Antonio Manuel
“Principia matemática” de Newton es el libro científico más revolucionario e importante jamás escrito. Con él derogó a Dios como causa eficiente de todo lo visible e invisible. Sus leyes universales dotaron a la Humanidad de explicaciones puramente mecanicistas para los fenómenos físicos. El filósofo Alexander Pope llegó a escribir: “La naturaleza y sus leyes permanecían ocultas en la noche. Dijo Dios: ¡Sea Newton! Y todo fue luz”. Por poco menos quemaron a Galileo. Siglos más tarde, demasiado tarde, la Iglesia Católica pidió perdón.
Darwin es a la biología lo que Newton a la física. “Origen de las especies” desmontó al Dios creador a su imagen y semejanza tras demostrar que todos los seres vivos, incluido el hombre, evolucionan por seleccionan natural. Hace poco la Iglesia Anglicana le rogó disculpas por su tozudez e ignorancia.
Rousseau es a la política lo que Darwin a la biología o Newton a la física. Con una diferencia: “El contrato social” es una de las mayores estafas de la historia de la Humanidad. El Estado no es una creación del hombre: el hombre es una creación del Estado. El Estado ya existía cuando yo nací. No contraté con nadie ni nadie contrató conmigo para crearlo. Nadie me preguntó sobre sus reglas del juego. Ni puedo escapar de su dominación por más que lo quisiera. He ahí la trampa.
Con los argumentos democrático y constitucional, Rousseau se encargó de justificar la existencia de un Estado que ya existía. Pero a decir verdad, apenas si le cambió de ropa. El Estado pasó de ser absolutista por la gracia divina a oligárguico para desgracia de todos. Siguieron mandando unos pocos. Los de siempre. El Estado es un mal padre que prefiere a unos hijos más que otros. Y suele dar pan y vino a quien padece úlcera de estómago y cirrosis hepática. Banqueros, por ejemplo. Yo no confío en él. Pero es que ya no confían ni los que maman de sus ubres.
A la física de Newton la derogó la mecánica cuántica. Los dogmas de su física aplicables a lo inmensamente grande se convirtieron en indeterminación e incertidumbre para lo infinitamente pequeño. Y porque algo puede ser y no ser a la vez, se abren los ascensores o hablas por el móvil. La evolución darwniana estalló en mil pedazos con la manipulación genética que permite tener hijos a parejas infértiles o sembrar melones en el desierto. ¿Y quien ha derogado a Rousseau? Nadie. La sociedad funciona con tecnología digital e instituciones decimonónicas. Porque a nadie conviene convertir la certeza de esta democracia enferma de certidumbre, en una apuesta decidida por la intervención directa e imprevisible de la ciudadanía. Todas las opiniones de todos los Parlamentos del planeta caben en una mesa camilla. Porque todos votan en bloque. Igual que obligan a votar en bloque a los ciudadanos. Pero hay muchos que no votan. Y muchos que votan a opciones excluidas por las reglas injustas de la democracia participativa. Y muchos que votan a quienes salen elegidos y luego carecen de la posibilidad de recusarlos o de impugnar sus decisiones. Ya verán. El futuro pasa por la democracia cuántica.
a Galileo no lo quemaron, fue condenado a una especie de arresto domiciliario
La mecánica cuántica no derogo a Newton. Fue la Teoría de la Relatividad, la general y la especial, y hablando con rigor tampoco la derogo sino que la absorbió, ya que la mecánica de Newton es válida para velocidades pequeñas como las que experimentamos en la vida cotidiana.
El Darwinismo no ha estallado con la ingeniería genética ni como las técnicas de reproducción asistida. Ahora hay otras formas de reproducción o de propagación de individuos, pero a escala global su impacto es minúsculo.
De nada.
Quiero felicitaros por vuestra iniciativa y por el aire fresco y necesario que estáis insuflando. Es necesario revisar y avanzar, esa es la esencia del verdadero progreso. Un placer leeros.