Adrián Segovia.El País.01/12/2011.
En la última semana dos noticias fechadas hace años han liderado el ranking de lo más visto en la web de EL PAÍS, rompiendo espacios temporales y habiendo podido crear cierta sensación de extrañeza entre los lectores.
Una información publicada en 2005 ostenta en noviembre de 2011 el liderato de la noticia más vista. Dicho texto se titula El PP lleva un experto al Senado que afirma que ser gay es una enfermedad y se ha encaramado al número uno pocos días después de que el partido liderado por Mariano Rajoy haya ganado las últimas elecciones generales. También se ha situado entre las noticias más enviadas.
Lógicamente, la noticia no ha sido referenciada por los periodistas de EL PAÍS en la gestión diaria del contenido en la portada o portadillas de las diferentes secciones. En la mañana del miércoles 30, aún no tenía un volumen suficiente como para alcanzar la cima de lo más visto en el día. Alrededor de las 12:00, y tras detectar la eventualidad, la noticia recibía más de 1.000 difusiones en Twitter y cerca de 20.000 recomendaciones en Facebook. Obviamente, en 2005 no existían las redes sociales ni teníamos botones accionables para compartir en dichas plataformas.
Unas horas más tarde, y con la noticia ya residiendo en el módulo de lo más visto, nos encontramos con cerca de 97.000 recomendaciones en Facebook y más de 3.000 envíos a Twitter a través de nuestra web. De este modo, cuando en nuestras herramientas internas contrastamos el alcance de la aportación de tráfico generado por la libre difusión de los lectores nos encontramos con los siguientes datos:
Facebook, Twitter y Tuenti aportan más del 61% del tráfico de la noticia a esta hora. Por la mañana, las tres plataformas sociales aportaban más del 80% de la audiencia de esta noticia. Tras la entrada de la información del año 2005 en el módulo de lo más visto, desde la home de EL PAÍS se complementa la cifra de tráfico en términos porcentuales.
Como anteriormente comentaba, no es la primera vez que sucede algo similar. En ocasiones la causa se encontraba en aplicaciones fraudulentas que replicaban noticias de sucesos, que denunciamos en su día y eliminamos automáticamente de la contabilización. Sin embargo, en otras situaciones el poder de la difusión social parece explicar este hecho de nueva jerarquización sobre contenidos antiguos. La semana pasada, sin ir más lejos, una tribuna del 2010 de Concha Caballero sobre el éxodo de jóvenes profesionales ante la precariedad y la falta de oportunidades laborales en España, Las ilusiones perdidas, estuvo el viernes 25 de noviembre como lo más leído. Al igual que la pieza de este miércoles, la difusión en Facebook superó barreras y esta red social supuso más del 70% de las entradas en el texto.
Hace no tanto teníamos situaciones similares producidas por búsquedas desde Google en noticias anticuadas que se posicionaban a perpetuidad en el buscador. Eran otros tiempos. Ahora son los usuarios los que efectivamente difunden la pieza, sin percatarse en ocasiones de la antigüedad de la misma.
Si de media un usuario en Facebook tiene más de 100 contactos, la fuerza de la difusión espontánea es imparable. Eso sí, la actualidad, en este caso, pasó desapercibida en algún punto difícil de identificar, pues influyentes o no, muchos superan la media de los 100 amigos. Sumen, y salen más de 150.000 usuarios que vieron una noticia del 2005 en 2011.