Francisco Garrido. En el asunto Echenique se ven los dislates del moralismo; siempre beneficia a los inmorales y asfixia a las individuos decentes. La lógica del moralismo es perversa: las pequeñas infracciones a la norma son gravísimas , las grandes no. Para escandalosa asimetría en la valoración, cuentan con la inestimable colaboración de los moralistas que como los fariseos anda todo el día midiendo el nivel de incoherencia moral de los “buenos”, pues a los “malos” ya se les presupone y por ello no se les recrimina. .
Pretender que un cargo público honesta, y Echenique lo es a raudales, no cometa errores, es caer en la trampa que nos han tendido El truco dialecto es bien simple: se denomina igual a hechos y conductas brutalmente distintas y a partir de ahí se equiparan. Se llama “corrupción” a la Gurtel y la asistenta de Echenique. Se llama “imputado” a Barcenas y Cañamero. Ya están igualados, todos son lo mismo. De esta forma se define un conjunto sobre unas propiedades vagas y extensas y se hace participe del mismo a todos en un grado u otro. como aquel chiste del chatarrero que golpeaba chapas en el campo y ve pasar un avión supersónico y exclama: ”¡¡Hay qye ver lo que hacemos los metalúrgicos¡¡”
Pero el problema no esta en que ellos nos tiendan trampas, sino en que mucho de los «nuestros» caigan con entusiasmo en ellas. Nuestras «almas bellas» andan pidiendo la dimisión , criaturitas es lo más amable que se me ocurre para definirlos.El política, en los asuntos públicos, no creo en las responsabilidades morales por que son un territorio de ambigueda y arbitrariedad que siempre que apretar a los débiles y exonera a los poderosos. Las responsabilidades políticas o son jurídicas, y esto se dirimen en los tribunales, o son estrictamente «políticas», y esto se disputa en las elecciones. Hoy Echenique me parece mejor que ayer, que dimitan los muertos.