Con motivo del homenaje a Carlos Cano que el pasado día 3 de diciembre tuvo lugar en la Universidad Pablo de Olavide, la agencia Efe ha difundido una noticia con este titular: reivindican al “reaccionario” Carlos Cano. En su interior se decía textualmente: En su intervención, Del Río ha enfatizado la personalidad «reaccionaria» de Cano, que se preocupaba por «su gente» a la que convertía en «protagonista de sus letras». Como suele ser habitual, los medios abonados a dicha agencia reproducen la noticia tal cual y ésta se extiende con velocidad por la red identificando injustamente a Carlos Cano con un calificativo que no lo define de ninguna manera. En mi descargo diré que no utilicé ese término en ningún momento de mi intervención y que todo se debe a un error de transcripción o interpretación del periodista. Error que adquiere una mayor magnitud al emplearse como titular de la noticia.
Según la RAE, el término reaccionario tiene tres acepciones: 1) Que propende a restablecer lo abolido; 2) opuesto a las innovaciones; 3) perteneciente o relativo a la reacción. En política, María Moliner, define al reaccionario como apostólico, carca, carlista, cavernícola, retrógrado, retardatario, ultramontano, conservador y moderado. Cualquier persona que conozca un mínimo la obra y la figura de Carlos Cano sabe perfectamente que no encaja en ninguno de estos calificativos. Más bien representa todo lo contrario.
En mi intervención destaqué la significación de Carlos Cano como artista comprometido con su tierra y con sus gentes. Siempre crítico con el poder —que le supuso el maltrato institucional— y alineado intelectual y emocionalmente con el pueblo en el sentido más antropológico del término: con los desfavorecidos, o como él mismo lo definía, con la morralla. No fue un militante de partido político, pero su obra entera es un compendio de coherencia y compromiso social. “Nunca he tenido militancia política —decía—. A veces me he dado cuenta de que tengo cosas que son anarquistas, otras más bien conservadoras, y algunas tienden a lo progresista y revolucionario, o sea, un lío. Pero ante todo me siento y defino como un hombre capacitado para comprender problemas humanos, sin color, ni raza, ni religión.
Tal vez la catalogación errónea como “reaccionario” venga por la fuerte vinculación del artista con las raíces andalusíes de la identidad cultural andaluza, que algunos, en su momento, interpretaron de manera maliciosa, como una reivindicación del retorno de Al Andalus. Sin embargo no hay nada más lejos de la realidad. Carlos Cano, como tantos miles de granadinos y andaluces, se manifestó abiertamente contra la celebración extemporánea —y ahora sí, reaccionaria— de la Toma de Granada por considerarla una fecha oprobiosa para los vencidos que ensalza la intolerancia sobre otros valores. Decía que si la tristeza tuviera otro nombre se llamaría Boabdil, porque no podía imaginar mayor dolor que la expulsión de un pueblo de una tierra que había contribuido a modelar durante siglos. La comprensión profunda de este episodio y el de las posteriores deportaciones de los moriscos, unidos a su experiencia personal como emigrante en Alemania, Suiza y Francia en los primeros años de la década de 1970 donde descubrió el racismo: “todo lo que era moreno provocaba especial rechazo”, le llevó a sensibilizarse de manera especial con las grandes tragedias contemporáneas: los genocidios, las limpiezas étnicas, los integrismos, los exilios y el drama de las personas migrantes. En este sentido, buena parte de su obra poética y musical es una denuncia inequívoca a toda manifestación de intolerancia y una reivindicación de los derechos humanos. Los temas El Salustiano, Tango de las madres locas, Romance a Ocaña, Canción para Lucrecia, Mi general, Mi amiga Rigoberta, Laila, Diamantino, Srebrenica, Moros y cristianos… son sólo algunos bellos ejemplos.
Carlos Cano fue antes que nada un andaluz libre —Soy andaluz por nacimiento, por sufrimiento, por sensibilidad, por necesidad y por compromiso—, difícilmente clasificable en términos políticos, aunque, eso sí, en las antípodas del término “reaccionario”. En todo caso, nada mejor para definirlo que sus propias palabras: “Sabed que he sido brujo, escritor, cantante, morisco, gitano, bereber, sirena, gayamba, monjita de convento, bandolero, pirata, guerrillero, abogado de pobres, contrabandista y justiciero. Que me aferro al instinto cuando me traiciona la inteligencia. Que aprendí a cantar y a golpear las cuerdas de mi guitarra como si fueran barrotes de una prisión”.
Artículo enviado a P36 por Ángel del Río (antropólogo)
“Yo siempre combato a favor de la vida. No soy un revolucionario, soy un rebelde. No lucho por convicciones, sino por sentimientos. Me da coraje que me impongan las cosas”
Carlos Cano
Él mismo dejó claro que ni era reaccionario (mala praxis del periodista de la agencia EFE) ni era revolucionario (libre interpretación de Ángel del Río)
¿Quién manipula?
Gracias Anselmo por su aclaración pero yo escribo aquí para opinar no para hacer un debate con usted sobre personas que tanto Carlos como mi familia conocimos muy bien. No obstante mi correo es javicanofernandez@yahoo.es si así lo desea yo estaría encantado de comentar con usted este u otros asuntos sobre mi hermano,y que a su vez usted me aportara
algo de su conocimiento sobre el andalucismo y sobre Carlos. Un abrazo caballero y adiós.
Para tu información, Fco Javier: El acto de homenaje a Carlos Cano fue con motivo del 4 de Diciembre, Día Nacional de Andalucía y no por el aniversario de la muete de nadie. Cada persona es libre de homenajear a quien quiera como quiera, máxime cuando se hace con el respeto, el rigor y la sensibilidad como lo hicieron Del Río, Raúl Alcover y Diego de los Santos. Yo estuve allí y chapó por ellos, por rescatarnos para cientos de estudiantes que lo desconocíamos, la memoria de un andaluz tan grande como Carlos Cano.
Usted reivindicará a Blas Infante todo el año pero el Sr. Del Río, a Carlos, sólo lo ha reivindicado este y sólamente el día del aniversario de su muerte. A eso me refiero.
Yo no conocí ni tuve trato con Blas Infante pero lo reivindico todo el año, más en en el día de su muerte. El 4 de Diciembre me parece un día especial para reivindicar a Carlos Cano, los que lo conocieron personalmente y los que no. Ojalá dentro de tres generaciones sigan recordándolo. Lo que escribe en el artículo Del Río me parece bien, lo mismo que el acto que se hizo en la universidad Pablo de Olavide y el que se hará en la plaza Carlos Cano de Granada el 19 de diciembre, fecha de su muerte, que no debe ser de su silenciamiento.
¡Viva Andalucía Libre!
Es lógico que el Sr.Del Río tenga este «malentendido» ya que no tuvo ningún trato personal, amistad, relación etc. con Carlos Cano. Este Del Río se ha metido en el club que todos los años por estas fechas pretenden sacar un rédito protagonista a costa de una persona (muerta)que lucho por unas ideas siendo perseguido y vetado por ellas.
Estas personas que tanto se llenan la boca de lo bueno que era Carlos o de lo que hizo por Andalucía deberían imitarlo por lo menos en la dignidad y honradez que mantuvo toda su vida. NO TENÉIS VERGÜENZA, SOIS MUY MALAS PERSONAS.
Esto no es un insulto gratuito, es lo que opinaba Carlos del «club del fiambre» y yo como su hermano,
puedo dar fe de ello. Los verdaderos «amigos» de Carlos no esperan cada año al día de su muerte para hacer caja.
Personas como José Luis Balbín, Lluis Llach, Cristina Maristany,Juancho Armas Marcelo, José Martín Recuerda o Antonio Mata. Podría seguir escribiendo personas que quisieron a Carlos y lo demuestran cada año, ya que la muerte es equivalente a silencio y respeto no a lo que hacen estos biógrafos del interés.
Ese periodista que ha anotado lo de reaccionario para Carlos Cano, es que no sabe tomar notas ?, pues no es periodista ?, para qué ha estudiado una carrera, o lo que es peor que es intencionado y eso si que tiene mala uva por parte del susodicho,…lamentable y hasta cuando seguiremos aguantando…
Nadie en su sano juicio y que sepa el significado de las palabras aplicaría a Carlos Cano el calificativo de «reaccionario». Sólo una infinita torpeza, una supina ignorancia o una burda manipulación puede explicar semejante metedura de pata.
Carlos era un hombre de luz.
Que tu buena fé,no te nuble los sentidos,Angel del Rio-
Llegó la hora de aparcar «el buenismo»,por lo menos en el lenguaje escrito,en el calor de la alcoba,frente al ordenador(el mío).Impávidos,inermes e inertes,seguimos observando la estulticia acompañada de la mala baba de los sinverguenzas que apostatan de la decencia por un plato de lentejas(no es un fallo del redactor)y andan comulgando con las sobras,las migajas alimenticias del opulento,los eruptos fétidos del poderoso y firmes como cobardes a la voz de su amo.
A mí,lo reconozco,me faltan agallas,guevos,para asaltar los templos de los sápatras mediáticos,derribar los muros de las injusticias,comerme los búnkeres de oro de banqueros avarientos.Pero como decía el poeta;nos queda la palabra para llamarles,con toas las de la ley,CABRONES.
Zalú,currelo i alegría pá er querpo.