Concha Caballero.El País.17/07/2011.En el Congreso de los Diputados solo 33 diputados de 350 tienen dedicación exclusiva, es decir, menos del 10% dedican su tiempo íntegro a la tarea para la que fueron elegidos. Los demás compatibilizan su condición con otros cargos públicos o con actividades privadas como despachos, asesoramientos a empresas u otros. Sin embargo, todos ellos pasaron la criba de la declaración de compatibilidad, que en su inicio estaba pensada sólo para facilitar labores como las de la enseñanza, la creación científica o cultural o colaboraciones con medios. En la comisión que concede estas licencias están presentes todos los grupos políticos y, con alguna excepción notable, siempre han autorizado estas actividades. Hoy por ti, mañana por mi.
No sé si la ciudadanía conoce esta situación o si le parece razonable. En el Parlamento de Andalucía cincuenta diputados de un total de 109, declaran ejercer otras actividades, algunas de escasa importancia pero en más de treinta y cinco casos francamente incompatibles con un desarrollo correcto de su labor. En cualquier trabajo, para cobrar el salario completo es necesaria la dedicación exclusiva en sus horarios, excepto en el Parlamento, donde se permite cobrar las retribuciones totales aunque se alternen con otras actividades.
Treinta y seis diputados andaluces -según los datos todavía no actualizados tras las últimas elecciones- son, a su vez, alcaldes o concejales en sus municipios. Creo que todos, sin excepción, han optado por cobrar del Parlamento de Andalucía sus retribuciones completas, algo que el reglamento, injustamente, permite y que no les priva de cobrar asistencias o dietas en otras instituciones.
En mi opinión existen dos tipos de incompatibilidades diferentes: la de los negocios privados con la representación pública, que debería abordarse seriamente porque facilita el tráfico de influencias y, por otra, una incompatibilidad puramente funcional y horaria. El Parlamento de Andalucía exige la asistencia a plenos y comisiones durante, al menos, cuatro días a la semana, en sesiones extensas ¿Puede un alcalde, especialmente de una gran ciudad, estar fuera de su municipio cuatro días a la semana? Evidentemente no. Asisten a última hora de las sesiones plenarias para cumplir con las votaciones y desatienden completamente las demás tareas, en las que son suplidos por una tropilla de diputados y diputadas que ejercen meritoriamente de todoterreno. En cuanto a la redacción de iniciativas parlamentarias, se delegan en los técnicos o se recurre a las socorridas iniciativas escritas o colectivas que no necesitan la presencia física del diputado.
Esta es la razón por la que, durante años, se ha imposibilitado un control efectivo de actividad individualizada o de asistencia de sus señorías, en contra de todo criterio de transparencia y de evaluación real de sus funciones.
No es la primera vez que se intenta que los diputados tengan una dedicación exclusiva real a esta tarea, que no es solo de representación sino también de redacción de propuestas, elaboración de leyes y de atención a la ciudadanía. En la anterior legislatura fue derrotada la iniciativa, que yo misma presenté en representación de IULVCA, para que las incompatibilidades fuesen reales y se controlasen las faltas.
En un momento en el que urge prestigiar la política y reformar todos los vicios que la alejan de los ciudadanos, es muy oportuno plantear este debate, no para utilizarlo contra esta o aquella fuerza política, sino para mejorar el funcionamiento de las instituciones.
El PP ha reaccionado airadamente, como si se tratara de una medida contra ellos o contra el municipalismo. Una forma curiosa de concebir el Parlamento como una representación territorial y no política que recuerda la democracia orgánica. Sería bueno contemplarlo desde otra óptica: ¿acaso la ciudadanía no tiene derecho a que sus parlamentarios trabajen exclusivamente para ellos? o, desde el ángulo municipal, ¿no tiene derecho la sociedad a que sus alcaldes se dediquen exclusivamente a la gestión de los ayuntamientos?