Susana Díaz fue nombrada para izquierdizar al PSOE y servir de contrafuerte a la amenaza de que los socialistas españoles, liderados por Rubalcaba, cayeran en el pactismo con la derecha: tan de moda en los partidos socialdemócratas europeos. “Susana es la mujer que necesitamos”, decían sus defensores que, amnésicos sin remedio, olvidaron la especialización del PSOE en campañas de imagen y renovación de caras para que nada importante cambie.
Todo comenzó antes del verano. Primero, la iban a nombrar candidata a las próximas elecciones de la Junta de Andalucía; después de ganar las primarias sin urnas, fue nombrada sucesora de Griñán, a pesar de que éste había jurado y perjurado que agotaría la legislatura. Mintieron, ningunearon al socio de gobierno y continuaron justificando la jugada en base a una izquierdización del PSOE andaluz. Finalmente, Griñán se fue a Madrid a quitarse del medio de los EREs. “Rajoy dimisión y Griñán al Senado”, era el lema cínicamente repetido por quienes perdonan al PSOE toda fechoría que comete.
Ya en la toma de posesión del cargo de presidenta de la Junta de Andalucía, aún pudimos ver laudatorios hacia la misma presidenta que hace pocos días, desde el Hotel Ritz de Madrid, tranquilizó a las élites empresariales, financieras y mediáticas –con el socioliberalismo del PSOE presente-. Alberto Belloch, actual alcalde de Zaragoza y una de las almas más conservadoras del socialismo español, no tardó en afirmar que “ha nacido una estrella”, tras oír a Díaz defender la quintaesencia del españolismo al usar a Andalucía como una barrera del democrático derecho a decidir.
La presidenta de la Junta dijo en voz alta que Zapatero erró al prometerle al entonces inquilino de la Generalitat de Catalunya, Pasqual Maragall, que respetaría el Estatuto de Autonomía que saliese del Parlamento catalán. La pena es que Susana Díaz, por entonces diputada por Sevilla en el Congreso de los Diputados, no votara en contra de aquel texto catalán que ahora enmienda a la totalidad para alegría de Luis María Anson o de la caverna mediática que escriben artículos panegíricos a la “salvadora de la unidad de la nación española” que, de paso, es también alabada por ser un cortafuego a las políticas de izquierdas que representa IU, unas políticas de izquierdas que ponen nervioso al establishment que transitó de la dictadura a la democracia con una normalidad solamente entendible en España.
A qué acuerdos llegó Susana Díaz, la semana pasada en Madrid durante el Foro Nueva Economía celebrado en el Hotel Ritz, es difícil saberlo, aunque dada la presencia de los hombres de Prisa, de la banca española, el oligopolio eléctrico y el núcleo duro del PSOE Federal -amotinado en torno a Rubalcaba y a los vientos de pacto con la democraciacristiana europea para “evitar el avance del populismo de izquierdas”, según sus miedos- nada bueno para la gente corriente y nada malo para los culpables de la crisis pudo pasar.
Ayer en la reunión que Díaz mantuvo con los mandamases andaluces de Sevillana-Endesa, Mercadona, Abengoa, inmobiliarias, constructoras, la refinería Cepsa, alguna petroquímica del Polo Químico de Huelva o el representante de la cadena de supermercados MAS –empresa que también jugó al boom del ladrillo con los excedentes de la burbuja crediticia- la presidenta de la Junta explicó a qué se deben las loas del conservadurismo que hasta hace cuatro días la atacaba por iletrada y por no tener más mérito profesional ni académico que haberse bajado del fracaso escolar directamente al coche oficial.
De paso, delante de los que realmente mandan, Díaz dejó claro que el PSOE no quiere gobernar con IU para ingresar más a través de quienes más tienen o más ganan y recortar menos a los que más están sufriendo la crisis, sino que con un PP descabezado, a la derecha queda mucho sitio libre por donde colarse en busca de una mayoría que neutralice a IU y aseste el definitivo golpe mortal a la derecha sin cabeza que vagabundea por Andalucía.
De aquella Susana Díaz “de izquierdas, muy de izquierdas” a las promesas que ésta hizo ayer a los empresarios de la crisis, hay tres meses, un cónclave con las élites madrileñas en el Hotel Ritz, un lanzamiento de Andalucía para rescatar al españolismo en crisis y una cazadora nueva dispuesta a cazar viejos ratones.