Una autista es alguien que no puede, no sabe, mentir. Y esta incapacidad se deriva de la falta de empatía suficiente como para poder prever los actos y los pensamientos del otro y así poder engañar. Un autista, es siempre, trágicamente, sincero. Pero un autista es alguien que tiene las mismas dificultades con la mentira que con la verdad, porque la verdad no tiene nada que ver con la sinceridad sino con la realidad.
En la sinceridad la coherencia es esotérica (interna) entre el sujeto y sus expresión o acción; en la verdad la coherencia es exotérica (externa) entre la idea y la realidad, entre nosotros y los otros, entre nosotros y el mundo. Por eso la única verdad que habita en el sincero es el mismo, su ego nubla la verdad en favor de la sinceridad; nadie más egoístas que el. Mirad como en los relatos patriarcales de género a los hombre se les disculpa la brutalidad y la violencia por su sinceridad ( “van de frente”) y a las mujeres se les condena, a pesar la evidencia abrumadora de la dominación y la crueldad masculina, porque son aviesas, mentirosas, “no van de frente». Las mujeres son menos sinceras pero son mucho más verdaderas, reales, que el modelo patriarcal masculino.
Toda zafiedad, mal gusto o grosería quedan justificadas y amparadas por la sinceridad, El xenófobo que insulta al extranjero es sincero. El machista que acosa es también sincero, no reprime ni oculta sus deseos. Hitler era sincero y dijo lo que pensaba de los judíos. Si repasan la literatura antisemita verán que también a los judíos se les ha atribuido la vocación criptica , el gusto por la simulación , la mentira; por supuesto a los gitanos también.
A veces hay normas que se dictan con la intención de autorizar lo que prohíben; este es le caso de discurso normativo “de lo políticamente correcto”, no sirve sino para estimular y prestigiar socialmente (en oposición a lo político) la sinceridad y por tanto la legitimación de aquello que dice prohibir. El supermercado online de los sentimientos en la era del capitalismo financiero globalizado funciona como un auténtico “mercado negro”, donde la sinceridad, la no verdad autista, adquiere un valor mucho mayor del que tenia antes de ser prohibida, Algo así como lo que ocurre con los mercados ilegales de drogas. La droga se prohíbe para que se consuma y para elevar el precio.
El biologo evolucionista Robert Trivers ha mostrado como la lógica del engaño (y del auto engaño) son esenciales en las estrategias adaptativas de múltiples especies, notablemente en la nuestra. Somos humanos porque somos mentirosos. Somos animales porque somos mentirosos, Somos un animal enamorado de la verdad porque somos mentirosos. Detectar el engaño ha sido incentivo muy poderoso para el desarrollo de nuestra inteligencia como especie y como individuos: tenemos un cerebro físico y un cerebro social (cultura) tan potente porque somos capaces de engañar y de descubrir la verdad del engaño..
Deleuze nos mostro lo bien que casan el empirismo con el idealismo frente al materialismo; la única verda es el sujeto, o sea que no hay verdad alguna.. La máquina de emociones y asociaciones de Hume y el autómata de Descartes son distintas figuras de la sinceridad sinceros. La recobrar ala verda como categoría política es urgentísimo sino queremos que nos destruya un genocida sincero.