No sería criticable que Pedro Sánchez hubiera entrado en Sálvame para afirmar que derogará el artículo 135 de la Constitución Española, que aprobó su partido y que tiene en la pobreza a casi un tercio de la población española. Es más, sería deseable que Pedro Sánchez hablara algún día de política económica, que es la causante de que España abrace los puestos de países con más desigualdad de la UE y sea la responsable de que 1 de cada 3 niños españoles no coma tres veces al día.
Una vez más, el PSOE usa temas sociales que dan un perfil progresista para esconder su alianza con las grandes corporaciones que son quienes ordenan la redacción del Boletín Oficial del Estado. Ya lo hizo Zapatero. A través de leyes muy progresistas, como las leyes del matrimonio igualitario, el aborto o el divorcio, consiguió el voto de una inmensa mayoría de gente de izquierdas a las que traicionó haciendo política económica contraria a los intereses de la mayoría.
Hay medidas que a nivel de comunicación política marcan un perfil social y progresista con el que se esconde el signo contrario de las medidas económicas. Fue Zapatero quien permitió que las grandes empresas y ricos españoles tributen al 1% en un paraíso fiscal dentro de España. O quien bajó los impuestos a las clases más altas haciendo que la estructura fiscal española no aguantara el tipo tras la caída brutal de los ingresos por la desactivación consumo como consecuencia de la crisis. El PSOE es experto en prometer un Estado social nórdico con impuestos africanos.
Más allá de la idoneidad de que Pedro Sánchez participe en un programa de la telebasura para hacer promesas políticas, lo importante es que el PSOE parece nuevamente dispuesto a usar los consensos sociales de la población española para volver a situarse en un perfil ideológico que con sus medidas económicas no concuerda. Aprobar una ley contra el maltrato animal sería sin duda una buena noticia, pero sería mucho más revolucionario aún que el PSOE rompiera amarras con el IBEX-35 que tiene a 32 de sus empresas tributando en paraísos fiscales o que accediera a crear una fiscalidad justa para hacer sostenible nuestro Estado social. Hubiera sido mucho más coherente que, hace solamente un año en el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez hubiera votado en contra de declarar las corridas de toros Bien de Interés Cultural. Sin embargo, ni Pedro Sánchez ni el resto de diputados del PSOE votó en contra de declarar la tortura Bien de Interés Cultural. Es decir, de subvencionar con dinero público la tortura y el maltrato animal.
Por eso es un peligro azuzar los bajos instintos y una tomadura de pelo entrar en programas con alto contenido de tripas. Esta técnica es el último recurso del PSOE para intentar hacernos creer que conectan con las demandas de la población siempre que no perjudique el bolsillo de los poderosos a los que veneran a la hora de su muerte, con mucho más entusiasmo que cuando una víctima del sistema financiero se tira del balcón ante la desesperación de verse expulsada de su casa.
Ante la falta de ideas, la incapacidad de plantarse ante los poderes económicos y la cobardía de no querer ver que la sociedad española ha sido brutalmente empobrecida y que, por tanto, necesita medidas radicales porque la realidad es salvajemente radical, no será la primera vez que Pedro Sánchez aparezca en un programa de telebasura para tratar de sustituir cualquier proyecto de cambio económico por política comunicativa y nada más. Y cuando los programas políticos son proyectos de comunicación política y nada más, se llama populismo. En este caso, populismo basura.