Rafa Rodríguez
- 6. Las elecciones del 20 de diciembre de 2015: Pedro Sánchez no puede
Las elecciones del 20D han significado el comienzo de una nueva época caracterizada por el principio del fin del bipartidismo que ha sido incapaz de dar respuesta a la cuádruple demanda de cambios protagonizada por actores diversos desde el 15M de 2011:
a) defender el Estado del Bienestar incorporando garantías y derechos contra la desigualdad y la precariedad;
b) el cambio de modelo productivo para luchar contra el desempleo;
c) un nuevo modelo de organización territorial del Estado y
d) una democracia participativa y efectiva que sea capaz de hacer efectiva las demandas mayoritarias de la ciudadanía.
Podemos y sus alianzas se han confirmado, por una parte, como una alternativa al liderazgo del PSOE en la izquierda y, por otra, como quien está mejor posicionado para articular los distintos subsistemas políticos (Estado y CC.AA). Sus resultados en Cataluña (1ª fuerza); País Vasco (1ª); Navarra (2ª) y Galicia (2ª) además de ser la también la segunda fuerza política en Madrid, Valencia y Baleares, le permiten tener una posición articuladora del Estado desde el pluralismo territorial. En Andalucía continúa ganado el PSOE porque sigue siendo percibido como un partido identificado con el voto útil frente al PP y con una sentimentalidad andalucista.
A raíz de los resultados de las pasadas elecciones, Pedro Sánchez podía optar entre mirar al futuro y pactar con la izquierda o mirar al pasado y esa elección era trascendente porque implicaba no solo una composición de gobierno sino también elegir el tipo de partido socialista y el modelo de Estado. Tras algunas vacilaciones, el candidato del PSOE optó por la fórmula de Susana Díaz: mantener, a pesar del cambio de época, la “tercera vía” para lo que encontró solo el apoyo de Ciudadanos, asumiendo la posición centralista y neoliberal de este partido que cierra la puerta al cambio, impide el pacto con la izquierda y con los nacionalistas y ha provocado, por lo tanto, la convocatoria de nuevas elecciones.
Elegir a Ciudadanos frente a la izquierda a pesar de que Podemos le garantizaba la Presidencia de Gobierno, ha significado perder la oportunidad que tenía el Partido Socialista de redefinir su papel. Podía haber liderado la transformación del Estado pero Pedro Sánchez o no ha podido o no ha sabido estar a la altura de las circunstancias.
7. Las elecciones del 26 de junio: el fin del modelo basado en la hegemonía del PSOE
Los escenarios tras las elecciones del 26 de junio tienen, como denominador común, ser una estación término de la fase de la crisis de representación del ciclo de cambios que se inició hace 5 años, con el fin del PSOE como partido hegemónico de la izquierda y el posible relevo de Pedro Sánchez como líder de este partido ya que su actual configuración política responde mas al proyecto de Susana Díaz que al de él mismo.
La ambigüedad de Pedro Sánchez entre la izquierda y la derecha, su opción de ocupar el centro político identificándose incluso con la UCD, su empeño en buscar de nuevo como aliado natural a Ciudadanos y en desarrollar una campaña caracterizada por su beligerancia contra la izquierda, a la que identifica como su adversario real como hizo Susana Díaz, está llevando al PSOE a dejar de ser el partido mayoritario de la izquierda. Si el PSOE cae a la tercera posición le va a ser muy difícil recuperarse porque ese es un espacio cenagoso en el que tiene que optar entre apoyar a su adversario (la derecha) o a su competidor (la izquierda) y por lo tanto, en todo caso, a perder gran parte de su autonomía política.
Por el contrario Podemos ha sabido liderar el tránsito desde la indignación del 15M contra el sistema en general a un camino de repolitización en el que se experimenta de forma colectiva que la realidad social solo se puede transformar a través de los objetivos y procedimientos democráticos, es decir, de la política.
En estas elecciones ha dado un paso más: se ha identificado claramente con el espacio de izquierda, una vez que ha demostrado la fuerza electoral suficiente para desplazar al PSOE como partido dominante en la izquierda, y ha conseguido aglutinar toda la pluralidad de la izquierda (nacionalistas, ecologistas, comunistas) dando además el mensaje nítido de que su proyecto de gobierno implica pactar con el PSOE. La vieja aspiración de una casa común de la izquierda que una las fuerzas en las elecciones sin perder la identidad y la pluralidad de sus distintas corrientes, parece que está a punto de lograrse.
Una alternativa política que tome el relevo del PSOE en la posición hegemónica en el electorado de izquierda implicaría no solo un recambio sino una nueva forma de organizar y articular territorialmente el Estado, basada en el federalismo plurinacional, en el contexto de un nuevo modelo productivo, garantías en la distribución equitativa de los ingresos y gastos públicos y sobre todo en una democracia participativa que sea el nuevo motor de los cambios frente a la crisis de la globalización: una centralidad distinta que puede permitir un nuevo consenso social.
En estas elecciones Andalucía apenas va a tener entidad propia y esa puede ser una de las causas tanto de que la hegemonía de “Unidos Podemos” no sea más contundente como de las dificultades para cambiar el modelo de Estado, especialmente en su orientación federal, pero es muy probable también que la constitución del nuevo gobierno afecte al Gobierno andaluz por la asimetría que se puede producir entre el gobierno en el Estado y en la Junta de Andalucía, ya sea porque haya un pacto para que gobierne la izquierda ya sea porque Ciudadanos alcance un acuerdo con el PP. Un nuevo liderazgo en la izquierda y el cuestionamiento, en su caso, del pacto del PSOE con Ciudadanos pueden ser factores determinantes para que el cambio llegue también a Andalucía, condición necesaria, a su vez para consolidar el cambio en el Estado.