Rafa Rodríguez
Este 2 de octubre de 2018, Concha Caballero volvió a las calles porque el Ayuntamiento de Sevilla, a propuesta del Foro de Política Feminista, le ha puesto su nombre a una calle del barrio de la Macarena, y volvió al Parlamento, en un acto muy especial organizado también por el Foro de Política Feminista, con la sala llena a rebosar ocupada por muchas personas que llevan las ideas que Concha simbolizó como señas de identidad.
Recordamos a Concha desde múltiples perspectivas, a través del testimonio de su compañero, su familia, profesores que compartieron la enseñanza con ella, personas que lucharon con ella desde el principio, periodistas, amigas y amigos, que fueron construyendo de forma espontánea un mosaico lleno de vida, tal como era Concha Caballero.
Paralelo 36 también participó para contar brevemente algunas vivencias y sobre todo a hablar de las ideas que aprendimos de Concha, durante los debates y con los artículos que publicó en P36 desde la creación de la asociación y de la revista, a partir 2008, cuando empezamos a hablar sobre la posibilidad de colaborar en nuevas de formas de cooperación y diálogo entre los diversos partidos y culturas de la izquierda andaluza, con la finalidad de combatir el sectarismo.
Por este propósito un grupo de personas con la participación destacada de Concha Caballero, fundamos P36. Un día estábamos en su casa, en la calle Estrella polar, dándole vueltas a qué podíamos hacer y, a propuesta de Concha, decidimos poner en marcha una revista digital que fuese un lugar de encuentro donde reflexionar sobre ese complejo mundo que estábamos viviendo y contribuir a elaborar un pensamiento actualizado que nos ayudara a comprender mejor lo que estaba pasando: la crisis financiera como el gran aviso de la crisis estructural de la globalización.
Fue un momento emocionante porque fue el de poner nombre a un deseo, de encontrar la palabra que evoque una filosofía, de delimitar poéticamente un objeto de estudio y lo que eso conlleva, la formulación de un sistema de preguntas y respuestas.
En una de las habitaciones de su casa había colgado en la pared un mapa muy especial. Era una proyección en el plano con proporciones más reales de las que conocemos usualmente. Nosotros queríamos una perspectiva así, queríamos acercarnos a la realidad social desde Andalucía, por eso llamamos a nuestro proyecto paralelo 36, el paralelo que pasa por el estrecho de Gibraltar, abraza el mundo desde el mediterráneo y atraviesa los grandes océanos. Queríamos ser una línea en un mapa que, como Borges escribiera, “fuera todas sus estrellas”.
Nos reuníamos en el porche de su casa y pasábamos las tardes del sábado o del domingo debatiendo y exponiendo ideas, que luego le dábamos forma de artículos. En los artículos que Concha escribió en P36 existen como puntos cardinales que orientan el contenido de las ideas:
Como su norte, tenía el compromiso que sentía con el dolor de los demás. En uno de sus últimos artículos (Ricos y pobres, noviembre 2014) comenzaba diciendo “Cerca de donde vivo, y una vez que ha anochecido, algunas personas rebuscan en los contenedores cercanos a los supermercados en busca de comida caducada o algún producto que sea aprovechable. En general no son mendigos o personas que vivan en la calle, sino vecinos de esta localidad con escasísimos recursos. Mis amigos me cuentan de sus ciudades escenas parecidas que te rompen el corazón.”
Veía cómo la gestión de la crisis se estaba convirtiendo en una estafa porque las consecuencias sólo recaían sobre los más débiles mientras que los poderosos se hacían cada más ricos.
Se identificaba sobre todo con quienes habían padecido despidos o sufrido los desahucios y sentían el miedo al abismo que se abría para ellos.
Compartía la irritación social que crecía por momentos y decía que muchas personas, aunque estaban al límite de sus posibilidades, empezaban a ver que no era sólo cuestión de precios y de salarios, sino también de dignidad y de modelo social.
Como sur tenía la ética de la alegría. La ética de la alegría de Spinoza, ese panteísta de origen sefardí, estaba presente incluso como soporte filosófico. Concha pensaba que la izquierda del futuro sería spinozista porque tendría como eje la defensa de la vida y de la alegría.
Se emocionó desde el primer momento con la alegría del movimiento 15M en el que veía formas innovadoras de comunicación y organización, que podían empezar a configurar una nueva sociedad que avanzaba también en la horizontalidad de las relaciones de poder. Allí había alegría social porque había participación y activación ciudadana para construir lo que Dolores Reig ha denominado ‘la sociedad aumentada’
En el origen de sus ideas, tal como nace el día, estaba la idea de Andalucía. Tenía una forma muy personal de entenderla, en sus pulsiones profundas, en el gozo de nuestra pasión por la vida y desde la pena por nuestra incomprensible marginación de siglos.
Era muy consciente de cómo la crisis nos estaba quitando también capacidad real de autogobierno. Hay un artículo suyo que clama como voz en el desierto por la pérdida de las Cajas de Ahorro. Defendía que no sólo eran unas entidades financieras más, sino el producto del trabajo y el ahorro, durante muchos años, de miles de andaluces y andaluzas y cómo la mala gestión no podía servir de pretexto para expropiar y privatizar este patrimonio común.
Veía cómo en esta tierra, la crisis había adquirido una virulencia especial con tasas de paro record y que desposeer a la sociedad andaluza de instrumentos de intervención financiera era ahondar aún más en la desarticulación, extraversión y dependencia de la economía andaluza.
Y como idea de transformación profunda, como perspectiva de futuro, el feminismo. Repetía una y otra vez lo importante que es la visibilidad de las mujeres en las artes, las ciencias, la política, la comunicación y la empresa, porque las mujeres, argumentaba, no son seres económicos sino sociales para los que es muy importante la carga simbólica y la organización social.
Sus coordenadas crearon escuela en P36. Desde entonces compartimos con Concha el convencimiento de que nos tocaba contribuir a una nueva izquierda amable, dialogante, feminista, cooperativa y respetuosa con la pluralidad, que pusiera fin a las trincheras internas pero también una izquierda que no renunciara al cambio profundo, a la transformación de las estructuras de poder. Esa doble aspiración, una izquierda democrática y a la vez transformadora, nos unió desde hace diez años y sobre todo nos permitió conocer, colaborar y aprender de Concha Caballero. Concha no te olvidamos.