El vicepresidente Chaves ha declarado que el nuevo sistema de financiación autonómica no establece privilegios y quien diga lo contrario padece de catalanofobia. En paralelo, dirigentes de Esquerra presumen de que Cataluña se va a poner cinco y seis puntos por encima de la media nacional, porque para eso paga más impuestos. Los catalanes han negociado muy bien, con argumentos, con tenacidad y con el poder que le dan votos que Zapatero necesita en el Congreso para no pasar apuros en lo que queda de legislatura. Pero aquí ha habido escasa transparencia: conocemos el método de cálculo, pero se deja que cada autonomía le ponga cifra a su montante regional. La suma territorial hecha por este procedimiento tan poco fiable incrementa en un 25% los 11.000 millones adicionales.
Añado que los catalanes han bordado la negociación. Hace cinco años plantearon la reforma de su Estatut con la pretensión de recuperar 6.000 millones de euros, un billón de pesetas, de su contribución a la Hacienda nacional. Por dos conceptos: más inversiones del Estado, en función de su PIB per cápita, y quedarse con una parte mayor de sus impuestos. El primero ya está en marcha, con un aumento de la inversión que ronda los mil millones de euros. El segundo se ha cerrado esta semana con una horquilla que se acerca a los 4.000 millones. El cheque catalán en 2012 se puede poner en 5.000 millones de euros. Una vez y media el cheque británico que la Margaret Thather arrancó a sus nueve socios comunitarios a principios de los 80, y que en sus primeros veinte años de vigencia, entre 1984 y 2004, supuso 3.500 millones de euros anuales.
En todo caso, me apunto a la filosofía de Chaves; en vez de protestar por lo que consiguen los catalanes, hay que imitarles. Me gustaría que nuestros gobernantes se atrevieran a convocar elecciones autonómicas en solitario, como hacen los catalanes. Que Andalucía tuviese una tradición empresarial como la de Cataluña. Que existiera algún partido regionalista influyente. Que en vez de 60 funcionarios por cada mil habitantes tuviésemos 38, como en Cataluña. Que nuestros jóvenes tuviesen un afán por formarse similar al de los catalanes de su edad. En fin, que fuésemos menos conformistas. Sería más importante que el dinero.
Creo que el artículo anterior es un acabado ejemplo de la cultura de lo políticamente correcto. Se identifica el problema (la mala financiación de Andalucía frente a la excelente de Cataluña), pero a la hora de buscar responsables el autor se va por las ramas y acaba todo en agua de borrajas. Otros aún lo hacen peor, porque acaban criticando al Estado, y,pienso, que el Estado no es el enemigo de Andalucía.Otra cosa es que se haya mostrado ineficaz, a través del Psoe, sl defender los intereses de Andalucía, pero su enemigo no es. Aunque muchos columnistas no lo quieran reconocer públicamente, los enemigos de Andalucía son la ERC,PNV, CiU,… y si no basta con ver lo que dicen de nosotros cuando están entre gente de confianza.
La verdad es que no entiendo el apocamiento y complejo de nuestros políticos por no decirles a vascos y catalanes que si bien en esas regiones hay mayor tejido industrial que en el resto de España, esas industrias las hemos pagado todos los españolitos por partida doble, como consumidores y como contribuyentes, pues los antidemocráticos gobiernos que teníamos nos obligaban a comprar lo que se fabricaba allí aunque fuera más caro y de peor calidad que lo de fuera; eso como consumidores, y como contribuyentes porque debido a las tasas prohibitivas que el Estado ponía a los productos extranjeros no se recaudaba ninguna cantidad por ese concepto, que con otra política arancelaria hubieran supuesto partidas ingentes que los gobiernos hubiera repartido según su criterio. A esto hay que añadir que esa política tan férreamente proteccionista fue decisiva, aunque no fuera el único factor, para arruinar el primer intento de revolución industrial española, que se dio en Andalucía, en Málaga, concretamente. Y ahora vienen unos listillos y dicen que «lo mío, mío, y lo demás ya vermos cómo se reparte». Y a todo esto los diputados soperistas, perdón, socialistas andaluces sin decir ni pío, no sea que no salgan en la foto. Lamentable. Aunque me parece más lamentable que nos empeñemos en seguir votando a Psoe o PP cuando ambos nos utilizan como peones en su lucha particular y después dejan al margen los intereses de los andaluces.