Antxon Sánchez.Nada es Gratis. 19712/2012.Decía John F. Kennedy en su discurso de toma de posesión como presidente: “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país”. Bueno, pues hoy podemos decir: “No te preguntes qué puede hacer la ciencia por ti; pregunta qué puedes hacer tú por la ciencia”. ¿Y qué voy a hacer yo por la ciencia, pobre de mí? ¿Voy a ayudar a entender como se pliegan las proteínas, a contribuir a la lucha contra el alzheimer o la gripe, o a entender la estructura semántica del lenguaje? ¡Pues claro que sí! Ha llegado la era de la ciencia ciudadana.
Según Wikipedia, se entiende por ciencia ciudadana a la investigación científica llevada a cabo, en su totalidad o en una parte, por una suma de colaboradores científicos, profesionales y/o de entre la gente común. Se puede considerar 1997 como la fecha en que se empieza a trabajar de esta manera, en concreto con el proyecto Distributed.net, seguido dos años más tarde por el seguramente más conocido SETI@home. Distributed. net se ocupa de problemas matemáticos relacionados en su mayoría con la criptografía, mientras que SETI@home es la aportación ciudadana al proyecto de búsqueda de inteligencia extraterrestre SETI. Utilizando este último como ejemplo, los ciudadanos individuales participan cediendo el uso de sus ordenadores en los ratos en que ellos no los utilicen para que el proyecto analice las señales recibidas del espacio en busca de mensajes de otras civilizaciones. Para poder hacer esto, se desarrolló una plataforma informática llamada BOINC, que hoy en día es utilizada por muchos proyectos en diversos campos para conseguir esta potencia de cálculo (SETI@home tiene ahora mismo la potencia equivalente a cientos de TFlops, y estaría, si fuera un único ordenador, entre los cincuenta mayores del mundo. ¡Y gratis!). Eso sí, mientras que Distributed.net ha conseguido completar con éxito varios proyectos, todavía no tenemos evidencia de que haya seres inteligentes ahí fuera.
Poner el ordenador de uno a disposición de proyectos científicos está bien, pero como ciencia ciudadana es un tanto pasiva, aunque uno participe de la excitación que produce el descubrimiento científico. Pero si uno realmente contribuye, será mucho más divertido e, incluso, puede que uno aporte su inteligencia y todo (a los lectores de NeG se les presume, por supuesto). Éste es el caso de FoldIt. FoldIt propone un juego a sus usuarios: dada la secuencia de aminoácidos que forman un proteína, encontrar cómo se pliega. Ésta es, en una frase, la esencia del famoso problema del plegamiento de proteínas, problema fundamental, ya que de él depende el que las proteínas cumplan su función: la de la hemoglobina, que transporta oxígeno a nuestras células; la del colágeno, que es pieza clave en la estructura de nuestra piel, tendones y huesos, o la de la hormona del crecimiento, por citar tres. Por no hablar de que cuando se pliegan mal, las proteínas nos pueden fastidiar pero bien, como en el caso de los priones, responsables por ejemplo de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (“mal de las vacas locas”). El objetivo de FoldIt es doble: por un lado, predecir la manera en que se pliegan proteínas cuya estructura no se conoce, y por otro, contribuir al diseño de medicamentos que funcionen porque su estructura se ha diseñado para un fin específico. El proyecto está siendo un gran éxito, como se ha reflejado en publicaciones como ésta (“predicción de la estructura de proteínas con juegos multijugador en línea”) o ésta (en la que incluso firman grupos de jugadores).
Aquí en casa, el centro de referencia sobre ciencia ciudadana es el Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza. Si en estos días se pincha en el enlace, nos encontraremos con el siguiente logo:
Éste es un buen ejemplo de otra manera de colaborar con la ciencia: proporcionando datos. En este caso, sobre la gripe, en una investigación que es parte del proyecto europeo EPIWORK, que pretende desarrollar herramientas de predicción de epidemias que sean útiles a epidemiólogos pero también a los gestores de los sistemas de salud. ¿Cómo se colabora con GripeNet? Muy sencillo: se registra uno en la web, y cada semana le llega un recordatorio de que actualice su estado de salud también en la web, actualización que se hace en un par de minutos. ¿Qué se gana? Información valiosísima, porque muchas de las personas que contraen la gripe no van al médico, con lo que la información de que se dispone de manera oficial es muy poco precisa. De esta manera se puede de hecho estimar la precisión de esa información y a la vez se pueden calibrar distintos algoritmos de predicción de la propagación de la enfermedad. Este esfuerzo se desarrolla ya en nueve países europeos, en algunos de ellos hace ya años, y al igual que en el caso de FoldIt, está dando ya resultados como mínimo a nivel de publicaciones, como se puede ver en influenza.net. Estudios similares se están haciendo con otras especies animales, sobre todo pájaros, pero también animales marinos (está muy bien contado en esta entrada del blog de Scientific American, en inglés) con resultados como el descubrimiento de nuevos virus que afectan a las aves (obviamente, no son las aves las que entran en internet para comunicar su enfermedad, sino personas que encuentran pájaros muertos).
El BIFI tiene una larga tradición en computación ciudadana, que comenzó en 2007 con el lanzamiento del proyecto Zivis, que buscaba potencia de cálculo suficiente para obtener resultados en la simulación de plasmas de fusión. Este proyecto, basado en el ya mencionado BOINC, tuvo un enorme éxito de participación: se consiguieron un número de horas cedidas muy superior al esperado, cerca de 800.000, y en él participaron casi 3.000 internautas que aportaron 5.200 ordenadores y 7.200 procesadores. Y, además, desde el punto de vista sociológico resultó que quien había puesto su ordenador a disposición de la investigación desarrolló un gran interés sobre lo que hacía su equipo mientas lo dejaba ocioso. Los ciudadanos se interesaron por la investigación subyacente y participaron en los foros de internet vinculados a la misma, y de hecho muchos comprendieron por primera vez algo de la física de fusión.
De ahí, en algo menos de cinco años, a la creación de la Fundación Ibercivis, la plataforma de ciencia ciudadana promovida desde el BIFI y en la que participan instituciones como el Ministerio de Economía y Competitividad, el Gobierno de Aragón o el CSIC (véase información completa aquí). Desde esta plataforma se desarrollan proyectos como GripeNet, pero también otros más heterodoxos como Feelicity (en el que se estudia la propagación de la felicidad) pasando por varios más de computación voluntaria pero en la que se espera que los participantes terminen ayudando a trabajar en el software.
Pero nos queda un paso más que dar en este breve viaje por la ciencia ciudadana: su grado de madurez es ya suficiente como para que sea necesario estudiarla. Para ello, el BIFI lidera un proyecto europeo llamado SOCIETIC, que pretende coordinar a todos los agentes implicados en el proceso de la ciencia ciudadana, para sentar las bases de este nuevo paradigma de la ciencia abierta, teniendo como uno de sus objetivos el producir un Libro Blanco de la Ciencia Ciudadana que oriente las futuras estrategias de intervención de los ciudadanos en la ciencia. De entre los tres proyectos pilotos que va a abordar, me gusta particularmente uno en el que los ciudadanos tienen que estudiar imágenes de células bajo tratamiento en caso de Alzheimer para determinar si están sanas o enfermas. En este proceso, SOCIETIC avanzará en el entendimiento del “cerebro colectivo”, intentando que los avances no lleguen por un mero acumular las ideas de muchas personas sino diseñar un sistema que sea capaz de seleccionar las mejores. Hoy en día ya sabemos que el brainstorming tradicional no funciona, pero la interacción más anónima a través de internet, unida a la combinación inteligente de las ideas de grupos de personas bien diseñados puede llevarnos a una verdadera mente social.
Llegados aquí, querido lector, vuelvo al principio: ¿Qué puedes hacer tú por la ciencia? Pues no será por falta de opciones: a nivel nacional, puedes participar en alguna de las iniciativas que coordina el BIFI de las que he hablado antes. Pero si tu ambición es la ciencia internacional, lo tienes fácil: encuentra tu proyecto en SciStarter, del que pongo un ejemplo en la siguiente figura.
La ciencia ciudadana te lo agradecerá, trabajarás gratis, como nosotros en NeG, aprenderás, te lo pasarás bien y, como siempre que se hace actividad cerebral, previenes tu propio Alzheimer. ¡Todo ventajas¡
Publicado en: http://www.fedeablogs.net/economia/?p=26811#more-26811