Francisco Garrido.Una parte muy importante de los “hechos sociales” son invenciones sociales, es decir, son obras de decisiones, convenios o percepciones de grupos humanos. Sin grupos humanos, y sin sus capacidades cognitivas, no habría hechos sociales pero sí habría primaveras, eclipses, apareamientos entre ciervos, volcanes u ondas gravitacionales. Todas estas cosas no son hechos sociales aunque sólo podemos percibirlas o representarlas por medio de instrumentos sociales como son el lenguaje o las tecnologías que amplían nuestro campo sensorial innato (radares, grabadoras de imágenes o sonidos, etc). Sin grupos humanos, pues, no hay hechos sociales tal como sin reptiles tampoco hay “hechos réptiles”. Que los “hechos sociales” respondan a invenciones sociales no significa que no existan, que no sean objetivos o que sean falsos. Ni el matrimonio, ni la guerra, ni el Estado, ni la religión , ni los deportes, ni las culturas son falsos son solo hechos sociales como las madrigueras son hechos conejiles o los enjambres son hechos de abejas.
La “nación” (y el nacionalismo) es un hecho social pero esto tampoco implica que no existan las naciones o que sean falsas, como sí podemos decir que Dios no existe o que es una idea falsa. Pero a Dios, como a los humores o al flogisto o al éter, no podemos someterlos a observación teórica ni empírica, mientras que a los hechos sociales, como es la nación, sí. Hay dos errores muy comunes a la hora de percibir la diferencia entre hechos sociales y no sociales. Y en ambos errores, el error cosiste en anular tal distinción, en una dirección u otra. Mientras que para el posmoderno todos son hechos sociales incluido los volcanes y las naciones, con lo cual todo es inventable y nada es verdad o mentira, por que la verdad y la falsedad son también hechos sociales. Por el contrario para el dogmatismo objetivista sólo serían verdaderos los hechos no sociales mientras que los sociales serían falsos por ser “invenciones sociales”. Así, el canto del jilguero sería falso pues se trata de una invención del jilguero.
En este último error incurren el nacionalismo esencialista o etnicista, que concibe la nación como un hecho no social y por tanto no inventado. Para el nacionalismo étnico la nación es ajena a la voluntad de los grupos humanos, podría haber nación sin nacionalismo, aunque no podría haber nacionalismo verdadero sin nación. El nacionalismo viene precedido y determinado por la preexistencia ontológica de la nación. Por eso tanto empeño en la fundamentación historicista o genetista, en los determinantes geográficos y territoriales.
Paradójicamente los críticos cosmopolitas de esas posiciones del nacionalismo etncista vuelven a incurrir en el mismo error, pues aunque consideran , y con razón, que esta caracterización no social de la nación, entienden que todo hecho social, al ser “inventado” es falso. Y de camino le entregan al etnicismo el monopolio del nacionalismo, ignorando el nacionalismo político y democrático que es realmente el original. Así pues ambos, etnicitas y cosmopolitas, no han lno que son los “hechos sociales” y por consiguiente lo que es el nacionalismo, aunque se enfrenten políticamente.