Francisco Garrido. Este es el mantra que usó el Plan Bolonia para poner a la universidad al servicio del capital financiero. Carlos Fernández Liria , lo describe muy bien en un librito reeditado recientemente (Para que sirven los filósofos, La Catarata). La «universidad debe servir a la sociedad», eso nos dijeron. Pero la universidad si quiere servir finalmente a la sociedad ha de servir en primer lugar a su fin, que no es otro que la verdad. La universidad como la ciencia no son directamente instrumentales sino de modo mediado, indirecto.; sólo asi dará frutos útiles, como solo desde la ciencia más inútil podrán surgir la tecnologías más útiles.
Este mismo tipo de preguntas se les puede plantear al arte o al derecho. ¿Debe servir a la sociedad el arte o el derecho? Pues también no ,el arte debe servir a la belleza y el derecho a la justicia. Y así, y sólo asi, serán útiles para la comunidad. Todas estas instituciones (universidad ciencia, arte, derecho) se han forjado en un lento proceso evolutivo de manejo de la complejidad. Somos un animal abstracto , una especie cargada de mediaciones, sin esto no somos nada. La pérdida de lo abstracto, que nos protege y empodera, es un empobrecimiento en nuestra memoria biocultural y una regresión evolutiva de efectos incalculables.
Esta obsesión por lo concreto, lo individual y lo útil inmediato; es una deriva impuesta por las ansias y las prisas de plusvalía del capital que paradójicamente lo ha reducido todo a un valor abstracto: el dinero. El capital mismo no puede vivir sin la abstracción y es mediación pura. Pero la condición para esa abstracción absoluta del capital es la cosificación de todo y de todos. Por eso instituciones inútiles como la universidad , la ciencia, el arte o el derecho estorban y hay que reformatearlas “al “servicio de la sociedad”.
Más al igual que el poeta trabaja, escribe, para todos «aunque tu no lo sepas» ( como dice el verso que da título a una magnífica película sobre la obra de Luis Garcia Montero); el científico, el profesor, el jurista , el investigador trabajan para todas y todos aunque no lo sepamos, y el tampoco. Y “ese no saber” es fundamental por que de lo contrario no serian ni poeta, ni profesores, ni investigadores sino siervos , muy útiles para sus amos.