Hace ya treinta y ocho años que cientos de miles de andaluces y andaluzas, casi dos millones según las crónicas, se manifestaron por las calles de nuestra tierra demandando autonomía y libertad; hace ya casi cuatro décadas que “los andaluces tomaran conciencia colectiva como pueblo”, como expresara José Mª de los Santos, y marcaran un antes y un después en su relación con el Estado para impregnarse de autoridad como nacionalidad histórica. Aquel fue un grito de lucha que recorrió nuestra tierra de punta a punta, ante la situación de marginación que los poderes centrales del Estado aplicaban secularmente a nuestra comunidad, ante el norte poderoso que ninguneaba al sur pobre. Las gentes de nuestra tierra se rebelaron contra el papel secundario que representábamos como periferia de la periferia, como colonia interior, según escribían algunos librepensadores de la época. Fue un estallido de indignación de los que estaban hartos de estar hartos, de los que estaban hartos de implosionar, de comerse la rabia, y decidieron explosionar y reclamar lo que les correspondía.
Pero este día histórico no aparece en los libros de texto de nuestro sistema educativo, no se analiza en nuestras universidades, no se conmemora por nuestro gobernantes, está desapareciendo de nuestra memoria colectiva como pueblo; nuestros jóvenes no lo conocen, no saben su significado, no entienden su valor y su importancia como elemento de ruptura que incluso marcó la mutación de la denostada Constitución del 78. Este golpe en la mesa tuvo su continuación el 28F del 80 y ambos nos colocaron en la cabeza del movimiento autonomista del Estado, junto a Catalunya, Euskadi y Galiza. Gracias a nuestro despertar como pueblo conseguimos una autonomía de primera con altas cotas de autogobierno con la mayor legitimidad democrática por los votos exigidos para el procedimiento.
Hoy tenemos plena autonomía dentro de una España cuasi federal, se ha conseguido el instrumento… pero no el objetivo. La todopoderosa Junta de Andalucía es gobernada por el todopoderoso PSOE desde hace más de tres décadas,sumiendo a nuestra conciencia y a nuestra memoria histórica en un soñoliento letargo, sumergiéndonos en un andalucismo de cartón piedra, de usar y tirar, un andalucismo que sacan del cajón de vez en cuando para utilizarlo cuando determinados intereses partidistas lo hacen conveniente. Hoy Andalucía sigue estando donde estaba en el año 1977: con un paro record europeo y con una economía desequilibrada y quebradiza; esto a pesar de la riqueza de su tierra, de su privilegiada posición geográfica y de su gran capital humano. Hoy Andalucía tiene un formidable instrumento político en manos de un partido y de unos dirigentes que no creen en el autogobierno, y que hacen un uso clientelar de una herramienta que debía de haber servido para impulsar definitivamente nuestro desarrolloy propiciando un cambio de sistema productivo.
Dentro de un par semanas acudiremos a las urnas para elegir un nuevo parlamento español, un nuevo gobierno del Estado. Vivimos momentos convulsos; el modelo del 78 está agotado, y su Constitución pide un cambio a gritos. De nuevo se va a replantear la estructura político-territorial. Vamos a una situación de choque de intereses en la que todos los poderes políticos y económicos van a ejercer presión, por supuesto también a nivel territorial, como ya está ocurriendo; los movimientos centrífugos van a arreciar y con ellos el replanteamiento de la distribución de los recursos y del sistema de financiación.
En este momento histórico, en esta nueva encrucijada que va a marcar los próximos cincuenta años, Andalucía, como sujeto político colectivo,… ¿dónde está?, ¿dónde nuestra capacidad de presión?, ¿dónde nuestra conciencia de pueblo?. No tenemos ni siquiera una opción política andalucista que votar en las próximas elecciones; la que hubo murió por inanición hace pocos meses después de un largo deambular. Desgraciadamente mientras que otras comunidades de España ponen toda su capacidad de influencia a funcionar Andalucía hace omisión de sí misma y simplemente no comparece. Volveremos a tener sesenta y un invitados de lujo sentados en el Congreso de los Diputados, acatando las consignas de sus jefes, de espaldas a su tierra y a su gente. Muchos se disfrazarán de blanco y verde para pedirnos el voto; habrá que preguntarles si sus decisiones las tomarán al sur o al norte de Sierra Morena.
Los abajo firmantes nos negamos al olvido, nos negamos a perder nuestros símbolos, nuestra identidad, nuestras raíces y nuestro pasado, nos negamos a que un andaluz no pueda volver a votar por sí en una elecciones y a que Andalucía esté ausente cuando se va a decidir su futuro inmediato. En ello estamos y en ello seguiremos, con muchos más que están, otros muchos que nos encontraremos en el camino, y otros que ni siquiera saben que estarán. Sea por una Andalucía Libre.
Pilar Távora. Productora y directora de cine y teatro ( Sevilla).
Juan Luís Blanco. Profesor de secundaria (Algeciras).
May Barea. Funcionario ( Tarifa).
Isabel Barriga. Licenciada en Derecho. Concejal andalucista (Ronda).
José Mª España. Maestro (Algeciras).
Domingo Funes. Abogado (Granada).
Antonio Jesús García. Compositor (Jerez de la Frontera).
Ricardo García. Trabajador Social (Almería).
Miguel Hinojo. Técnico. Concejal andalucista ( El Bosque).
Manuel López. Funcionario. Concejal andalucista ( Palma del Río).
Carlos Murga. Autónomo ( Sevilla).
Antonio Peralta. Jubilado (Algeciras).
Gustavo Seco de Herrera. Administrativo. ( Jerez de la Frontera).
Alberto Sevillano. ATS ( Bornos).
Antuán Vargas. Licenciado en Ciencias Políticas (Sevilla).
Héctor J. Lagier. Empleado de banca ( Zaragoza).
Tomás Gutier, escritor (chicana)
Isidoro Ropero, funcionario (Sevilla)
¿¿una España cuasi federal?? ¿¿Y qué le falta para ser plenamente federal??
«Pero este día histórico no aparece en los libros de texto de nuestro sistema educativo, no se analiza en nuestras universidades …»
Como tampoco se conmemora la Constitución de Antequera de 1.883.
Es más, cada vez más gran parte de los políticos andaluces se refieren a Andalucía como región en vez de nacionalidad, diferencia que ya recoge la Constitución Española de 1.978, parece como si quisieran devaluar el sentido autonomista de pueblo, y solo dejarlo definida en el campo competencial, pudiendo en este proceso desprendernos de toda las raices históricas que tenemos y en este último caso estaría de sobra comprendida la dejadez de enseñar Historia de Andalucía.