además, la captación del ahorro externo que se realiza no se utiliza para inversiones productivas de futuro sino sobre todo para financiar el sector de la construcción y el consumo interno.

Cuando estalla la crisis y se corta el crédito, el estado acude para tapar agujeros, pasando de una situación de superávit presupuestario (en el año 2007 hay un superávit de 20.000 millones de €) a un déficit vertiginoso, el 11,2% en 2009 sobre el PIB es decir unos 110.000 millones de € (el déficit es la diferencia entre ingresos y gastos en un año. Hay que tener en cuenta que el presupuesto global de las administraciones públicas españolas está en torno a los 350.000 millones de €).

Como no se tratara de una crisis cíclica coyuntural donde la recuperación llega pronto, tal como hemos insistido desde el principio en P36, se produce un contagio desde la deuda privada a la pública. La deuda privada externa se frena (aunque no disminuye) estando actualmente en torno a los 1.385.000 millones de € (140% del PIB) mientras que la deuda pública total se ha duplicado, 700.000 millones en el 2º trimestre de este año.

El mecanismo parece claro: un modelo insostenible para la economía española propiciado por el PP y el PSOE cuyo indicador más patente es el déficit comercial de la balanza de pagos, provoca un enorme endeudamiento de empresas y familias (y de las instituciones financieras que son los intermediarios). Cuando estalla la crisis global y deja de fluir el crédito barato internacional, la economía se contrae y arrastra al sector público que pasa rápidamente de tener superávit anual a duplicar su deuda en 4 años.

Así, el pretendido remedio (el déficit público) se ha convertido en la enfermedad a combatir de forma prioritaria “olvidando” la verdadera enfermedad provocando paradojas tales como que Zapatero, que por su propia voluntad política había endeudado al estado en un año más que ningún otro gobernante en la historia de la hacienda pública española, ha promovido una reforma de la constitución para que nadie pueda hacer lo que el (y sólo él) ha hecho.

Hay que tener en cuenta que el estado de la UE que mejor se ha comportado durante este año ha sido Bélgica ya que como carecía de gobierno no ha podido aprobar los planes de recorte. La sobredosis de austeridad en un contexto de paro masivo provoca un bucle perverso que nos conduce a un callejón sin salida. Incluso para los mercados lo que provoca más desconfianza sobre una economía es que se haya instalado en el paro estructural y no se vislumbre cómo mejorar la situación, aunque continúen apretando las tuercas para obtener mayor rentabilidad en una política suicida causada por el exceso de poder sin contrapeso, por el exceso de capacidad de intimidación cuya prueba más palpable es el tiempo record en el que han conseguido lo máximo: dictar la reforma de la propia Constitución en función de sus intereses exclusivos a corto plazo.

Además, hay una enorme carga ideológica en focalizar el problema en el déficit público. Parece que son las administraciones públicas las causante de esta crisis diferencial y no el insostenible endeudamiento privado, guiado por la mano infalible e invisible del mercado (como trasunto teológico). Por ejemplo, la deuda bancaria en la eurozona alcanzó en 2007 el 250% del PIB y cuando la crisis dio la cara, arrastró a los estados mediante el chantaje de que no podía caer el sistema financiero. Sin embargo, el mensaje que se está trasladando es que las administraciones son unas despilfarradoras y lo público es inútil, cuando la realidad es que los que están enloquecidos son los mercados y sólo mediante la actividad (directa o indirecta) del sector público es posible sentar las bases para un cambio en el sistema productivo que sea capaz de crear empleo.

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