Rafael Rodríguez de León. La crisis sistémica producto de la interconexión entre la crisis de origen ecológico (deterioro del metabolismo externo) y la crisis interna del sistema (desconexión entre sistema económico y financiero; crisis “fisiológica”) ha mostrado la deficiente institucionalización del euro y ambas han dinamitado al estado español que se convirtió en el paradigma del desarrollismo: crecimiento en base a un endeudamiento privado exorbitante y un sistema político bipartidista que buscaba réditos a muy corto plazo cambiando votos por consumismo.
La situación es muy mala, para qué nos vamos a engañar. El paro crece en Andalucía hasta cotas insoportables; la bancarrota del Estado, con una deuda privada, y ya también pública, impagable pende de un hilo (el de la financiación discreta del Banco Central Europeo al Banco de España mientras aquel acepte, como hasta ahora, los títulos de deuda pública española como aval para sus préstamos) y avanza a golpe de los recortes suicidas que de forma espasmódica reparte el PP a diestro y siniestro, que socavan aún más la base productiva de nuestra economía; la zona euro sigue dando pasitos hacia una mayor integración cuando necesitamos desde hace mucho tiempo estar a la carrera y la crisis ecológica es contumazmente ocultada por los medios de comunicación y eludida por una opinión pública instalada en la lógica angustia de la supervivencia del día a día, mientras que el poder financiero está ganado la batalla en todos los frentes, incluso ante la potente Unión Europea.
¿Esta situación nos debe llevar a la inacción y a la desesperanza? ¡Todo lo contrario¡ Nunca ha sido tan necesario como hoy la reflexión colectiva y la acción social y política. Tenemos lo más importante: capacidad de representación y Autonomía política. Decía Arquímedes “Dadme una palanca y moveré el mundo”. Nuestra autonomía es la palanca política desde la que podemos mover el mundo. Afortunadamente en Andalucía gobierna la izquierda y no el Partido Popular. Ya sé que es posible (y evidente) poner sobre la mesa innumerables críticas al PSOE(A) y a IU-CA así como al conjunto de organizaciones sociales y políticas de la izquierda, empezando por los sindicatos, pero también que la suma de todas congrega a la mayoría del pueblo andaluz unido en torno a valores progresistas y que esa es nuestra gran esperanza. Hay momentos en la historia, cuando lo que está en juego no es una victoria partidista sino la supervivencia de las propias instituciones, en los que es necesario priorizar lo que nos une sobre lo que nos separa y éste es uno de ellos, como lo fue el 28 de febrero de 1980.
Nosotros/as desde P36 venimos defendiendo impulsar esta unidad e influir para que el gobierno andaluz se alíe con la sociedad y que la sociedad andaluza encuentre en nuestro autogobierno la palanca que nos catapulte lejos de la situación de hecatombe social en la que nos encontramos. Para eso queremos aportar una perspectiva política lo más global posible, unos valores lo más nítidos que podamos y una renovada conciencia andaluza gracias a la cual podamos crecer más en lo que colectivamente somos que en lo que individualmente tenemos, tras la experiencia del fracaso de la vía desarrollista.
“Los valores no son una abstracción, sino un entramado que explica nuestras vidas y por eso, tras la derrota del desarrollismo feroz, quizá nuestra cultura tenga mucho que decir, sobre todo si se une a la ciencia y a la tecnología que los nuevos tiempos ponen a nuestra disposición.” Dice Concha Caballero en un artículo que titula “Reinventarse” (EL País Andalucía 28/07/12). Esos valores, los de nuestra cultura, conectan de una forma extraordinaria al nacionalismo andaluz con la ecología política y con la izquierda y mediante esa ecuación podemos interpretar con cierta garantía la compleja y ocultada realidad económica y social que amenaza con el colapso del sistema hacia una situación de desigualdad extrema.
El 15M tuvo el enorme acierto de poner en la agenda política la reivindicación de una democracia real, aunque para ello muchos echaran mano de la vieja dicotomía entre democracia directa y democracia representativa. Hay una parte de la izquierda que arrastra un importante déficit democrático aunque al mismo tiempo la izquierda tiene en su patrimonio político haber sido la vanguardia en la lucha por la democracia. Hoy, en esta crisis terminal del capitalismo tal como lo hemos conocido, ser demócrata no es aceptar el sistema sino defender la única vía a través de la cual podemos avanzar hacia una redistribución equitativa de las cargas y beneficios frente a la imposición unilateral de la minoría que detenta el poder económico real que busca la mejor salida para la élite a costa de la mayoría de la población mundial. Así, la principal confrontación en la lucha por la dirección que debe tomar la salida de la crisis es entre los intereses de la mayoría que disponen como armas la política, la democracia, lo colectivo y lo público frente a los intereses de una minoría que tiene a su favor el poder del dinero.
Por eso, la lucha por la democracia real significa poner los medios para que se pueda organizar y expresar la voluntad de la mayoría de la forma más clara posible, sin manipulaciones ni trampas ya sean mediáticas o normativas.
La democracia más potente es la que expresa la voluntad de una nación porque en ella está conectada la sociedad con los centros de poder y porque esa sociedad es una comunidad política donde la común está mucho más interrelacionado que cuando se trata de un cuerpo electoral producto de la yuxtaposición de individuos. Andalucía, por vez primera en su historia dispone de instituciones democráticas de autogobierno a las que quieren arrasar antes de que puedan desplegar toda su potencialidad frente a esta crisis y por ahora es evidente que están ganado la batalla mediática los que les interesa acabar con lo que puede convertirse en una barricada institucional frente al poder de los mercados.
Nuestra comunidad tiene importantísimas competencias en la configuración de la oferta económica, en el diseño y gestión de los servicios públicos y en la propia auto-organización institucional. El gobierno de Andalucía está en una situación muy difícil entre el acoso del PP desde el gobierno central y las necesidades imperiosas de una población con un 33% de paro y un sistema productivo que es imprescindible reinventar.
Pero sin duda la condición para poder ejercer el poder autonómico es dotarse de autonomía financiera. Andalucía no puede caer en la trampa de pedir el rescate al Fondo de Liquidez Autonómico porque sería el principio del fin. Tiene que hacer un esfuerzo de austeridad sobre todo lo que no sea gasto social o gasto productivo y para ello tiene que tener una dirección fuerte, una inteligencia directiva que lidere un plan estratégico común y no una confederación de consejeras con intereses corporativos. Habría que retomar la técnica del Presupuesto de Base Cero (PPBS), es decir olvidar cualquier inercia y presupuestar sólo lo que sea necesario y esté absolutamente justificado, de cara al futuro.
Y tiene que hacer un esfuerzo en dotarse de una fiscalidad propia conectada con el proyecto de una nueva economía. Recientemente una sentencia del TC ha abierto las puertas a que las Comunidades puedan crear impuestos verdes aunque la materia imponible coincida con otro impuesto de naturaleza fiscal. Se trata pues de superar los impuestos aislados y crear un sistema impositivo ecológico coherente e integral que ayude a reformar nuestro sistema productivo.
El reciente Plan de Empleo anunciado por el Presidente de la Junta es una buena noticia pero tiene que concretarse y hacerse realidad lo antes posible para no defraudar a tantos parados que ya están llamando a las oficinas de empleo para preguntar por él. Así mismo es necesario una reorganización y simplificación de las ayudas públicas no contributivas de forma que se acerque a la filosofía de la Renta Social Básica que contempla nuestro Estatuto.
Y necesitamos una nueva financiación autonómica y local que se adapte a la realidad de la crisis inmobiliaria y del crecimiento de las desigualdades territoriales en el estado español, sobre todo ante la perspectiva de que el próximo año se acaba el actual marco comunitario de apoyo.
Andalucía está siendo el territorio más castigado de Europa y el pueblo andaluz, con una tasa del 33% de paro, está sufriendo la vulnerabilidad de no haber construido una Autonomía sobre fuertes cimientos que hubiese permitido un modelo propio con el que contener los estigmas de las tres crisis superpuestas. Ahora quieren desposeernos de nuestro Autogobierno que es nuestra esperanza. Defender la Autonomía es dotarla de contenido, de funcionalidad, de utilidad inmediata y para eso el Gobierno andaluz tiene que gobernar con la sociedad andaluza generando espacios de democracia real frente a la agresión de los mercados y su brazo político, el que gobierna en el Estado.
Si hubiera alguien a quien le importara mi opinión, yo le pediría que se guardara este artículo y lo leyera todos los días durante los próximos meses como ayuda para la acción política. Esto no es un autoelogio, sino una declaración política que deja clara mi identificación con lo expuesto, desde lo ideológico, lo politico, desde el drama de no disponer de esa palanca sabiendo que si queremos, podemos tenerla a nuestro alcance