El viejo mantra liberal de “vicios privados y virtudes públicas” (Mandelville) se deshace cuando de bienes públicos, como la salud, estamos hablando. El beneficio económico privado es presentado como él único estímulo capaz de movilizar a los individuos en la producción de bienes. Decía Machado que “todo necio cofunde valor y precio” y en eso la necedad del lib0eralismo no tiene parangón. Solo lo que tiene precio debe ser valorado y estimado como valioso, así son los dogmas liberales.
Pero los contraejemplos son múltiples y como siempre, cuando de dogmas se trata, viene del alto tribunal de la experiencia. Uno de estos contraejemplo es el sistema de trasplantes de órganos humanos. ¿Hay algo más valioso par un enfermo que un trasplante de riñón o de corazón? El sistema español de salud ha demostrado que una gestión pública de la donación de órganos puede llevar a alcanzar las cotas más altas de donaciones y trasplantes. A su vez el sistema andaluz de salud han conseguido siguiendo este mismo modelo construir uno de los mejores sistemas de trasplantes de órganos del mundo.
Andalucía en el año 2010 ha alcanzado el liderazgo mundial en donaciones (36,6 por cada millón de habitantes). Según los datos ofrecidos por la Consejería de Salud, en esta semana, las donaciones recibidas han situado la tasa de donación de la comunidad andaluza en 36,6 donantes por millón de población, exactamente el doble de las tasas medias anuales alcanzadas por los países de la Unión Europea (18 donantes por millón de población), superior a la de Estados Unidos (25 donantes por millón de población) y ligeramente superior a la media española de 2010, que se situó en 32 donantes por millón de población, la más alta del mundo. Hay un incremento de incluso en el trasplante inter-vivo (personas con buen estado de salud que dona un órgano a otra persona) con 51 donaciones de riñón. Estos datos, reiterado a lo largo de los años, muestran como incentivos no monetarios (en el marco de un sistema público) pueden promover conductas altruistas de forma mucho más eficaz que la privatización o el estimulo de conductas egoístas basadas en el beneficio económico directo.
Si esto ocurre con el trasplante de órganos por qué no se puede ampliar a todo el sistema de bienes básicos como son la salud, la educación, la vivienda, el agua, la biodiversidad o la energía. De los vicios privados rara vez surgen virtudes públicas mientras que de las virtudes e instituciones públicas se puede estimular las virtudes privadas; ahí está el espléndido ejemplo de las donaciones de órganos.
Todo esto de virtudes, vicios y donaciones es muy bonito pero…¿Y DE LA IGLESIA QUE? Ante la situación actual todo el mundo opina sobre todo aquello susceptible de eliminarse o reducirse, de subvenciones a sindicatos, asociaciones, senado o diputaciones. Curiosamente nadie habla de lo que nos cuesta la Iglesia y no exclusivamente de lo que pagamos marcando la X o no.
Por ejemplo, todo el mundo sabe lo que cobra el Rey, el presidente de Gobierno o el de la Generalitat, pero nadie, por ejemplo, el sueldo de Rouco Varela. Pero eso es sólo una minucia. El Concordato vigente, claramente anticonstitucional, les ofrece una gran cantidad de gabelas, cuyo coste, muy probablemente, evitaría los recortes anunciados. Por el Gürtel supimos que sólo la megafonía de la visita papal a Valencia nos costó seis millones.
Toda asociación que recibe dinero o exenciones públicas está obligada a ser auditada. Un colegio privado paga IRPF sobre beneficios y la parte salarial de sus empleados, IVA sobre sus compras e IBI en caso de propiedad. Uno de la Iglesia, no. Pero tampoco de lo que les generan su eneormes y desconocidas propiedades o beneficios. No sólo catedrales o iglesias, sino también conventos, viviendas y terrenos. Sólo podemos hacer especulaciones porque ni el CNI conoce su valor, es el secreto mejor guardado.
Y no hablo de anticlericalismo, sólo de equidad.
Siempre resulta gratificante escuchar que los andaluces alcanzamos «records» del mundo en algo, al menos, que no sea ruina o miseria. Tengo mis dudas, no obstante, de que las donaciones se deban a un motivo altruista. Tanto el altruismo como la filantropía suelen surgir de situaciones muy desahogadas en lo material o de una educación, de una cultura, excepcionales, salvo fenómenos contados. Por el contrario en el caso andaluz, a pesar de su realidad colonial tercermundista, ¿a qué se deberá esta generosidad admirable que nos lleva a regalar, en una situación de pobreza y alienación, órganos de nuestro propio cuerpo?.
Desde mi punto de vista creo que donde se ha perdido todo, empezando por la Libertad, donde los genocidios múltiples y los expolios continúan estando impunes, casi lo mismo que en los tiempos de la monstruosa inquisición, hemos llegado perdida la esperanza a un punto tan bajo de autoestima, de desprecio por la anatomía de cada uno (en el placer o en el dolor), que nos da exactamente igual lo que hagan con cada una de sus partes.
Observad como de forma creciente proliferan las consideraciones -burlescas o pías- con respecto al tema de la muerte, con el pormenorizado relato de todos sus «apartados» (donaciones, eutanasia, tortura, sadomasoquismo, suicidio, etc), Decía el magisterio andalusí en el exilio de Baruch de Spinoza que «alguien que se siente realmente libre en lo último que piensa es en la muerte». Atroces negaciones nacionalcatolicistas de la Humanidad, culto agónico del «vía crucis», expiación de morboso «valle de lágrimas»… Toda la asquerosa obscenidad autosatisfecha de nuestros opresores castellanistas, que nos hace mirar hacia los habitantes de la India, sin dificultad, como HERMANOS:
http://www.youtube.com/watch?v=TYcK8ERR8DQ
Pues a mí no me importaría dar algún órgano, incluso el hígado para la ciencia o a quien le aproveche; pero antes me tienen que convencer, con arte y solvencia intelectual, que allá al menos entre remotas galaxias hay VIDA INTELIGENTE:
http://www.youtube.com/watch?v=Vcz7uRyeif8