Miguel Martín Velazquez.
Arrecia el debate interno, y ya también en las redes y en los medios de comunicación, en torno al diseño de primarias para elegir candidatos a las próximas elecciones generales, en Podemos, y respecto a la unidad popular vs unidad de la izquierda y ¿qué hacer respecto a la iniciativa Ahora en Común?.
Los debates son necesarios y útiles si se hacen en ejercicio de la libertad individual, con rigor intelectual y desde la lealtad con el proyecto político al que se pertenece. Me molestan especialmente las discusiones maniqueas que dividen entre buenos y malos, razonables e insensatos o entre amigos y enemigos (interiores, por supuesto).
Desde esas premisas expongo mi opinión, pero adelanto que no voy a admitir que se me tache de enemigo de Podemos, ni de traidor. Me incorporé a este movimiento desde el minuto uno. He trabajado cuanto he podido y me han dejado. He pegado carteles y asistido a innumerables reuniones, asambleas y talleres. Y mi único deseo es contribuir a que esta “ventana de oportunidad” no se cierre antes de que hayamos entrado por ella y sea posible el cambio que deseamos.
He que reconocer que tengo más dudas que certezas. Comprendo las razones de todos, pero finalmente hay que decantarse por unas propuestas u otras o bien hacer las propias. En ejercicio de mi libertad, expongo algunas reflexiones que en estos días no dejan de darme vueltas en la cabeza.
1. Elecciones Primarias.
Dos son las cuestiones suscitadas. Por un lado, el uso de la circunscripción estatal y, por otro, la denominada “lista plancha”.
Desde la dirección de Podemos se afirma de forma vehemente que las elecciones primarias en Podemos son las más democráticas de cualquier partido político español. Y, desde el punto de vista de la posibilidades para ser candidatos o de votar en ellas, es completamente cierto.
Desde el punto de vista de cómo se designan a los precandidatos y la previsibilidad de los resultados, la cuestión cambia bastante.
Yo no creo para nada en las circunscripciones provinciales. Es cierto que tienen sus ventajas, como la proximidad y el conocimiento de los candidatos a elegir, pero también manifiestan graves deficiencias, como dar entidad política a una simple división administrativa o el riesgo de que el futuro grupo parlamentario carezca de una cohesión y complementariedad entre sus miembros.
Claramente, prefiero la circunscripción autonómica, mucho más acorde con el modelo de Estado existente y con el que muchos defendemos (federal).
Frente a ambas posibilidades se ha optado por la circunscripción estatal, que tiene una evidente ventaja, el grupo parlamentario que se constituya podrá tener una cohesión a prueba de bombas, al menos a priori, luego la realidad dirá. Se supone que de esta forma se conseguiría un equilibrio entre sus componentes de cara al trabajo posterior. Y por supuesto que se propondrán a los “mejores” candidatos posibles.
Se prometió unas candidaturas abiertas, llenas de personas ajenas a Podemos y representativas de la ciudadanía, de toda la gente, en la terminología podemista. Pero lo que se conoce es que la candidatura avalada por la dirección está compuesta por el núcleo duro de Podemos. Es cierto que también se incluyen personas externas a la organización pero no me parece que se satisfagan las expectativas anunciadas. Por otro lado, de nuevo se refuerza la tendencia a la acumulación de cargos, orgánicos e institucionales, incluso en personas que ya de por sí acumulan varios dentro de la organización (Consejos Ciudadanos estatales, autonómicos, municipales…). Cuestión difícil de entender en una organización que contabiliza en casi 380.000 las personas inscritas y que, además, había apostado, en teoría, por la apertura a la gente y por la unidad popular.
Pero es que, con todo el respeto a las personas nominadas, ni siquiera se puede decir que todos los que están sean los “mejores”. Monedero hablaba de demasiados “generales mediocres”. No me gustaría pensar que se prima el criterio de la fidelidad antes que el de la capacidad. Y que en el saco de excelentes dirigentes y posibles candidatos se cuelan nombres que a todas luces no lo son.
Se me dirá que para eso está la votación, que en ella se puede votar a toda la candidatura o seleccionar a unos y no a otros. Efectivamente, eso es cierto, pero quienes han diseñado el sistema saben perfectamente que el resultado está, salvo sorpresas muy mayúsculas, cantado. Para un votante normal es prácticamente imposible analizar los cientos de candidatos, leerse sus currículos o ver sus vídeos. Pero, incluso aunque lo hiciese, sería imposible que a través de ellos se pueda discernir quiénes sean los candidatos más idóneos Por regla general los conocidos siempre serán la minoría.
De facto, este modelo de primarias aboca a un sistema mayoritario donde la candidatura que obtiene más votos alcanza el 100% de los candidatos. Y que entre ellos, entran todos, los brillantes y los que no lo son. Ni siquiera se necesita la mitad más uno de los votos para que este resultado se produzca, basta con que se obtenga la mayoría simple de votos.
Un sistema así limita el pluralismo de una organización, más aún si lo que se pretende es la unidad popular, en una sociedad diversa por naturaleza. Y sin pluralismo de inmediato aparece la desafección y el desencanto. El distanciamiento de quienes no se sienten representados ni partícipes de este movimiento que pretende nada más y nada menos que cambiar la política, la sociedad, la economía… el mundo.
Pero es que, incluso con este modelo de primarias o con otro cualquiera, las cosas se podrían haber hecho de otra forma. Pedir opinión a las bases, abrir espacios para la proposición de candidatos ciudadanos, antes de elaborar las candidaturas a primarias, y confeccionar éstas con criterio de coherencia y cohesión, desde el modelo territorial que tenemos y que defendemos, y tratando de integrar al máximo las distintas sensibilidades que conforman la pluralidad de la gente llamada a votar por el cambio (no solo la del interior de Podemos). Para a partir de ahí conformar unas candidaturas de excelencia, y con ello no quiero decir que los candidatos deban ser “cerebritos” con muchos másteres, sino excelentes candidatos por su conocimientos, su talante, su capacidad de comunicación con la gente y por su trayectoria ciudadana íntegra.
Desde Andalucía, tengo que defender el peso político que nos corresponde. También dentro de Podemos. El artículo 1 de nuestro Estatuto de Autonomía nos define como “nacionalidad histórica”. Y eso debe traducirse políticamente no solo en la estructura del Estado sino también dentro de Podemos como movimiento político. Y como mínimo, eso significa que la circunscripción en las primarias debería haber sido de ámbito andaluz.
Por supuesto no comparto la presencia en la candidatura de Tania Sánchez, aún reconociendo sus valores, pero considero que la estética, en política, forma parte también de la ética. Ella ha venido ocupando cargos públicos remunerados al menos desde los últimos ocho años, y pienso que se puede aportar a la construcción política, experiencia y conocimientos, desde muy distintos lugares, sin que necesariamente haya de ser desde un escaño.